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Los colores de la maquia.
La maquia es un ecosistema característico de las regiones mediterráneas, formado por un manto denso de arbustos y pequeños árboles adaptados a soportar veranos largos, secos y calurosos: especies como el lentisco, el madroño, el romero o la jara, que resisten tanto la sequía como los incendios, gracias a raíces profundas, hojas coriáceas y aceites esenciales que reducen la pérdida de agua. En lugares como el sur de Cerdeña, esta vegetación forma un mosaico de colores y texturas que no solo alegran la vida, sino que también definen la identidad visual de la región.
Aunque a simple vista pueda parecer un paisaje “enmarañado” y caótico, la maquia es en realidad un ejemplo de adaptación extrema a un clima duro. Su papel ecológico es vital: protege el suelo frente a la erosión, alberga una enorme biodiversidad y sirve de refugio a aves, mamíferos e insectos. Además, actúa como un importante sumidero de carbono y favorece la regeneración natural tras incendios, contribuyendo a la resiliencia del paisaje mediterráneo.
Foto: Vid Pogacnik.
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Grandes orejas.
Valeriy se encontraba en una expedición de verano en la parte mongol del desierto de Gobi cuando se topó con un jerbo de orejas largas. A medida que la sangre se mueve a través de las orejas de estos animales habitualmente nocturnos, el exceso de calor se disipa a través de la piel y el jerbo puede mantenerse fresco.
Foto: Valeriy Maleev.
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El gran espectáculo de la sabana.
Cada año, entre julio y septiembre, una de las escenas más impactantes de la naturaleza se repite con precisión ancestral: más de un millón y medio de ñus atraviesan la sabana desde el Serengueti tanzano hasta el Masái Mara keniano, en busca de pastos frescos. A su paso, el suelo tiembla y el polvo se alza. En este viaje titánico, los ñus no están solos. Cientos de miles de cebras, gacelas y otros herbívoros se suman al éxodo, formando una inmensa caravana que recorre hasta 3.000 kilómetros por año.
El momento más dramático suele llegar al cruzar el río Mara, donde cocodrilos, corrientes traicioneras y la pura desesperación convierten el agua en un campo de batalla natural. Sin embargo, el instinto y la necesidad les impulsan a enfrentarse a esta prueba fatal año tras año. Algunos se quedan por el camino: un sacrificio necesario para que la rueda de la vida siga girando.
Foto: Bianca Otero.
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De Kamchatka a todo el mundo.
Un terremoto de magnitud 8,8 en Kamchatka ha causado notables consecuencias. Una de ellas ha sido la erupción del volcán Krasheninnikov, inactivo desde hacía cientos de años, con columnas de humo de kilómetros de altura. También hubo otras seis erupciones. En varios países a lo largo del Pacífico se activaron alertas de tsunami y hubo evacuaciones, pero afortunadamente no hubo graves consecuencias.
Foto: Cordon Press.
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Sin el rabo entre las patas.
La ardilla roja, en general, mide aproximadamente 20 centímetros (Sciurus vulgaris), con el dato llamativo de que su cola mide casi lo mismo. Esta parte de su cuerpo les da equilibrio al caminar en ramas estrechas o cables, abrigo en invierno y hace de "paracaídas" al saltar de un lado a otro.
Foto: Cordon Press.
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Vendedor de flores en el lago Dal, India.
En Cachemira, un vendedor de flores rema por las tranquilas aguas del lago Dal. Los disturbios dinamitaron la paz de la región y acabaron con la industria turística. Cachemira había llegado a atraer a más de medio millón de visitantes al año.
Foto: Steve McCurry.
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Cabeza contra cabeza.
Stefano Unterthiner siguió a estos renos durante la temporada de berrea. Al ver la pelea, se sintió inmerso en "el olor, el ruido, la fatiga y el dolor de la escena". Los renos chocaron con las astas hasta que el macho dominante (el de la izquierda) ahuyentó a su rival, asegurándose la oportunidad de reproducirse. Los renos están muy extendidos por todo el Ártico, pero esta subespecie se encuentra solo en Svalbard. Las poblaciones se ven afectadas por el cambio climático, donde el aumento de las precipitaciones puede congelarse en el suelo, impidiendo el acceso a plantas que de otro modo se sentarían bajo la nieve blanda.
Foto: Stefano Unterthiner.
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¿Quedará agua para los demás?
Los búfalos pueden pesar hasta 500 kilos y beber hasta 40 litros de agua por día. Por eso, es habitual que vivan cerca de fuentes hídricas. Hasta que llegue algún depredador y huyan a gran velocidad o muestren su lado más agresivo para defenderse.
Foto: Clint Ralph.
