Os agradezco a todos de corazón vuestras palabras, y tanto en mi nombre como en el de la familia de Ricardo os doy las gracias.
Ricardo era una persona muy timida, y que jamás le gustaba llamar la atención. Su funeral fue como jamás él hubiera imaginado: escoltado por la policía desde el tanatorio al cementerio, varios medios de comunicación siguieron la comitiva funebre, decenas de coranas venidas de toda España que tuvieron que poner en dos coches funebres aparte, y motos de todo el país, de toda indole y clase le acompañaron a un ritmo sereno, sin estridencias, casi a ralentí y en silencio por toda la ciudad en señal de luto y dolor por la perdida de nuestro amigo.
Su familia, aunque muy dolorida por los hechos, se sintió realmente orgullosa de las muestras de afecto, cariño y respeto hacía su hijo, y de la comitiba que acompañó a Ricardo en su último viaje, reflejo del amor y la silenciosa dedicación por las motos, su generosidad desinteresada y buen corazón hacia todo el mundo.
Como él decía "el día que no pueda montar en moto no quiero vivir". Su felicidad y su vida giraban entorno a la moto, y a los que lo queriamos y apreciabámos, nos queda el consuelo de saber de que dejó esta vida haciendo lo que mas le gustaba, y queremos pensar que sin sufrimiento, y que tal vez la vida le deparase "una vida sin moto" que él no estuviera dispuesto a vivir, y que su gran viaje a la eternidad solo fue adelantado por este tragico suceso, y que desde allí arriba, orgulloso de saber lo que por él sentiamos y lo que lo queríamos, velará por nosotros, reservándonos un sitio de privilegio, digno de su generosidad, para el momento en que Dios disponga nuestro viaje junto a él.
Ricardo, amigo, mi gran amigo, nunca te olvidaré. Descansa en paz.