¡No te quejarás, Nina!. Has recibido consejos para todos los gustos. Pero creo, y en eso coincido con casi todos, que el dueño es el culpable de la situación. No el perro.
Por experiencia propia, quiero darte mi opinión al respecto. En una ocasión me pasó algo parecido, y en vista de que el vecino no se iba a mudar, y yo tampoco, opté por hacerme amigo del perro. Llamándolo por su nombre, y con alguna golosina de vez en cuando (sin veneno), el perro llegó a mostrar alegría cada vez que me veía. Tardé unos meses, pero al final conseguí que las relaciones con el estúpido del vecino no se deterioraran a cuenta de su perro, que en definitiva no es el culpable, con lo que mi vida vecinal no se hizo insoportable por un gili.....
Es otra opinión. Vssssssssss.
Cristóbal.