Hola que hay.
Pudiera se dar “Aquí” como en el actual espacio sideral, en el que, nos encontramos actualmente.
Lo mismo que a don Francisco de Quevedo y Villegas (1580 - 1645) vivió en una España en crisis, sumida en la depresión y en la decadencia. Fue un hombre barroco hasta la medula. Su inteligencia le permitió ver las realidades negativas ocultas detrás de las apariencias engañosas. Su lucidez de la decadencia, su desasosiego íntimo y su anegada visión del destino lo llevaron a adoptar una visión pesimista ante el mundo, unas voces cifradas en la defensa del estoicismo teórico o en la visión satírica detractora de la realidad de un frenesí aniquilador de apariencias equívocas.
*Utilizo la introducción realizada por Ángel Basanta, del libro Pesia Lírica, en parte, mezclada con consideraciones mías.
Hoy jueves, por la mañana, estando en una biblioteca de Ciudad Real; con un libro en mis manos de don Francisco de Quevedo y Villegas *Poesía Lírica . Leyéndolo me a parecido oportuno tomar notas de el, para dar a conocer el proceder en siglos pasados :
sigue hoy sigue siendo el mismo :
ya que pudiera dar similitud o parecido con, circunstancias dadas.
En esta biblioteca Bmwmotos, encontramos; obras “No son Quevedianas” pero si que en algunas de estas encontramos composiciones impregnadas de exaltación intensa, de la cínica negación o la visión aniquiladora en los escritos satíricos y burlescos, y la estoica actividad de entrega al estoicismo en cuanto a la moral.
Para los amigos que han decidido dejar de escribir en estas páginas. A la vez, seguro estoy, que por ello no dejaran de ser amigos de todos; y que si no escriben al menos nos lean de vez en cuando, para en un momento dado vuelvan y disfrutemos con sus escritos.
Las personas tenemos nuestras circunstancias, tomando tragedia de lo vivido, y en ocasional asunto damos testimonio escrito de ello. En casos dados tras la lectura de distintos testimonios se hace síntesis, la cual puede dar lugar al desengaño, resultante del cansancio, el desanimo, el desencanto, la adversidad o la importancia humana abocada a la resignación u no. Es una cuestión barroca del pensamiento.
Hala hasta luego.
Pudiera se dar “Aquí” como en el actual espacio sideral, en el que, nos encontramos actualmente.
Lo mismo que a don Francisco de Quevedo y Villegas (1580 - 1645) vivió en una España en crisis, sumida en la depresión y en la decadencia. Fue un hombre barroco hasta la medula. Su inteligencia le permitió ver las realidades negativas ocultas detrás de las apariencias engañosas. Su lucidez de la decadencia, su desasosiego íntimo y su anegada visión del destino lo llevaron a adoptar una visión pesimista ante el mundo, unas voces cifradas en la defensa del estoicismo teórico o en la visión satírica detractora de la realidad de un frenesí aniquilador de apariencias equívocas.
*Utilizo la introducción realizada por Ángel Basanta, del libro Pesia Lírica, en parte, mezclada con consideraciones mías.
Hoy jueves, por la mañana, estando en una biblioteca de Ciudad Real; con un libro en mis manos de don Francisco de Quevedo y Villegas *Poesía Lírica . Leyéndolo me a parecido oportuno tomar notas de el, para dar a conocer el proceder en siglos pasados :


En esta biblioteca Bmwmotos, encontramos; obras “No son Quevedianas” pero si que en algunas de estas encontramos composiciones impregnadas de exaltación intensa, de la cínica negación o la visión aniquiladora en los escritos satíricos y burlescos, y la estoica actividad de entrega al estoicismo en cuanto a la moral.
Para los amigos que han decidido dejar de escribir en estas páginas. A la vez, seguro estoy, que por ello no dejaran de ser amigos de todos; y que si no escriben al menos nos lean de vez en cuando, para en un momento dado vuelvan y disfrutemos con sus escritos.
[A un amigo que retirado de la corte pasó su edad]
Dichoso tú, que alegre en tu cabaña,
Mozo y viejo espiraste la aurea pura,
Y te sirve de cuna y sepultura,
De paja el techo, el suelo de espaldaña
En esa soledad que libre baña
Callado Sol que lumbre más segura,
La vida al día más espacio dura,
Y la hora sin voz te desengaña.
No cuentas por las consulas los años;
Hacen tu calendario tus cosechas;
pisas todo tu mundo sin engaños.
