Este es el artículo de mi blog que relata mi accidente hace una semana. He visto adecuado colgarlo puesto que lo he comentado en otro hilo, y me ha parecido correcta su lectura para invitar a la reflexión. A día de hoy estoy totalmente recuperado y con ganas de montar en moto. Agradezco de corazón todas y cada una de las palabras de ánimo. Inicio con el principio y si gusta la lectura añado el enlace para continuar leyendo:
LA CAIDA DE UN MOTERO
No sé porque me pongo a escribir. Ni siquiera se lo he contado a mi familia para no preocuparlos, sé que no iba a conseguir más que eso. Pero a su vez siento necesidad de desnudar mi alma. Debe ser porque mi estado mental débil ocasiona esta situación. Y es que llegar a casa después de un accidente y encontrar que mi gata de cinco meses me acompaña casi sin hacerme caso, incapaz de darme protección y estima, me obliga a golpear este teclado con el fin de expresar mis sentimientos. Pero debo asumir este destino.
Son las 19.00 horas del día 24 de Octubre. Al regresar he llamado al móvil de dos de mis compañeros de ruta, pero posiblemente están en eso y no les es posible contestar a mi llamada. He llegado en taxi, la compañía de seguros me ha proporcionado uno sabiendo que estaba algo tocado. Paco, el conductor, ha sido muy amable y durante ese tiempo he olvidado ligeramente mi pesar. Pero una vez en casa, después de lanzar a Facebook un par de mensajes tranquilizadores solo para quien conozca la situación, he intentado ver algo en la tele que me haga olvidar lo sucedido pero no tengo escapatoria, la sensación de culpabilidad y preocupación me embargan y supongo que expresarme, dilucidarla y analizar mi accidente frente a una pantalla me hace sentir mejor.
Soy de los que creen que el razonamiento es un arma poderosa, pero a la vez también creo en el destino, y desconozco porqué una piedra en el camino está intentando cambiar el mío. Un Samurai se enfrenta a su destino con honor, y como amante de la cultura japonesa, y practicante de un arte que se llama Judo, pido a Dios me de fuerzas para ello.
Los que me conocen sabrán lo meticuloso que soy, lo caprichoso que soy, y el gran valor que le doy a mis cosas, no se trata de lo que cuestan, sino de la espiritualidad que intento poner a todo lo que hago. Desde pasarle la revisión de mi moto a decorar un casco. Entiendo que mi decoración no es mejor que una decoración original, ni tan atractiva, pero el hecho de hacerla yo me hace sentir digno cada vez que lo observo y esas pequeñas imperfecciones propias de artesano dan exclusividad y valor al trabajo. Hoy ese casco decorado por mí seguro que me ha salvado la vida.
De nuevo me pregunto el motivo de mi accidente, qué planes tiene el destino para mí, no sé si será un aviso, si debo lamentarme, o debo dar gracias por mi buena fortuna en la caída. El caso es que una vez que todo queda en un arrastrón casi sin consecuencia, le pedimos al destino que se hubiera portado un poco mejor, que no hubiera sucedido, todos pensamos que estas cosas no deberían pasar.
Ni siquiera ha sido falta de habilidad, o de nivel de conducción, pero si tanto he hablado del margen de seguridad, hoy he demostrado no cumplirlo, porque no he sido capaz de evitar esa trampa nada más que por mi culpa.
No me gusta alcanzar gran velocidad con mi moto, entre otras cosas porque su amplio peso, inercias y cubiertas ruteras no me dejan improvisar las trazadas, así que las pistas rápidas no son mi fuerte. Pero en la excursión de hoy hemos rodado por un tramo complicado de la Sierra del Segura en Jaen, donde la técnica de contramanillar y la aceleración de mi moto eran puro disfrute. Nunca lo hago, tengo la regla de no adelantar nunca y a su vez permitir que me pasen, pero hoy me la he saltado, así que después de unos pocos adelantamientos precavidos aunque agresivos, me he puesto el segundo detrás de un experimentado guía, al cual no lo he adelantado por cortesía debida, pero realmente podía llevar un ritmo muy superior de forma cómoda. Las curvas alternas se continuaban y no dejaban coger velocidad, solo tumbar, abrir gas, y preparar la curva siguiente. Pero quizá estaba demasiado cerca de mi guía evitando el hachazo del de detrás, ese fue mi error, aunque siempre procuro dejar distancia para no meter presión.
