santy_1967
Curveando
Puede ocurrir en una biblioteca, en la sección de libros de unos grandes almacenes o en cualquier librería. A veces observo un libro que quiere decirme algo. Puede ser un libro que está del revés, que me llame la atención por algún motivo como el color, la tipografía, o bien que sobresalga de la estantería. Entonces cojo el libro y sin mirar lo abro sin importarme si es al principio, en medio o al final …. Bajo la mirada y me quedo con lo primero que leo, puede ser una palabra, dos, nunca más de dos o tres palabras. Y ése es el mensaje. Es un juego curioso, que a veces puede arrancarte una sonrisa cuando lees palabras o expresiones agradables como “ilusión”, “divertido”, “amor”, “montaña” “comida” en definitiva palabras que hacen referencia a paisajes, sentimientos, momentos apetecibles. A veces puede dejarte indiferente cuando tu mirada se fija en palabras como “mesa”, “hueso”, “tornillo”, entonces dejas el libro, escéptico y sigues tu camino, sin más. ¡Cuidado! No vale repetir el intento, no vale abrir el libro por otra página para ver si encuentras otra expresión que sea más de tu agrado o incluso cambiar de libro… eso no vale. Sólo un libro, sólo un intento. ¡Ojo! No es un juego exento de peligros, uno debe saber a lo que se expone, pues la palabra surgida puede ser desagradable y no me apetece poner ejemplos de éstas. Pero lo más interesante y curioso es cuando aparecen cosas con las que te quedas boquiabierto. De esta forma conocí al escritor Juan Eslava Galán cuando al abrir una de sus obras lo primero que leí fue “cómprame”, evidentemente eso hice, lo cual me permitió disfrutar no de una sino de varias obras de este señor. O bien cuando en el mini Corte Inglés de El Ferrol me llamó la atención un libro de bolsillo, pequeño, rojo y con pocas páginas, estaba del revés en una mesa expositor ofreciéndoseme de forma descarada, lo cogí, abrí una de sus páginas y lo primero que leí fue “eres feo”. Entonces lancé el libro con desprecio sobre la mesa soltando un tenue pero sonoro “Joputa cabrón”; acto seguido la dependienta que tenía detrás se dirigió a mí: - “¿Algún problema, buscaba usted algo?”, claro, no era menester decirle a la señorita que ese maldito libro me había faltado el respeto so pena de correr el riesgo de ser atendido por los loqueros…. – “No señorita, simplemente estaba mirando ….”