La mañana amaneces fresquita. Tomamos un ligero desayuno, un café soluble con leche, tostadas con mantequilla y listos para equipar la Himalayan. La jornada de hoy se ha presentado muy larga.
Para empezar, al hacer el check-out del hotel en Jaipur, ¡nos dejamos los pasaportes en la recepción! Nos llamaron por teléfono a las tres horas y media de nuestra salida, cuando pensábamos que teníamos a Delhi a tiro de piedra… así que optamos porque nos los enviaran en un taxi al hotel. ¡Qué buen susto!
En ruta teníamos previsto hacer dos paradas culturales. La primera fue el fascinante Templo Galta Ji, un conjunto sagrado incrustado en un desfiladero rocoso, conocido también como el "Templo de los Monos".
Es famoso por sus estanques sagrados de aguas verdes donde mujeres y hombres se bañan sin pudor para purificarse, pero por separado. Cada género tiene su manantial sagrado. Las mujeres atusan sus cabellos bajo el sol con la mirada ausente entre la algarabía de las niñas que también se refrescan con sus juegos de agua.
El manantial de los hombres está situado más arriba y, curiosamente, está mucho más protegido que el de las mujeres… tienen hasta una policía armada que interfiere las miradas indiscretas…
Las jóvenes se acercan para saber de mi vida, me hacen mil preguntas todas encaminadas a la curiosidad sana y para terminar la charla me piden fotos mientras, decenas de monos corretean a sus anchas entre los árboles y manantiales que les pertenece por derecho divino del dios Hanuman.
Continuamos la ruta hasta la segunda parada para visitar el increíble Chand Baori en Abaneri. Es uno de los pozos escalonados más grandes y profundos de la India. Fue construido por el rey Chanda en el siglo IX para almacenar agua y mitigar las sequías en esta árida región. Su diseño es fascinante, con 3.500 estrechos escalones dispuestos en una simetría perfecta que descienden a lo largo de 13 pisos hasta una profundidad de más de 30 metros, asemejándose a una "pirámide invertida".
El fondo mantiene una temperatura más fresca de varios grados, lo que fomenta el uso del pozo como lugar de reunión social para los locales. Este pozo es sin duda, un testimonio impresionante de la ingeniería hidráulica de la india antigua.
Tras este alto en el camino, nos dirigimos a la nueva y flamante autopista que une Jaipur con Delhi, pensando en recortar tiempo. ¡Pero no! Al llegar a la entrada, el vigilante nos comunicó que las motos tenían prohibido el acceso. ¡Plan totalmente truncado!
Esto significó un desvío obligatorio por la antigua y transitada N-48, lo que añadió un mínimo de 3 horas y media más a nuestro viaje (un total de 5 horas y media extra sobre lo planeado). El tráfico era denso, y las carreteras secundarias estaban... llenas de vida vacuna.
Sin embargo, el desvío tuvo su lado positivo: la carretera nos llevó a través de pequeños pueblos que estaban inmersos en los preparativos del Diwali (Festival de las Luces). Ha sido precioso ver cómo los comercios se adornaban, colgando coloridas telas y guirnaldas de flores en sus escaparates y fachadas.
Pero el retraso hizo que llegáramos a la inmensa y caótica Delhi ya de noche cerrada. Cruzar la capital en la moto, con tráfico nocturno y después de tantas horas de viaje, fue una prueba de fuego para Manolo. La prudencia y la concentración fueron máximas, ya que la noche en las carreteras indias siempre conlleva un extra de peligro.
Y lo conseguimos. Llegamos a nuestro destino agotados, pero con un montón de anécdotas para contar. Está sido un viaje inolvidable, lleno de imprevistos que al final son los que hacen la historia.
¡Mañana toca explorar Delhi!
Slds
