montero dijo:
A lo mejor, si vivieseis en un pueblo pequeño como yo, de montaña, donde hay infinidad de caminos de tierra, o pistas, como querais llamarlo, y vieseis como quedan estos caminos, despues de pasar por ellos los p...s domingueros moteros y quaderos, seguro que no veiais tan mal esta ley, bueno, como quedan y como circulan por ellos, por que estos, el respeto al medio ambiente y todo eso se lo pasan por el forro. Un saludo.
Pues no dudo de que haya mucho cafre suelto -vamos, que estoy seguro de que haberlos haylos- y sin duda estarás harto de ver cómo esos animales de bellota arrasan por los caminos cercanos a tu pueblo, pero no creo que por ello la solución sea prohibir la entrada al monte a todo el mundo.
En nuestras carreteras se producen anualmente miles de accidentes, que incluyen un elevado número de víctimas mortales y a nadie se le ocurriría pensar que la solución es prohibir conducir... porque lo que esta claro, es que si lo hicieran se acabarían definitivamente los accidentes.
Sin embargo, parece que en el campo, en donde por cierto apenas hay accidentes mortales, la solución es prohibir el acceso a cualquier vehículo, así sin más. Me parece sencilla y llanamente un atropello, una merma importantísima de libertades, una absoluta falta de criterio, de imaginación y de verdadera voluntad de ordenar adecuadamente la convivencia en nuestra sociedad. Una perogrullada propia de "iluminatis" descerebrados y preocupados exclusivamente por mantener los votos, que como agua se les escapan de entre las manos por su gestión mediocre, sus ridículas patochadas, por el rumbo errático que llevamos y en general por el cúmulo de despropósitos en que se ha convertido la mal llamada "vida política" de nuestra nación... si es que ahora puede seguir llamándose así.
Sinceramente, creo que seguimos caminando en la dirección equivocada. Que seguimos restringiendo y prohibiendo en lugar de educar adecuadamente. Que la relación con nuestros semejantes y con el entorno se fundamenta sobre imposiciones, sanciones y merma de libertades, en lugar de basarlo sobre la responsabilidad, la tolerancia, el conocimiento y el respeto mutuo. Y así, vamos mal… muy mal.
Me perecería mucho más justo y apropiado regular la entrada al campo, de forma que esta se produzca de forma adecuada, respetando al resto de los usuarios del campo y de manera que permita la correcta conservación del entorno natural.
Precisamente, la preocupación, el respeto y la conservación del medio, es una constante en aquellos que realmente aman los espacios naturales, independientemente de que los disfruten paseando, en bicicleta, a lomos de un caballo o sentados sobre una moto. La razón es muy sencilla: para poder practicar y disfrutar de cualquiera de esas actividades hace falta campo y espacios naturales abiertos. Si, incluido y muy especialmente, para disfrutar de la moto de campo.
El problema es, precisamente, toda esa gente que hasta ahora apenas había tenido contacto con la naturaleza y que no entiende que la primera regla para circular por el campo es el respeto hacia el entorno y los demás usuarios que lo comparten. Son personas que no han sido educadas en contacto con el campo, que no entienden lo que significa un espacio natural, que jamás han tenido la oportunidad de aprender a respetarlo y a cuidarlo, sencillamente porque no lo han pisado.
Si ahora fomentamos el alejamiento y la prohibición de pisarlo, es posible que evitemos la mínima –si, porque en general es mínima, especialmente comparado con otros procesos generalizados- degradación que produce el tránsito de vehículos motorizados por el campo, pero crearemos generaciones de auténticos analfabetos del medio natural. Estos iletrados, en su profunda ignorancia, no tendrán reparos en seguir destrozando miles de hectáreas a favor de la especulación inmobiliaria y de un supuesto y malentendido “progreso”, que esta convirtiendo a España en el principal país devorador de espacios naturales de toda la UE.
De hecho, el verdadero cáncer del campo son precisamente todos esos desconocedores del entorno natural, que jamás aprendieron ni tuvieron la oportunidad de aprender a respetarlo a través de su conocimiento. Son ellos los que están talando nuestros árboles, los que acaban con cientos de especies todos los años, los que arrasan miles de kilómetros de costa, los que construyen encima de una playa o los que queman montes para llenar El Escorial de centros comerciales y Mc Donalds. A esos jamás les importó un miserable pepino conservar lo que heredaron de sus padres o si al pico picapinos le queda algún pino en el que picar. Son los mismos que aparcan sin parquímetro, fuman en donde les viene en gana, no están en las listas de espera de la Seguridad Social, no tienen problemas para poder comprar una vivienda digna y se saltan los límites de velocidad con una sirena cuando les da la gana… A ellos la ley no les afecta, no va con ellos, viven en un mundo aparte y por encima de los demás mortales… pero nos dicen a todos los demás lo que tenemos que hacer. Y encima se ríen. Ahora no se puede correr en ninguna carretera, no se puede comprar una botella de vino después de las 10 de la noche, no se puede tomar una copa en la calle, no se puede aparcar más que pagando, no se puede hacer nada que no este sancionado, regulado, establecido, legislado, cobrado y estipulado… a partir de ahora tampoco se podrá pisar el campo.
Y no digo que no tenga que haber leyes. Las leyes están para ordenar la vida en sociedad, pero por encima de las leyes esta el sentido que las inspira. Y sobre todo, que las leyes están ahí para servir al hombre, no para que el hombre sirva a las leyes. Es mejor educar y hacer o no hacer bajo la responsabilidad, el conocimiento, el respeto, la tolerancia y la libertad de cada uno de nosotros, que hacerlo desde la ignorancia, el temor a la sanción y la limitación de nuestras libertades.
Al margen de todo, es bueno, sano y casi necesario poder y saber transgredir de forma “racional” alguna norma de vez en cuando; eso es lo que nos hace sentirnos dueños de nuestro propio destino y no un simple engranaje mas de una maquinaria. Y eso y no otra cosa es lo que a la postre nos hace ser verdaderamente responsables y conscientes de nuestros propios actos. Lo demás es aborregarse.
Si, porque nos están convirtiendo en auténticos borregos…
¡¡¡¡BEEEEEEEEEEE!!!!