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Última edición:
El pueblo que parece un LEGO.
En las colinas de Busan, la Aldea Cultural de Gamcheon despliega un mosaico de casas de colores que parecen encajar como piezas de un LEGO. Aunque parezca intencionado, este pueblo nació en los años 50 como un asentamiento improvisado para refugiados de la Guerra de Corea, levantado a golpe de necesidad y sin lujos. Décadas después, en 2009, un ambicioso proyecto de regeneración urbana transformó este barrio humilde en un lienzo vivo, salpicado de murales, esculturas y estrechos callejones que invitan a perderse.
Hoy, Gamcheon es uno de los rincones más fotografiados de Corea del Sur, donde cada fachada cuenta una historia y cada esquina parece conducir a una sorpresa distinta. Lo que antes era símbolo de precariedad se ha convertido en un ejemplo de cómo el arte y la creatividad pueden revitalizar una comunidad sin borrar su pasado, atrayendo a miles de visitantes que buscan ese equilibrio entre memoria y modernidad.
Foto: Risa Krisadhi.
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La roca más viral de Noruega.
Encajada entre dos paredes verticales a más de mil metros de altura, en las alturas del fiordo de Lysefjord, al suroeste de Noruega, la roca de Kjeragbolten parece desafiar la gravedad. A pesar de su aspecto precario, lleva ahí miles de años y no se ha movido ni un centímetro. Este fenómeno se debe a la acción de los glaciares durante la última Edad de Hielo, que al retirarse dejaron bloques de piedra aprisionados en posiciones imposibles. El encaje es tan exacto que el peso de la roca (se calcula que ronda las 5 toneladas) queda repartido de forma estable entre las dos paredes, sin generar suficiente fuerza hacia abajo como para deslizarse.
Foto: Scoundrelgeo.
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Todos a bordo.
¿Quién necesita coche cuando tienes a mamá? Estas pequeñas bolas de plumas viajan en primera clase sobre el lomo de su madre, bien resguardadas del frío y de los peligros. Mientras tanto, el padre se encarga de traer la comida, aunque a veces se turnan para que ella también pueda darse un chapuzón. El fotógrafo Paul Browning lleva cinco años siguiendo a esta pareja y documentando sus estrategias de supervivencia.
Los somormujos lavancos (Podiceps cristatus) son grandes progenitores: los polluelos están en el menú de varias rapaces, por eso se agarran al lomo materno para estar protegidos. Los padres les dan de comer sus propias plumas, que contienen enzimas que ayudan a los polluelos a digerir los bocados de pescado y les protegen el estómago de espinas y parásitos. Aun así, de cuatro o cinco polluelos que tienen en cada nidada, es raro que sobrevivan más de uno o dos.
Foto: Paul Browning.
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Fuera del tiempo.
Bañado por la suave luz de la tarde, un faro se eleva hacia el cielo despejado, su diseño limpio, elegante y geométrico contrasta con el paisaje costero. En su base se encuentra una figura, un hombre contemplativo que observa la inmensidad del océano ante él.
La yuxtaposición de la silueta solitaria contra el horizonte infinito crea un momento de reflexión y conexión con la inmensidad del océano.
Foto: Ana Skobe.
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Sácame mi lado bueno.
En medio de la blanca inmensidad del Ártico, este oso polar parece saludarnos con la pata alzada… aunque en realidad solo intentaba rascarse una picazón. La escena, captada en Storfjorden (Svalbard), muestra a uno de los depredadores más imponentes del planeta en un momento de lo más entrañable. Los osos polares pasan gran parte de su vida en el hielo y el agua, por lo que cuidan su abrigo con esmero. Frotarse contra la nieve no solo les ayuda a mantenerse secos, también les permite conservar el aislamiento térmico que necesitan para sobrevivir a temperaturas extremas.
Los osos polares no tienen enemigos naturales y, gracias a esta confianza, a menudo se muestran curiosos con los barcos. En este caso, el fotógrafo esperó pacientemente toda la noche para poder ver a este ejemplar en acción. Y la recompensa llegó: el oso, tras una zambullida, se revolcaba en la nieve para quitarse el exceso de agua salada del pelaje. Un comportamiento común, pero no por ello menos adorable para los fotógrafos que logran captar el momento justo.
Foto: Olav Thokle.
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El cielo teñido de verde.
Esta imagen registra el momento en el que la noche comienza a adueñarse del cielo con el efecto Russell-McPherron, habitual después del equinoccio de otoño:
"Sucede cuando los campos magnéticos de la Tierra y el Sol se alinean de tal forma que se abren grietas en el campo magnético terrestre a través de las que fluye el viento solar, generando auroras boreales más intensas.
Foto: Jesús Garrido.
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