
mientras el sujeto realizaba su acto, justo detrás de el siempre había un
loro en su percha que observaba detenidamente sus movimientos y que
justo en el clímax de los trucos soltaba expresiones tales como: "esta en
su sombrero", "lo saco de la manga", "la caja tiene doble fondo"
etc..etc... que sistemáticamente, echaban a perder el numero del
prestidigitador.
Cierto día, durante una función en que el plumífero se había portado
especialmente insolente, repentinamente estallo una de las calderas del
barco, yéndose este a pique con todo, pasajeros y tripulación. Días mas
tarde, el loro y el mago se encontraron como náufragos flotando en
sendos maderos, y curiosamente, el animalito no dijo ni una sola palabra
por espacio de dos días.
Hasta que por fin el ave se le quedo mirando fijamente al mago y le dijo:
"Me rindo, ¿donde metiste el barco?"