De todo lo que ignaras te aprovechas;
Ni anhelos premios ni padeces daños,
Y te dilatas cuanto más te estrechas.
Dichoso tú, que alegre en tu cabaña,
Mozo y viejo espiraste la aurea pura,
Y te sirve de cuna y sepultura,
De paja el techo, el suelo de espaldaña
En esa soledad que libre baña
Callado Sol que lumbre más segura,
La vida al día más espacio dura,
Y la hora sin voz te desengaña.
No cuentas por las consulas los años;
Hacen tu calendario tus cosechas;
pisas todo tu mundo sin engaños.
De todo lo que ignaras te aprovechas;
Ni anhelos premios ni padeces daños,
Y te dilatas cuanto más te estrechas.
Las personas tenemos nuestras circunstancias, tomando tragedia de lo vivido, y en ocasional asunto damos testimonio escrito de ello. En casos dados tras la lectura de distintos testimonios se hace síntesis, la cual puede dar lugar al desengaño, resultante del cansancio, el desanimo, el desencanto, la adversidad o la importancia humana abocada a la resignación u no. Es una cuestión barroca del pensamiento.
[Epístola satírica y censoria contra las costumbres presentes de los castellanos, escrita a don Gaspar de Guzmán, Conde de Olivares, en su valimiento]
No he de callar, por más que con el dedo,
Ya tocando la boca o yo la frente,
Silencio avises o amaneces miedo.
¿No ha de haber en un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Hoy, sin miedo que libre escandalice,
Puede hablar el ingenio, asegurado
De que mayor poder le atemorice.
En otros siglos pudo se pecado
Severo estudio y la verdad desnuda,
Y rompe el bien hablado.
Pues sepa, quien lo niega y quien lo dudada,
Que es la lengua la verdad de Díos severo,
Y la lengua de Díos nunca fue muda.
Son la verdad y Díos, Díos verdadero
Ni eternidad divina los separa,
Ni de los dos alguno fue primero.
Si Díos a la verdad se adelantara,
Siendo verdad, implicación hubiera
En ser, y que en verdad de ser dejara.
La justicia de Díos es verdadera,
Y la misericordia y todo cuanto
es Díos, todo ha de ser verdad eterna.
Señor excelentismo mi llanto
Ya no consientes márgenes y orillas
inundación será mi canto
Ya sumergirse miro mis mejillas,
La vista por dos urnas derramadas
Sobre las aras de las dos castillas,
Yace aquella virtud desaliñada,
Que fue, si ricas manos, mas temida
En vanidad y en sueño sepultada,
Y aquella la libertad esclarecida,
Que donde supo honrada muerte,
Nunca quiso tener más larga vida;
Del tiempo el ocio torpe, y los engaños:
Nadie contaba cuánta edad vivía,
Sino de qué manera: ni aun un´hora
Lograba sin afán su valentía.
No he de callar, por más que con el dedo,
Ya tocando la boca o yo la frente,
Silencio avises o amaneces miedo.
¿No ha de haber en un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Hoy, sin miedo que libre escandalice,
Puede hablar el ingenio, asegurado
De que mayor poder le atemorice.
En otros siglos pudo se pecado
Severo estudio y la verdad desnuda,
Y rompe el bien hablado.
Pues sepa, quien lo niega y quien lo dudada,
Que es la lengua la verdad de Díos severo,
Y la lengua de Díos nunca fue muda.
Son la verdad y Díos, Díos verdadero
Ni eternidad divina los separa,
Ni de los dos alguno fue primero.
Si Díos a la verdad se adelantara,
Siendo verdad, implicación hubiera
En ser, y que en verdad de ser dejara.
La justicia de Díos es verdadera,
Y la misericordia y todo cuanto
es Díos, todo ha de ser verdad eterna.
Señor excelentismo mi llanto
Ya no consientes márgenes y orillas
inundación será mi canto
Ya sumergirse miro mis mejillas,
La vista por dos urnas derramadas
Sobre las aras de las dos castillas,
Yace aquella virtud desaliñada,
Que fue, si ricas manos, mas temida
En vanidad y en sueño sepultada,
Y aquella la libertad esclarecida,
Que donde supo honrada muerte,
Nunca quiso tener más larga vida;
Del tiempo el ocio torpe, y los engaños:
Nadie contaba cuánta edad vivía,
Sino de qué manera: ni aun un´hora
Lograba sin afán su valentía.
Hala hasta luego.