fernando R.
Arrancando






¡Muy buenas!
Pues como dije ayer en presentaciones, ahí va la historia de mi k100 (8v).
El primer propietario de esta moto fue mi padre. La compró nueva el 14 de julio de 1986 (yo no había cumplido aún los 10 años) y le hizo en un año los primeros 25.000 km. En los tres años siguientes, por cuestiones que tampoco tienen mucha relevancia, pudo hacerle a la moto sobre 6.000 km más y decidió venderla en noviembre de 1990 con alrededor de 31.000 km, estando yo a punto de cumplir los 14 años.
Perdí la pista de la moto en 1991 después de que hubiera tenido dos propietarios más en Cáceres y pudiese disfrutar viéndola de vez en cuando por el centro de la ciudad. Hace dos años o así, mi padre me refrescó la matrícula y busqué en la DGT, a ver si seguía dada de alta pidiendo un informe reducido. Cuál fue mi sorpresa cuando vi que la moto seguía en activo, con incidencias y me puse manos a la obra para intentar localizar al que entonces era el dueño… 33 años después de haberle perdido la pista a la moto.
En el informe completo salía poca cosa. Había tenido 5 ó 6 propietarios, los km eran muy pocos en su última lectura de 2015 (38.500 km) y era síntoma de que la moto había sido un capricho que había pasado de mano en mano, pero sin darle mucho uso. Esto es una pena, sobre todo en motos como estas, que es preferible que tengan 150.000 km y se usen todos los días a que tengan 50.000 y se arranquen cada 6 meses para escuchar como suenan, pero bueno… ya tenía un nombre del que empezar a tirar del hilo.
Y del hilo tiré, pero no había nada al otro lado. El propietario no existía en internet, sólo encontré su nombre en algunas publicaciones antiguas de arquitectura y pude saber que era arquitecto (yo también lo soy), pero ni móvil, ni correo electrónico, ni redes sociales ni nada de nada. Más tarde supe que era un señor mayor por algún antiguo compañero con el que había hecho algún concurso 20 años atrás, pero nadie sabía darme una forma de contacto.
Así es que la solución fue “fácil”. Cada cierto tiempo pagaba religiosamente la tasa de la DGT para pedir el informe completo y ver si había cambiado de propietario la moto, pero nada se movía y la moto seguía con los 38.000 km, sin seguro y sin ITV desde 2015… hasta hace cosa de un mes que pedí de nuevo el informe y comprobé que había otro cambio de titular.
En este caso la cosa me gustaba menos, porque había cambiado de manos en octubre de 2024 y tenía pasada ITV en marzo de 2025. Es decir, todo olía a restauración de la moto y, por tanto, a más complicaciones para conseguir recuperarla. Pero me puse a buscar al propietario… y tampoco salía en internet. Abrí hasta una cuenta de Facebook (no tengo) para intentar contactar con gente que se apellidaba como él, que posteriormente constaté que eran sus hermanos, pero sin suerte, porque no usaban fb desde 2018.
Y sin manera de conseguir un número de teléfono por tema de protección de datos, vi que el último recurso era aprovechar que la moto estaba asegurada. Así es que fui a una de las oficinas de la aseguradora aquí en Cáceres y le conté al señor la historia de la moto, que entendía que no me podía dar el teléfono de su cliente por protección de datos, pero que si podía hacerme el favor de llamarle para explicarle la situación y facilitarle mi número de teléfono. El tipo se enrolló con el tema, le llamó y conseguí contactar con el dueño de la moto que compró mi padre en el 86.
Cuando le conté la historia me dijo que la moto se la había regalado un amigo arquitecto que estaba muy mayor y la tenía debajo de unas sábanas desde hacía 10 años sin usar. Que era una lástima, porque si hubiese contactado con él antes, me la hubiera regalado por haber sido de mi padre, pero que se le había hecho una restauración importante a nivel de mecánica y muchos trabajos de estética como un pintado parcial, cambio de depósito, etc…
En ese momento entendí que mi gozo iba a quedar en un pozo, pero el señor, porque es un SEÑOR en mayúsculas, me dijo que en el punto en el que estábamos no podía regalarme la moto, porque se había gastado una pasta en ponerla a punto, pero que me la ofrecía por el importe de la reparación… y fue un “SÍ GRACIAS” en una décima de segundo casi que sin escuchar el importe, que ya os avanzo que no fue nada desproporcionado con el trabajo que comprobé después que se le había hecho (cualquiera podía haberme sacado el hígado sabiendo el valor sentimental de la moto).
Una semana después, un buen amigo me acercó en coche a La Antilla (Huelva) porque allí había ido a parar la K100 y el SEÑOR (insisto en ponerlo en mayúsculas) nos invitó a comer y tuvimos una charla más que agradable sobre la moto. Al acabar me puse pantalones, botas, casco y guantes y vine rodando a Cáceres con una sonrisa en mi cara, casi 400 km, para traer de vuelta la K100 de mi padre 35 años después de que se fuera no sabemos dónde.
Y aquí os paso algunas fotillos de la moto. Del día que llegó, de alguna salida que hice en los días posteriores y de los colectores limpios, que más de uno tendrá los ojos sangrando viendo el estado en el que estaban por el paso del tiempo y la falta de cuidados… jejeje… hay que desmontarlos para limpiarlos mejor, pero ahora por lo menos dan la cara.
Perdón por el tocho, pero si habéis leído hasta el final, espero que hayáis disfrutando al menos tanto como yo poniendo en orden toda la historia.
¡Salud!