Bastante perdido entre los días en que uno no va ni aunque lo empujen y ésos en los me saltaban las alarmas por exceso de inspiración, el caso es que no conseguía estar del todo en mi ser. Es lo que tiene conducir de oído, que te falta el orden del conociemiento. Aunque peque de repetirme, quiero decir que leer al Doctor y a Code me ha despertado las ganas de conocer y ha puesto en claro mis objetivos: disfrutar con seguridad. Espero que la práctica de ese conocimiento me ayude a conseguirlos.
A lo que iba. En ese estado de confusión que os describía, cierto día de los que podría decirse era de intuición controlada, me encontré bastante cómodo conduciendo sólo con el gas constante y trazando justo por el centro de mi carril. No quería ir rápido ni lento, sólo quería conducir con lo mínimo: limitar la velocidad a lo que me pedía la curva y no liarme con las trazadas. Sencillamente me olvidé de todo lo demás. Ahora entiendo que en los días malos se me acumulaba demasiado trabajo en las curvas más complicadas y en los días buenos no lograba comprender todos los factores que hacían que me saliera bien. Este recurso a lo simple consiguió calmarme y empecé a ver cosas que antes no veía. Desde la velocidad que permite hacer toda la curva acelerando se notaba que el gas me estabilizaba en la propia curva y desde el medio del carril aparecían otras formas de hacer más corto el camino. En fin, que me impuse esta terapia del gas y el centro del carril como una solución a mis angustias y como el inicio de una forma más ordenada de plantearme la conducción. Bueno o malo, el caso es que el remedio me ha traído hasta aquí, en busca de más explicaciones.
A lo que iba. En ese estado de confusión que os describía, cierto día de los que podría decirse era de intuición controlada, me encontré bastante cómodo conduciendo sólo con el gas constante y trazando justo por el centro de mi carril. No quería ir rápido ni lento, sólo quería conducir con lo mínimo: limitar la velocidad a lo que me pedía la curva y no liarme con las trazadas. Sencillamente me olvidé de todo lo demás. Ahora entiendo que en los días malos se me acumulaba demasiado trabajo en las curvas más complicadas y en los días buenos no lograba comprender todos los factores que hacían que me saliera bien. Este recurso a lo simple consiguió calmarme y empecé a ver cosas que antes no veía. Desde la velocidad que permite hacer toda la curva acelerando se notaba que el gas me estabilizaba en la propia curva y desde el medio del carril aparecían otras formas de hacer más corto el camino. En fin, que me impuse esta terapia del gas y el centro del carril como una solución a mis angustias y como el inicio de una forma más ordenada de plantearme la conducción. Bueno o malo, el caso es que el remedio me ha traído hasta aquí, en busca de más explicaciones.
