PITINGO EL VIKINGO
24 de abril
Andenes (N) - Tromso (N)
473 kms
Hoy me he despertado a las 5 de la mañana pensando en auroras boreales.
Alguno se habrá dado cuenta de que lo mío no es un viaje organizado así que si hay auroras nadie va a venir a despertarme. Es verdad que hay apps que te avisan cuando en tu ubicación hay cierto porcentaje de posibilidades de verlas, pero de eso me enteré más tarde.
Total que decidí levantarme para asomarme por la ventana, por si acaso.
Y ahí estaba.
La nieve, digo.
Estaba nevando.
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(vista desde la habitación)
Me daba mucha pereza pero no creo que vuelva a estar muchas veces en mi vida en Andenes, a pocos metros del faro, junto a la playa y nevando, así que me levanté a dar un paseo.
Hay una autocaravana con matricula de España justo al lado de la casa en la que duermo.
Doy una vuelta, hago unas fotos y me acuesto otra vez.
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Cuando me levanto definitivamente unas horas después, no queda rastro de la nieve.
Dejo el apartamento con mucho estrés.
Ayer no te lo dije, pero este apartamento tan molón está lleno de normas. No toques esto, haz la cama (obligatorio hacértela porque si no te cobran lavar el colchón), recoge aquello, la basura allí, bla, bla, bla.
Del frigorífico que hacía ruido no ponía nada. Claro que lo desenchufé y esta mañana había un charco de agua. Bueno, ya está limpio.
La cosa es que me he ido asustado por si he infringido alguna norma rara que no haya comprendido bien.
Voy a despedirme del faro.
Hay una pareja y se acerca. Son los españoles de la autocaravana. Más majos que la leche.
Nos quedamos charlando un buen rato.
Están haciendo el mismo recorrido que yo pero en sentido contrario. Ya han estado en Cabo Norte y enfilan el sur.
No pudieron llegar con su vehículo. Desde Honninsvag montaron en el autobús oficial, preparado para el mal tiempo.
Vaya.
Él hizo este recorrido hace 40 años.
Eso sí que era una aventura, le digo, y asiente.
Ella se queja de que en Finlandia había mucha nieve y frío. Me río en voz baja. Pero ¿a dónde creías que venías?
Hablamos del viaje en moto y de los kilómetros que tiene la mía.
Les parece una locura.
Bueno, quedarme en casa pudiendo venir hasta aquí me parece más locura.
Nos reímos.
Quieren ir a avistar ballenas y frailecillos pero en esta época los tours de turistas no funcionan.
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El ferry que debía llevarme a la isla de Senja en poco más de hora y media, tampoco (bueno, no me haré el ofendido, ya lo sabía). Así que enfilo hacia el sur por donde vine ayer.
Toca dar un rodeo del copón (echa un vistazo al mapa). Ojalá pudiera dar todos los días un rodeo tan hermoso.
Algo se mueve junto a la carretera.
Unos ojos me miran.
Paro la moto.
Da unos saltitos para atrás, se vuelve a parar y a girarse para mirarme.
Es un pequeño alce. Son muy asustadizos y siempre buscan la protección del bosque.
Nos quedamos mirándonos.
Como seguro que él verá más motos que yo alces se aburre antes y se va dando saltitos pero con las patas traseras solamente. Tienen una manera muy graciosa de avanzar estos animalitos.
Sigo.
Algo se mueve junto a la carretera.
Unos ojos me miran.
Paro la moto.
Oh, no.
Es un policía.
Me parece simpático porque se parece a Pitingo pero en pelirrojo.
Rapidamente le bautizo como Pitingo el vikingo pero como sé que no lo va a pillar no le comento nada.
- ¿Velocidad?, le pregunto.
- Sí. Acércate- contesta Pitingo el vikingo.
Me muestra una pantalla. Iba a 88 kms/h.
Bueno, menos mal que no es mucho, pienso.
- El límite era 80, ¿verdad?
Niega con la cabeza.
- 60 kms/h.
Rayos, trago saliva en forma de cubitos porque se me está helando.
- Tienes un problema, comenta Pitingo (el vikingo).
- Circular a más de 86 kms/h supone la retirada del carnet en el acto, me explica.
Un montón de risas pasan por mi mente.
Las que se van a pegar todos aquellos que lean la crónica cuando empiece diciendo que “yo he ido 4 veces a Cabo Norte y no he llegado ninguna. La última porque un vikingo que se parecía a Pitingo me quitó el carnet de conducir”.
Me dan ganas de tirarme al suelo y empezar a llorar dando patadas y puñetazos al asfalto, pero no lo hago.
Me quedo mirando la moto.
Y, mirando las pegatinas, le empiezo a explicar que he viajado por más de 60 países, que yo soy muy respetuoso con las costumbres de los lugareños y con todas las normas de los países (no te digo yo que no me diera aquí un poco de tos) y que bla, bla, bla.
O porque los vikingos tienen su corazoncito debajo de sus cascos con cuernos (bueno, éste llevaba gorra) (sin cuernos) o porque le interesaba que me callara y me fuera me dijo que iba a hablar con su jefe.
Bien Pitingo, gracias.
Mientras su compañero hace la consulta le pregunto por el ferry.
Que en mayo funciona.
Sigue parando coches. ¡Pero si aquí va todo el mundo lentísimo!
Su compañero vuelve sonriendo. Eso es bien.
Me dice que su jefe le ha autorizado. Que no me preocupe, que me han cazado a 85 kms/h y así puedo continuar el viaje.
Os jodéis, no vais a reíros porque no llego otra vez a Nordkapp. Al menos no porque Pitingo el vikingo me haya quitado el carnet.
Pero me dice que la multa no me la quita ni Rita, aunque con otras palabras.
Son 12.700 kr de nada.
Hago el cálculo: 1100 €.
Iba a empezar a darme cabezazos contra una señal que advertía de la presencia de renos cuando siguió hablando con naturalidad anunciándome que la multa me llegará a casa, que le haga unas fotos a la denuncia que me enseña en su móvil y que siga con el viaje.
Pienso lo mismo que tú. Busco la cámara oculta. No la veo. Busco la cámara de mi móvil. Hago la foto a la denuncia y arranco como si fuera una salida de motogp.
Aquí pasan de retirarte el carnet y joderte la vida a 5000 kilómetros de casa, a retirarte 1100 € y joderte la cartera, a darte una denuncia fotográfica y que ya la recibirás en papel.
Todo esto con la intermediación de un vikingo que se parece a Pitingo.
Bendito humor el noruego, qué jodíos, que mal rato me han hecho pasar al principio.
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