Nacion Motera
Los moteros somos como antiguas tribus nomadas, donde haya una carretera o un camino ahi esta nuestra nacion, nos movemos por todo nuestro territorio y nos juntamos donde queremos.
Cuando el imaginario cuerno motero suena, su llamada alcanza todo el orbe y tribus variadas de distintos territorios y naciones convergen en cualquier sitio donde hayan sido convocadas.
No se muy bien que es ser un motard de verdad, pero se que tener moto no te hace motard y se que no se es motard de verdad solo por pasar frío, solo por eso los nórdicos y rusos serian los auténticos y únicos motards del mundo, a nadie nos gusta pasar frío por que si, pero a un motard no le importa hacer mogollón de kms bajo el frío para ir a reencontrarse con los colegas que desea estar, ya se calentaran con el calor de la amistad compartida junto al fuego de una buena hoguera que también da calor y...
.....unos buenos lingotazos de orujo también ayudan
Las invernales siempre han estado rodeadas de ese aura difícil de explicar, por algo será
dicen que bicicletas y motos son para el verano, puede ser
pero los motard no entienden de estaciones, solo de sensaciones
y que mejor que leer al Maestro PINGU para entenderlo:
http://pingu.roadleader.es/
Alrededor de una hoguera está el paradigma de las más ancestrales actividades de la especie humana. Sentados sobre un tronco junto al fuego se cuentan historias y anécdotas que provocan recuerdos en los más experimentados y abren los ojos de los atónitos novatos que acuden a estas citas ávidos de aprender de estas vivencias, ansiosos de sentirse aceptados por la familia de los moteros más curtidos.
Las concentraciones moteras tienen ese aroma a humo que templa las voluntades de los que, aparentemente en contra de la lógica, eligen la moto para viajar en invierno. Parece una locura acometer la lucha contra los elementos una fría mañana de invierno para subirse a la moto cargado como una mula e intentar llegar a un pueblo perdido en la montaña. Sin embargo ese lugar en el “culo del mundo” es un oasis de compañerismo donde compartir con tus iguales la necesidad de sentirte vivo. Un paréntesis en la vida diaria que nos permite olvidarnos de los problemas durante un par de días. Quien no vive la moto no puede entender que prescindir del calor de la calefacción, del agua caliente, del cómodo sofá y de la tele de plasma es también una elección válida y seguramente más provechosa que amortizar la comodidad que la vida nos ha permitido alcanzar.
Las concentraciones moteras invernales tienen una complicidad en el aire, ese aire helado que produce admiración mutua hacia todo aquél que se cruza contigo. Alguien ataviado con sus ropas moteras, con su gorro de lana, con las botas manchadas de barro, con su taza de aluminio humeante por el reconfortador caldo. Alguien que te ofrece un trago de la bota de vino de su tierra con alguien a quien acaba de conocer aunque ya por estar allí forma parte de su familia motera.
Un amigo firma sus posts en el foro con algo así como que “explicar lo que se siente al conducir una moto a alguien que nunca ha conducido una moto es como intentar explicar un orgasmo a una virgen”… y es verdad. Ir en moto a una invernal es un poco eso. No puedes convencer a nadie de que vaya porque los argumentos parecen espantar más que apetecer, pero una vez que has ido sabes que quieres repetir. Contra todo pronóstico todos los prejuicios se tornan minúsculos cuando abrazas de nuevo a tus amigos, ésos a quienes sólo ves unas pocas veces al año.
Todo el frío, todas las incomodidades y todo el sacrificio han valido la pena. Un año más estamos allí para ocupar nuestro sitio junto al fuego, alrededor de la hoguera donde contaremos otra vez las mismas historias y alguna más. Y brindaremos por vernos de nuevo alrededor de la hoguera y pasearemos nuestras antorchas por los compañeros caídos, ésos a quienes los más jóvenes tal vez no puedan poner nombre… todavía.
Así son las invernales, como el consejo de ancianos de la tribu, como la búsqueda de la pureza del espíritu motero recordando a sus antepasados y educando a los jóvenes para que mantengan la tradición de estar juntos, de ser una familia, de transmitir junto al fuego lo aprendido en tantas batallas ya vividas y de respetar lo que nos ha sido dado, aprovechando con los amigos el tiempo que se escurre entre los dedos como el agua gélida del deshielo.
pd: si despues de leer esto no se te han puesto los pelillos de punta, entonces si que no eres un motard ;D ;D
queeeeess broma !!