Re: Jueves 12/08 Curvas serranas
Jejeeeeeeeee si hubiese hecho la salidika para no quedar hubiera sido un éxito! ;D
Bueno pues aprovechando que algunos tenemos tiempo pa tó en estas fechas tan navideñas... ;D he preparado el relato de esta mañana:
Breve, pero intenso. 8)
Diario de ruta. Curvas serranas.
Viendo que hoy voy solo, a eso de las diez salgo disparao´ del garaje montado sobre mi moto. Primer semáforo, segundo, tercero,... y al cabo de algunas calles me encuentro en la parte final de la M-30 en dirección a Colmenar Viejo. Es una autovía de trazado sinuoso, cuyas curvas se pueden tomar a velocidad bastante alta, únicamente utilizo el freno motor a la entrada de alguna que otra cuyo diseño seguro debió escapársele al ingeniero de turno,... cosa que agradezco por otro lado, pues pocas cosas más aburridas hay que una autovía y recta.
En seguida tomo el desvío que me llevará al interior del casco urbano de Colmenar. Me levanto la calota del casco y fácilmente distingo las indicaciones que señalan hacia Hoyo de Manzanares. Tras algunas rotondas comienzo a pisar el peculiar pavimento que une ambas localidades, estrecho y asfaltado con dos uniones longitudinales recordando que tiempo atrás esa `carretera´ era aún más estrecha e incluso muy bacheada. Hoy es una delicia de trayecto y el día invita al paseo y al disfrute del paisaje... en moto, naturalmente. La señalización marca sesenta km/h como límite y si bien `se puede sobrepasar´ en bastantes tramos voy a aprovechar el ir a lo legalmente establecido para así efectuar un tanto el rodaje a las pastillas de freno posteriores. Frenando poco a poco sin contundencia podrán ir ajustándose a lo que marque el disco. Acabo de sustituirlas esta semana.
Al comienzo se produce una suave bajada con curvas muy cerradas para luego continuar en subida de curvas rápidas y cortas, las cuales ponen de manifiesto que, sin llevar a efecto de un modo consciente la técnica del contramanillar, no sería posibles trazarlas al gusto de este viajero del mediodía sin ella.
Luego el recorrido continuará con rectas alternadas de pequeñas curvas acercándonos hasta las inmediaciones de Hoyo de Manzanares con el asfalto mejorado y tradicional.
Seguiré hasta Torrelodones, donde me desviaré dirección Madrid por la vía de servicio de la A-6 hasta que, pasada una zona de chalets, cojo dirección Majadahonda. En eso me desvío en dirección a El Escorial a través del puerto de Galapagar. Las curvas de este puerto son inevitables trazarlas del modo más rápido que ese día me consienta mi conciencia (o inconsciencia según se mire). Tal es así que no es raro ver como algún automovilista se sienta perseguido y acelere intentando dejarme atrás, o bien una vez superado, persista en su empeño por no despegarse demasiado del colín de mi moto. Vano intento, salvo que en dichos artefactos de cuatro ruedas sus dueños les hayan provisto de suspensiones duras (y neumáticos en condiciones) sacrificando totalmente la confortabilidad para sus ocupantes. Pronto observo como dichos automóviles, por muy elevado precio que ostente su logotipo, se comportan como auténticas barcas en marejada según salen de una curva intentando meterse en la siguiente. Hasta que un día me tropiece con algún porsche en condiciones (no hablemos de Ferrari, que los hay) y nos den pa´l pelo. Hasta entonces seguiré disfrutando de este tramo perfectamente peraltado en su continua subida camino de Galapagar.
Y arriba, un par de rotondas después, me dirijo hacia Colmenarejo, no sin esquivar a un automovilista que cambia de dirección sin preaviso, en recuerdo de que sobre la moto no hay piedad ninguna para la distracción.
Continuo a través de un bonito tramo de curvas muy rápidas y ciegas hacia Villanueva de la Cañada con pocos tramos de línea discontinua para el adelantamiento, pero suficientes en vista del escaso tráfico del día de hoy.
Llegaré a una rotonda de reciente creación bordeándola hasta conseguir la dirección adecuada. Iré a través de un largo tramo recto dejando atrás un peligroso cruce en el que si bien tengo preferencia, siempre me digo “tú fíate de la virgen...”.
Adelantaré a un conductor que amablemente se apartó para dejarme espacio al más puro estilo francés y se lo agradezco al tiempo con mi mano izquierda para a continuación asomarme a las curvas que inician el descenso hasta Villanueva de la Cañada. Lo normal es que alcancemos a algún vehículo y no nos quede más remedio que aguantar detrás, pues existe línea continua hasta las cercanías del pueblo... salvo que optemos por un rápido adelantamiento, no apto para automóviles de cilindrada media ni siquiera alta... y llegaré recto hasta la discreta, pero eficaz circunvalación de Villanueva para continuar hacia Brunete.
Una larga recta donde el tráfico se me antoja algo más intenso de lo que la mañana me tenía acostumbrado me lleva a una rotonda que pasaré recta, no así la segunda, inmediatamente seguido. En esta tomaré el desvío a la izquierda en dirección a Boadilla del Monte.
