La parroquia del pueblo estaba pasando por serios aprietos económicos y el Párroco recordó que JAMAS había recibido ni una sola contribuciónde parte del abogado más acaudalado del pueblo. Entonces, el cura se llega hasta el despacho del abogado y le dijo:
- Señor: a pesar de que usted es la persona que gana más dinero en todo el pueblo, no ha realizado ninguna donación a la parroquia. ¿No le gustaría ayudarnos?
El abogado lo pensó un momento y respondió:
- Primero dígame... al realizar esa "investigación" tan puntillosa sobre mis bienes... ¿descubrieron acaso que mi madre está agonizando tras una larga y dolorosa enfermedad y que el tratamiento médico a lo largo de estos años supera todo lo que ella puede pagar?
- Eh, no... -respondió abochornado el párroco.
- Segundo: ¿Descubrieron que mi hermano, un veterano de guerra, está ciego y condenado a una silla de ruedas, totalmente incapaz de mantener a su esposa y seis hijos?
- Ohhh... no teníamos idea... - contesta el párroco, ya muy incómodo.
- Tercero: Descubrieron acaso que el esposo de mi hermana falleció en un terrible accidente, dejándola con tres hijos y una tremenda hipoteca?
Totalmente abochornado el pobre curita empezaba a esbozar una disculpa pero el abogado lo interrumpe:
- Y, si a ellos no les paso ni un centavo, por qué cree que se lo daría a ustedes, ¿eh?
- Señor: a pesar de que usted es la persona que gana más dinero en todo el pueblo, no ha realizado ninguna donación a la parroquia. ¿No le gustaría ayudarnos?
El abogado lo pensó un momento y respondió:
- Primero dígame... al realizar esa "investigación" tan puntillosa sobre mis bienes... ¿descubrieron acaso que mi madre está agonizando tras una larga y dolorosa enfermedad y que el tratamiento médico a lo largo de estos años supera todo lo que ella puede pagar?
- Eh, no... -respondió abochornado el párroco.
- Segundo: ¿Descubrieron que mi hermano, un veterano de guerra, está ciego y condenado a una silla de ruedas, totalmente incapaz de mantener a su esposa y seis hijos?
- Ohhh... no teníamos idea... - contesta el párroco, ya muy incómodo.
- Tercero: Descubrieron acaso que el esposo de mi hermana falleció en un terrible accidente, dejándola con tres hijos y una tremenda hipoteca?
Totalmente abochornado el pobre curita empezaba a esbozar una disculpa pero el abogado lo interrumpe:
- Y, si a ellos no les paso ni un centavo, por qué cree que se lo daría a ustedes, ¿eh?