L
Luigi
Invitado
Esa es la reflexión que se me ocurre después de haber sido prácticamente testigo de un accidente esta mañana. Son las once de la noche y todavía no se me quita de la cabeza lo que he visto. Os cuento.
Esta mañana he salido de Bilbao para pasar el día en Noja (Cantabria) con unos amigos. Después de pasar los túneles de Islares y el viaducto de la autopista, un camión que venía en dirección contraria ha saltado la mediana y al volcar ha caído sobre un monovolumen que justo nos acababa de adelantar un minuto antes. El accidente en si no lo he visto pero ha debido ocurrir 10 segundos antes de que llegara yo, porque el camión, cuando lo he visto de repente, aún estaba bamboleándose. Inmediatamente hemos parado varios coches y dentro de nuestras posibilidades hemos estado echando una mano a los heridos del monovolumen. Los dos ocupantes del lado derecho aparentemente estaban ilesos, pero el conductor estaba atrapado entre los amasijos de hierros y, para haberle caido un camión encima, tuvo mucha suerte porque a simple vista sólo tenía una pierna rota al tenerla atrapada. Aunque seguro que tenía muchos golpes más. El chaval que iba sentado detrás de él tenía seguramente roto el brazo izquierdo y tenía todo ese costado totalmente ensangrentado. A la acompañante del conductor la ayudamos a salir por la ventanilla, ya que no se podía abrir la puerta.
Y no paro de darle vueltas a la cabeza pensando que por no mucho más de 10 segundos las víctimas podíamos haber sido mi familia y yo. O, incluso, si hubiera ido en moto, no lo quiero ni pensar. Pero, después de lo que he visto hoy, me reafirmo en lo frágiles que somos y que de qué manera más tonta e inesperada se te puede torcer la vida en un instante.
Espero de corazón que los heridos se recuperen de la forma más satisfactoria. Yo por mi parte pienso tener mucho más cuidado a partir de ahora cuando coja la moto. Y lo mismo os digo a vosotros. Tened mucho cuidado ahí fuera.
Un saludo desde Bilbao
Esta mañana he salido de Bilbao para pasar el día en Noja (Cantabria) con unos amigos. Después de pasar los túneles de Islares y el viaducto de la autopista, un camión que venía en dirección contraria ha saltado la mediana y al volcar ha caído sobre un monovolumen que justo nos acababa de adelantar un minuto antes. El accidente en si no lo he visto pero ha debido ocurrir 10 segundos antes de que llegara yo, porque el camión, cuando lo he visto de repente, aún estaba bamboleándose. Inmediatamente hemos parado varios coches y dentro de nuestras posibilidades hemos estado echando una mano a los heridos del monovolumen. Los dos ocupantes del lado derecho aparentemente estaban ilesos, pero el conductor estaba atrapado entre los amasijos de hierros y, para haberle caido un camión encima, tuvo mucha suerte porque a simple vista sólo tenía una pierna rota al tenerla atrapada. Aunque seguro que tenía muchos golpes más. El chaval que iba sentado detrás de él tenía seguramente roto el brazo izquierdo y tenía todo ese costado totalmente ensangrentado. A la acompañante del conductor la ayudamos a salir por la ventanilla, ya que no se podía abrir la puerta.
Y no paro de darle vueltas a la cabeza pensando que por no mucho más de 10 segundos las víctimas podíamos haber sido mi familia y yo. O, incluso, si hubiera ido en moto, no lo quiero ni pensar. Pero, después de lo que he visto hoy, me reafirmo en lo frágiles que somos y que de qué manera más tonta e inesperada se te puede torcer la vida en un instante.
Espero de corazón que los heridos se recuperen de la forma más satisfactoria. Yo por mi parte pienso tener mucho más cuidado a partir de ahora cuando coja la moto. Y lo mismo os digo a vosotros. Tened mucho cuidado ahí fuera.
Un saludo desde Bilbao