Este corto tramo, además de las curva rápidas posee dos “chicanes” espectaculares, así como dos curvas muy rápidas, una a izquierdas y otra a derechas, con cambio de rasante incluido. Entrar a ciegas en ellas es sentir pura adrenalina.
Pero antes, tanto en la primera “chicane” como en la segunda, el cambio de inclinación en la moto se produce por puro contramanillar y cambios de pesos sobre las estriberas de un modo salvaje. De un modo que a veces, me pareciese hasta sentir como el chasis se retuerce como cuando mi madre retorcía las toallas al secarlas tras un baño en el río siendo niño...
La moto siempre ha de seguir la única trazada que permite ese juego de curvas, y no puede ser de otra manera, porque lo contrario es compartir el día con las verduras de las huertas que por allí se prodigan... después de saltar la valla, con moto y todo, de un modo nada ortodoxo y educado conforme a lo que me enseñó mi padre en las maneras de acceder a una propiedad privada.
Después de la segunda `chicane´ surge una rápida subida con muy engañosa curva a izquierdas a la que, por regla general, nos acercamos a más velocidad de la que admite... o admitimos, que también puede ser. De modo que si no cortamos gas a media subida tendremos que `estudiar´ muy mucho para frenar con esta moto ya inclinada. Por experiencia se que, si te has pasado, no es suficiente con cortar gas al final de esa subida, tan poco es suficiente además con frenar atrás. Si te has pasado, hay que “Frenar, decelerar, echar el ancla,...”. Y sólo es posible accionando también el freno delantero... y bueno, ese es un buen ejemplo de lo que a “grosso modo y para pobres mortales como los que vamos por allí” debía experimentarse cuando Schwantz decía aquello de “empiezo a frenar cuando veo a dios”.
La moto se retuerce, tambalea y ves pasar los árboles tan cerca que hasta huele a madera. Hoy, sin embargo, he comprobado una nueva experiencia. He subido en tercera con gas a fondo para querer cortar un poco más tarde y si acaso ayudarme sólo con el freno trasero... y trazar la curva más rápido... pero para cuando me he dado cuenta, he cortado encendido... por lo que me he quedado sin tracción el instante suficiente como para que la moto se tambalee y... las alarmas se han puesto en rojo, las sirenas no eran peces,... y yo, en décimas de segundo, he tenido que buscar en “el manual práctico de emergencias en moto para optimistas” el capítulo sobre “fijar un punto con la vista para que la moto se dirija allí aunque se pare el mundo”. Afortunadamente es un buen capítulo muy bien explicado, todo lo contrario que el de los pesimistas, a los que antes de que se les pare el mundo ya han vendido la moto.
Si aún se quiere experimentar experiencias más traumáticas existe a continuación otra curva a izquierdas, pero en bajada. El suelo ahí es hiperdeslizante (de tantas frenadas imagino) y por si fuera poco, está contraperaltada. Una delicia de los horrores. No hay más que ir pasado con algún aderezzo como en la curva anterior... y el mundo es tuyo, o sea, que te das contra él.
Consciente de ello, retozando con la adrenalina, seguiré avanzando en pos de esa curvas con cambio de rasante y línea discontinua que te permite adelantar sin problemas para que la velocidad se transforme en algo singular, quien sabe si arte o una forma de entender al viento.
Una vez que te acercas a Boadilla comienzan una serie de rotondas que siempre rodeo para salir recto en dirección a Pozuelo. En este momento nos tranquilizamos, pues se comienza a atravesar zonas residenciales, surgen peatones,...
Hoy me llamó la atención como en la rotonda después de Montepríncipe considerada como una de las zonas más selectas de este Madrid en base al precio del metro cuadrado y los ingresos de quienes lo habitan, se encontrasen unos cuantos coches de patrulla policial parando a bastantes vehículos que venían de frente, por el carril contrario. Pensé que tal vez le estuviesen dando un regalo, tal es así, que unos metros más adelante comprobé como desde un pequeño utilitario (algo así como un nissan micra) con cámara videofotográfica se iba retratando a todo vehículo que acertaba a pasar por allí. La verdad es que con lo rápido que circulaban no entiendo como pueden efectuar la foto tan precisa. Pensé que les saldría movida, por lo que a continuación me dediqué a dar aviso gestual a todos los vehículos que venían de frente para que moderasen la velocidad. Espero que con mi actuación las fotos saliesen perfectas. No hay cosa que más fastidie que te saquen una foto y no se te vea bien.
Y continué sin más novedades camino de otras tantas rotondas, en lo que ya denominé “rotonding”, el nuevo deporte sobre asfalto, camino de la M-30. No obstante, a medida que me acercaba a Madrid por la zona del Parque del Oeste opté por continuar recto en vez de orientarme hacia el interior de la M-30. Y es que bordea la carretera a dicho parque con un conjunto de curvas urbanas con asfalto recién estrenado. Son curvas de dos carriles en subida enlazadas sin recta alguna, en donde el uso del contramanillar vuelve a ser imprescindible... si no queremos que se nos suban los caracoles.
Y despacito hasta la rotonda de la fuente de arriba, con cuidado de que el agua no se haya vertido por el suelo intentando que patinemos, llegamos al Paseo de los Rosales para imbuirnos de las calles semidesiertas del Madrid de agosto, una mañana de diario, vacaciones para algunos,...¿Quién dice que no se está bien en Madrid de vacaciones?