Durante el revirado tramo seguía su trazada. En un cambio de rasante le he visto hacer un giro inesperado, y sin poder evitarlo me he topado de lleno y sin posibilidad de fuga con una piedra que parecía casi cuadrada, de un palmo de alto por dos palmos de ancho aunque su recuerdo es muy fugaz… y solo he podido abordarla por mitad cogiendo fuerte el manillar. La moto ha entrado en pérdida zizageando y la he sujetado durante treinta metros, pero inevitablemente el sinuoso trazado me obligaba a cortar el gas, y de pronto me he visto en el suelo, todo tan rápido como una décima de segundo. No he visto pasar mi vida delante de mis ojos, no me dolía nada, pero mis compañeros de detrás vieron un fuerte impacto contra el asfalto. El tiempo se detuvo con ese ligero sonido del casco al golpearme directamente con un soporte de quitamiedos cubierto de madera. El crujido me pareció casi anecdótico, una forma de detenerme, pero ahora sé que toda la energía del deslizamiento de mi cuerpo se ha parado en seco con mi cabeza. En ese momento no sentí nada, y ahora ligeramente cierto dolor en la musculatura del cuello. Caer boca abajo es lo que tiene, todo es muy rápido, pero ahora, en frio, la rodilla interior y el costado izquierdo me están dejando sin aliento y sin posibilidad de moverme. Me les he visto putas para salir del taxi.
El destino ha querido que fuera mi segunda puesta del nuevo NXR, el estreno oficial después de un breve recorrido de autopista justo para hacer mi artículo de prueba en mi blog. Y puede que ese super-casco, decorado por mí, con lo bien fijado al cuello y lo bien que me calzaba, haya sido el mejor momento para machacarlo, puesto que algo más holgado podía haber dejado recorrido muerto entre mi cabeza y el casco, fallando en la amortiguación del impacto. Otra vez debo dar las gracias a Dios, al destino, o a mi suerte.
Mi experiencia por motivos personales en estas situaciones me ha tranquilizado. Un análisis mental propio tipo auxilio médico rápido: Tensión bien, desmayo no, me llamo Fran, el cuerpo no se me descompone, no tengo angustia, puedo hablar y sentirlo todo. Muevo los brazos, muevo las piernas, mi columna parece estar bien. No me duele nada pero estoy aturdido. Me levanto despacio con la ayuda de mis compañeros de ruta, tengo ciertas lagunas de pensamiento, pero sé que al ver mi moto en el suelo me hace enfrentarme con una nueva situación. ¿Y AHOR QUE?
Si deseas continuar la lectura este es el enlace:
https://experienciasdeunmotero.wordpress.com/2015/10/27/la-caida-de-un-motero/
Un cordial saludo. Fran GTS.
LA CAIDA DE UN MOTERO
No sé porque me pongo a escribir. Ni siquiera se lo he contado a mi familia para no preocuparlos, sé que no iba a conseguir más que eso. Pero a su vez siento necesidad de desnudar mi alma. Debe ser porque mi estado mental débil ocasiona esta situación. Y es que llegar a casa después de un accidente y encontrar que mi gata de cinco meses me acompaña casi sin hacerme caso, incapaz de darme protección y estima, me obliga a golpear este teclado con el fin de expresar mis sentimientos. Pero debo asumir este destino.
Son las 19.00 horas del día 24 de Octubre. Al regresar he llamado al móvil de dos de mis compañeros de ruta, pero posiblemente están en eso y no les es posible contestar a mi llamada. He llegado en taxi, la compañía de seguros me ha proporcionado uno sabiendo que estaba algo tocado. Paco, el conductor, ha sido muy amable y durante ese tiempo he olvidado ligeramente mi pesar. Pero una vez en casa, después de lanzar a Facebook un par de mensajes tranquilizadores solo para quien conozca la situación, he intentado ver algo en la tele que me haga olvidar lo sucedido pero no tengo escapatoria, la sensación de culpabilidad y preocupación me embargan y supongo que expresarme, dilucidarla y analizar mi accidente frente a una pantalla me hace sentir mejor.
Soy de los que creen que el razonamiento es un arma poderosa, pero a la vez también creo en el destino, y desconozco porqué una piedra en el camino está intentando cambiar el mío. Un Samurai se enfrenta a su destino con honor, y como amante de la cultura japonesa, y practicante de un arte que se llama Judo, pido a Dios me de fuerzas para ello.
Los que me conocen sabrán lo meticuloso que soy, lo caprichoso que soy, y el gran valor que le doy a mis cosas, no se trata de lo que cuestan, sino de la espiritualidad que intento poner a todo lo que hago. Desde pasarle la revisión de mi moto a decorar un casco. Entiendo que mi decoración no es mejor que una decoración original, ni tan atractiva, pero el hecho de hacerla yo me hace sentir digno cada vez que lo observo y esas pequeñas imperfecciones propias de artesano dan exclusividad y valor al trabajo. Hoy ese casco decorado por mí seguro que me ha salvado la vida.
