RELATOS INTERMITENTES
Mi amiga Raquel, tenía una amiga, Laura. Laura estaba pasando una mala temporada. Su ánimo había decaído mucho después de que a su pareja le atacara una crisis personal, en la que necesitaba estar meditando, por lo menos eso le contó. El caso es que Laura, se sentía engañada por él, y por el destino.
Yo andaba de aquí para allá, sin querer establecer una relación especial con nadie. Pero Raquel, estaba convencida de que los hombres no saben estar solos, por lo que ideó una pequeña estratagema, presentarme a la dulce Laura, y así quizás….. Quién sabe igual mataba dos pájaros de un solo tiro. Se entiende verdad?
Bueno, Raquel me llamó para decirme que una linda ciudadana, tenía ganas de salir de marcha, y que si le hacía el favor de llevarla a la próxima fiesta que acudiera. A mi no me pareció mal, ya que, que me costaba distraer a una desconocida?, nada. Quedé con Laura, para acudir a un encuentro nocturno de unos cuantos amigos de la noche, con los que siempre me lo había pasado bien.
Al llegar a la fiesta con Laura, noté que Gloria una de las asiduas se trasformaba. Gloria siempre se había comportado cercana y cariñosa, pero aquella noche, se podía decir que no me soltó del brazo, entre risas y apretujones, estaba distinta. A la vez que intentaba dar la espalda en toda ocasión a Laura. Pasó la noche, y al retirarme con Laura, su actitud también había cambiado, estaba distante y seria. Así que cogió un taxi y se fue.
Al día siguiente, me llamó Raquel diciéndome lo mal que me había portado con Laura por tenerla relegada la noche anterior. Que nunca más me presentaría a una mujer, por lo mal, y lo poco que las entendía. Y que su amiga no quería volverme a ver, ya que si yo tenía novia, a que la llevaba a ella. Por cierto, también le dijo Laura, que nunca había conocido a nadie tan estúpido, como a Gloria.
Qué pasó después,….. Pues que Raquel dejó de ser mi amiga, a Laura no la vi más, y Gloria me dijo que si yo salía con Laura, y tenía pareja, que sentido tenía que ella se interesara por mi. Así que Gloria dejó de acercarseme, pasando a casi ni dirigirme la palabra, evitándome.