Hola nois:
Quisiera sumarme a éste post.
La reflexión que sigue apareció publicada en el foro de motostrail.com, foro al que pertenezco también –como otros foreros de éste-, pienso que aunque sea un ladrillazo a lo mejor os sugiere alguna cosa.
“Hace un tiempo pensaba -mala costumbre que tengo- realmente, por que me gusta tanto?,
Por que me gusta ir con la burra paseando tranquilamente por aquel sendero que desciende serpenteando entre los árboles de aquel bosque de hayas inmensas, que se alarga hasta aquella desconocida playa en el remanso del margen derecho del río, donde las truchas nadan confiadamente, ... y parar... y sentarte sobre aquella peña desde la que aquella tarde del último verano te zambulliste de cabeza..., y sentir la armonía con todo lo que te rodea, mientras contemplas lenta y pausadamente, el bello y espectacular paisaje, deteniéndote reiteradamente en la observación complaciente de esa máquina, a la que en voz baja llamas “mi” compañera, novia, burra.. ?. O recorrer aquella sinuosa carretera de montaña, bien señalizada, con el asfalto relativamente bueno, llena de curvas bien peraltadas que trepa y desciende sucesiva y alternativamente por las laderas de la cadena, combinando los lugares que exigen una cierta atención -dependiendo claro está del estado de ánimo- con aquellos en que puedes avivar el ritmo de la cabalgada, dejando aflorar -el máximo de controladamente, eso decimos los que estamos de éste lado - de vez en cuando esa "atracción del abismo", esa cara oscura de nuestra pasión que intuimos muchas veces tras aquella curva y que sabemos positivamente que está ahí, llamándonos por nuestro nombre, la hemos palpado, sentido sobre nuestra piel y algo mas... en numerosas ocasiones...y no obstante quizás sea ella, en última instancia lo que nos hace tan placentero nuestro placer...,
Con aquellos otros, de serena relajación, en los que nada supera a la mágica combinación de esa sensación de libertad que experimentamos cuando cabalgamos sumergidos en aquel estado en el que podríamos hacer muchos Kms. contra el aire fresco y límpido que nos azota en el rostro, sin que nada nos moleste y que se convierte en ese instante eterno que luego revivimos con añoranza y nostalgia en la oficina, en la escuela, en la obra, en el bar y en el sofá de nuestra casa, mientras resuenan por la tele los acordes de algun programa de tele-basura?
En esos instantes gloriosos, los que como yo sentimos el trail, somos como centauros modernos encantados por el poderoso hechizo del rugir de nuestros motores atravesando la Bella Arcadia, atravesando el maravilloso espectáculo de una naturaleza abierta, salvaje, majestuosa y eternamente cambiante.
Seguro que a todos nosotros nos ha pasado por la cabeza el mismo interrogante, en uno u otro momento, Porque nos gusta tanto el ir en moto?
Muchos dirán, pues por que me gusta y punto! Felicidades... Seguramente es la única respuesta... Fin del mensaje.
Pero a mi.. que soy un gilipollas no me basta. Quizás me bastaría si me gustara el hacer ganchillo, o el "pachword" -se dice así?- dicen que también engancha...
Pero no... Como soy algo cabezón, intuyo que ahí hay algo más y no se si vamos a ser capaces de explicarlo...
Efectivamente, no es nada sencillo explicar un sentimiento, una sensación, una experiencia tan especial como es nuestra “pasión” por la moto.
El compañero Fazer – el webmaster de aquel foro- y una persona a carta cabal, reitera algo que ya se intuía, fijaros dice que “viajar en moto... es todo un mundo”...y más adelante añade es “algo inexplicable”...
Pero reflexionemos primeramente en la expresión “todo un mundo”. En el contexto y en el espíritu, cuando se refiere a “todo un mundo” incluye una experiencia que abarca múltiples aspectos de la realidad, material, organizativa, planificación, montar el viaje, equipaje , lo que podríamos denominar la realidad ordinaria, lo que hacemos todos los días, en todas nuestras ocupaciones, laborales, sociales, familiares, etc., pero al mismo tiempo y sin duda es lo que hace preferible ir en moto a ir al curro, añades que se produce una vivencia de otro orden “parar a tomar algo en algún lugar desconocido, estar más al lado de la gente” y éstos aspectos no ordinarios, “algo inexplicable” los llamas, hacen que los aspectos desagradables o incómodos: lluvia, frío, o los “riesgos” propios de una cierta “aventura” peligrosa, se superen y se dejen de lado “casi” sin tenerlos en consideración, ante la perspectiva de una buena ruta, de una salida o de una kdd, con los compañeros que comparten nuestra pasión.
Por lo tanto, en una primera aproximación, creo que si queremos saber verdaderamente porque nos atrae ir en moto y concretamente en nuestro caso en una moto de trail –compartidos con todos los moteros de cualquier condición-, deberíamos empezar a pensar en el significado de esos aspectos “inexplicables”, desconocidos, maravillosos, de aventura, de descubierta...
Otro compañero dio otra idea muy sabrosa y complementaria diciendo que “en carretera...logro ir “solo”:no me importa si hay tráfico”; por solo en medio del tráfico entiendo que se refería a algo semejante a “completamente concentrado”, “atento al instante”, te sientes “plenamente tu mismo”, en un estado en el que no hay nada más que tu y la moto, o ni siquiera eso, una especie de fluir continuo, un proceso o devenir que te atrapa totalmente, que te exige estar ahí y no pensar en lo que tendrás que hacer mañana, o en el resultado del último partido de tu equipo, quizás sea eso el “todo un mundo” al que se refería Fazer...