De nuevo me pregunto el motivo de mi accidente, qué planes tiene el destino para mí, no sé si será un aviso, si debo lamentarme, o debo dar gracias por mi buena fortuna en la caída. El caso es que una vez que todo queda en un arrastrón casi sin consecuencia, le pedimos al destino que se hubiera portado un poco mejor, que no hubiera sucedido, todos pensamos que estas cosas no deberían pasar.
Ni siquiera ha sido falta de habilidad, o de nivel de conducción, pero si tanto he hablado del margen de seguridad, hoy he demostrado no cumplirlo, porque no he sido capaz de evitar esa trampa nada más que por mi culpa.
No me gusta alcanzar gran velocidad con mi moto, entre otras cosas porque su amplio peso, inercias y cubiertas ruteras no me dejan improvisar las trazadas, así que las pistas rápidas no son mi fuerte. Pero en la excursión de hoy hemos rodado por un tramo complicado de la Sierra del Segura en Jaen, donde la técnica de contramanillar y la aceleración de mi moto eran puro disfrute. Nunca lo hago, tengo la regla de no adelantar nunca y a su vez permitir que me pasen, pero hoy me la he saltado, así que después de unos pocos adelantamientos precavidos aunque agresivos, me he puesto el segundo detrás de un experimentado guía, al cual no lo he adelantado por cortesía debida, pero realmente podía llevar un ritmo muy superior de forma cómoda. Las curvas alternas se continuaban y no dejaban coger velocidad, solo tumbar, abrir gas, y preparar la curva siguiente. Pero quizá estaba demasiado cerca de mi guía evitando el hachazo del de detrás, ese fue mi error, aunque siempre procuro dejar distancia para no meter presión.
Durante el revirado tramo seguía su trazada. En un cambio de rasante le he visto hacer un giro inesperado, y sin poder evitarlo me he topado de lleno y sin posibilidad de fuga con una piedra que parecía casi cuadrada, de un palmo de alto por dos palmos de ancho aunque su recuerdo es muy fugaz… y solo he podido abordarla por mitad cogiendo fuerte el manillar. La moto ha entrado en pérdida zizageando y la he sujetado durante treinta metros, pero inevitablemente el sinuoso trazado me obligaba a cortar el gas, y de pronto me he visto en el suelo, todo tan rápido como una décima de segundo. No he visto pasar mi vida delante de mis ojos, no me dolía nada, pero mis compañeros de detrás vieron un fuerte impacto contra el asfalto. El tiempo se detuvo con ese ligero sonido del casco al golpearme directamente con un soporte de quitamiedos cubierto de madera. El crujido me pareció casi anecdótico, una forma de detenerme, pero ahora sé que toda la energía del deslizamiento de mi cuerpo se ha parado en seco con mi cabeza. En ese momento no sentí nada, y ahora ligeramente cierto dolor en la musculatura del cuello. Caer boca abajo es lo que tiene, todo es muy rápido, pero ahora, en frio, la rodilla interior y el costado izquierdo me están dejando sin aliento y sin posibilidad de moverme. Me les he visto putas para salir del taxi.
El destino ha querido que fuera mi segunda puesta del nuevo NXR, el estreno oficial después de un breve recorrido de autopista justo para hacer mi artículo de prueba en mi blog. Y puede que ese super-casco, decorado por mí, con lo bien fijado al cuello y lo bien que me calzaba, haya sido el mejor momento para machacarlo, puesto que algo más holgado podía haber dejado recorrido muerto entre mi cabeza y el casco, fallando en la amortiguación del impacto. Otra vez debo dar las gracias a Dios, al destino, o a mi suerte.
Mi experiencia por motivos personales en estas situaciones me ha tranquilizado. Un análisis mental propio tipo auxilio médico rápido: Tensión bien, desmayo no, me llamo Fran, el cuerpo no se me descompone, no tengo angustia, puedo hablar y sentirlo todo. Muevo los brazos, muevo las piernas, mi columna parece estar bien. No me duele nada pero estoy aturdido. Me levanto despacio con la ayuda de mis compañeros de ruta, tengo ciertas lagunas de pensamiento, pero sé que al ver mi moto en el suelo me hace enfrentarme con una nueva situación. ¿Y AHOR QUE?
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Un cordial saludo. Fran GTS.
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