Creo que el texto no tiene desperdicio... Situación embarazosa cuando menos.... ;D
Hace dos semanas, fue mi 37º cumpleaños y no me sentía nada bien al levantarme aquella mañana.
Fui a desayunar con la esperanza de que mi esposa estaría contenta y me diría «feliz cumpleaños» y quizá tuviera un regalo para mí, pero ni siquiera me dio los buenos días.
Yo dije para mis adentros «bueno, quizá mis hijos se acuerden».
Los niños vinieron a desayunar y no dijeron ni una sola palabra.
Cuando me fui a mi oficina me sentía muy deprimido, y pensé «ni siquiera el perro se mostró agradecido. Menuda gracia esto de celebrar un cumpleaños más. A toda mi familia le importó poco».
Al entrar en mi despacho, mi secretaria Isabel, tan guapa, me dijo:
- «¡ Buenos Días jefe, y feliz cumpleaños !!».
Ahí me empecé a sentirme un poco mejor; por lo menos ella sí se acordaba. Después de innumerables reuniones y llamadas telefónicas, ya cerca de las dos de la tarde, entró Isabel y me dijo:
- «¿Sabes?, hace un día precioso y además es tu cumpleaños, ¿qué tal si vamos a comer los dos solos?, tú y yo.»
Y me dije: ésta es la mejor idea que he oído en todo el día.
Así que cogí mi chaqueta y salimos, pero en vez de ir a almorzar al lugar acostumbrado, fuimos a un sitio en el campo, un lugar mucho mas privado.
Comimos y nos tomamos varios martinis, el almuerzo fue delicioso, nos divertimos mucho.
De regreso a la oficina, ella dijo:
- «Mira, ¿por qué no aprovechar este ambiente?: mejor no regresemos a la oficina. En vez de eso, te invito a mi casa y te preparo unos deliciosos martinis o lo que tú quieras.»
Una vez en su casa, puso música suave (por cierto, una de mis preferidas), luz tenue y me dijo de manera insinuante:
- «Si no te molesta, voy a mi habitación a cambiarme de ropa y ponerme algo más cómodo; ahora vuelvo».
Yo la dejé ir... y entró en su habitación, cerrando la puerta a su paso, y a los seis minutos regresó cargando un gran pastel de cumpleaños... seguida de mi esposa, hijos y algunos compañeros de oficina; todos ellos cantando a coro «¡Cumpleaños feeeliz...!» ...
Y allí estaba yo, desnudo en la sala, sólo con los calcetines puestos...
Hace dos semanas, fue mi 37º cumpleaños y no me sentía nada bien al levantarme aquella mañana.
Fui a desayunar con la esperanza de que mi esposa estaría contenta y me diría «feliz cumpleaños» y quizá tuviera un regalo para mí, pero ni siquiera me dio los buenos días.
Yo dije para mis adentros «bueno, quizá mis hijos se acuerden».
Los niños vinieron a desayunar y no dijeron ni una sola palabra.
Cuando me fui a mi oficina me sentía muy deprimido, y pensé «ni siquiera el perro se mostró agradecido. Menuda gracia esto de celebrar un cumpleaños más. A toda mi familia le importó poco».
Al entrar en mi despacho, mi secretaria Isabel, tan guapa, me dijo:
- «¡ Buenos Días jefe, y feliz cumpleaños !!».
Ahí me empecé a sentirme un poco mejor; por lo menos ella sí se acordaba. Después de innumerables reuniones y llamadas telefónicas, ya cerca de las dos de la tarde, entró Isabel y me dijo:
- «¿Sabes?, hace un día precioso y además es tu cumpleaños, ¿qué tal si vamos a comer los dos solos?, tú y yo.»
Y me dije: ésta es la mejor idea que he oído en todo el día.
Así que cogí mi chaqueta y salimos, pero en vez de ir a almorzar al lugar acostumbrado, fuimos a un sitio en el campo, un lugar mucho mas privado.
Comimos y nos tomamos varios martinis, el almuerzo fue delicioso, nos divertimos mucho.
De regreso a la oficina, ella dijo:
- «Mira, ¿por qué no aprovechar este ambiente?: mejor no regresemos a la oficina. En vez de eso, te invito a mi casa y te preparo unos deliciosos martinis o lo que tú quieras.»
Una vez en su casa, puso música suave (por cierto, una de mis preferidas), luz tenue y me dijo de manera insinuante:
- «Si no te molesta, voy a mi habitación a cambiarme de ropa y ponerme algo más cómodo; ahora vuelvo».
Yo la dejé ir... y entró en su habitación, cerrando la puerta a su paso, y a los seis minutos regresó cargando un gran pastel de cumpleaños... seguida de mi esposa, hijos y algunos compañeros de oficina; todos ellos cantando a coro «¡Cumpleaños feeeliz...!» ...
Y allí estaba yo, desnudo en la sala, sólo con los calcetines puestos...