Quien sabe, a lo mejor ya no se puede decir mucho más, ni mejor, pero aún a riesgo de hacerme pesado me gustaría intentarlo con vuestro permiso.
Otro compañero advertía: “...me hace sentir un no se que yo dentro de mi (el estómago lleno de mariposas) que me relaja y abstrae de todo” y añade “...lo pasé como un niño pequeño y...con solo eso la sonrisa se instala en mi rostro...” Otros compañeros, en otros foros, comentan que al hacer una rutilla les da por cantar, o llorar de felicidad, incluso alguno, y perdonadme por vanalizar algo el tema, decía que circulando encima de su montura llegaba a excitarse sexualmente... y perdonadme que vaya incluso más allá, he leído en un foro que una compañera afirmaba que al subirse a una DR-Big tuvo un orgasmo....
Bueno, como llamaríamos a eso?
Muchas palabras me vienen a la mente, pero sin lugar a dudas la que mejor lo expresaría sería ÉXTASIS! (según la RAE: estado del alma enteramente embargado por un sentimiento de admiración, alegría), pero la experiencia extática además,...”crea como un aura que rodea al conjunto”, transformándolo todo, de manera que lo más normal y anodino, “ir al bar”, a comprar el desayuno y el periódico se “convierte en distinto” – en algo mágico?, que tratamos de repetir una y otra vez, cuando a lo mejor nos lo podríamos ahorrar-.
No es en absoluto baladí, relacionar hasta cierto punto, la experiencia motera, o el montañismo – otra pasión que muchos compartimos -, con la experiencia con ciertas substancias psicoactivas y los efectos que causan en la psique humana, en la percepción (todos os habéis dado cuenta de que los que conducimos moto habitualmente, cuando circulamos percibimos una cantidad de detalles del entorno, ese bache, esa ardilla que se agazapa en el borde del camino, etc. que los que van enlatados no perciben jamás, o muy difícilmente), seria como un estado de alerta que abre nuestros sentidos, conectándonos profundamente con TODO LO QUE NOS RODEA.
Así pues, vamos llegando al núcleo del tema.
Cuando vamos en moto –como en algunas otras actividades que nos exijan una total concentración -, en determinadas condiciones, nos sumergimos en un estado de conciencia diferente, se produce una determinada alteración de la percepción, se segregan unas determinadas substancias en nuestro cuerpo-mente que nos llevan a lo que podríamos calificar como una experiencia...muy, pero que muy... semejante a la que nos describen muchos maestros de filosofías orientales, o no, cuando nos hablan de nirvanna, satori, unión divina, o como sea que queramos llamarla.
En cierta manera, cuando eso ocurre, cuando esa áurea se apodera del conjunto, cuando las cosas mas normales adquieren ese carácter distinto que las torna inexplicables, en esos instantes realmente SOMOS; de una manera tan total y plena, que después nuestras actividades cotidianas, parecen producirse de noche, si las comparamos a aquellos instantes que semejan iluminados por una luz intensísima. Son como “instantes dorados” que perduran en nuestra memoria a través del tiempo y de los que difícilmente nos olvidamos, y cuando haciendo un ejercicio de la memoria los recordamos, es bastante frecuente que sea como volverlas a vivir, todo olores, colores, sonidos, el viento...podemos revivirlas completamente...
Pero es que además, esa experiencia también nos transforma a nosotros mismos, haciéndonos diferentes, el amigo Kokanjai decía:”Somos una raza especial donde el compañerismo y la simpatía es muy arraigada ,¿ en que carretera habéis visto problemas y no habéis hecho nada para poder ayudar? somos especiales”.
Esa es la principal virtud de la experiencia extática, cuando la vivencias ya nada puede ser igual que antes... Todo se transforma, tu mismo y también todo lo que te rodea. Ya se sabe, la libertad tiene un precio: la responsabilidad, no podemos permanecer impasibles, hemos de ser agradecidos por los dones que se nos dan, devolver al entorno natural, humano parte de esa felicidad, aumentando si cabe nuestro compromiso "compañerismo, simpatía" etc.
Y si somos conscientes de ello, ese es el principal desafío al que nos tenemos que enfrentar.
Eso, eso, sigamos, sigamos, desmenuzar, analizar, compartir, sentir, sentir... Ese es el auténtico colacao que nos permitirá crecer... ríete del Pedrosa ese...
Con todo lo que aquí se esta expresando, se me ocurre que si la próxima vez que vayamos a pasear en nuestras motos, tratamos de estar atentos, realmente atentos, no tanto a la postura, la marcha, la velocidad, a los obstáculos – a todo eso también, ep!, no la vayamos a fastidiar! – pero ponemos algo de atención a esa sensación de totalidad y cuando nos sintamos seguros nos dejamos llevar lo más posible por ella, abriendo al máximo nuestra percepción, a buen seguro que todos percibiremos el “Zen de ir en moto”...
y recordemos que el Zen, no es otra cosa que un camino hacia la perfección...
Y por cierto...no me importaría que en mi epitafio alguien escribiera: “Y fue... un motero perfecto” – y a vosotros?-... ya que en todo lo demás....
Por lo menos vale la pena intentarlo..."
Un abrazo.
V'sssssssssssss