Recuerdo como si fuera ayer el día en que te conocí. Papa te traía recién salida del conce pitando como si llegara la comitiva real. Relucías como el sol y tu sonido era algo celestial. Pasaron años en los que solo podía situarme en la zona de atrás mientras íbamos a las concentraciones y nos daban aquellos premios por ser de los que de mas lejos veníamos. Me imagino que eso de venir de Melilla y cruzar el charco daba muchos puntos ¿no?.
Recuerdo el viaje que hicimos a Tarifa a comprar unas cosillas. Menudo infierno el regreso a casa con la botabara de windsurf en la chepa, parecía que llevaba un paracaidas colgando.
Por fin cumplí los 18 y recién cumplidos me saqué el carnet, y con el te caté por vez primera. Mi sonrisa no era cosa cualquiera. Fuero años expléndidos en los que tu sonido al llegar a la facultad hacía que todas las niñas se pusieran a temblar. A partir de aquí muchas cosas has pasado, como cuando los camellos de Tarifa te utilizaban para guardar el costo para que no les pillara la madera, mientras estabas aparcada inocentemente en la puerta de casa.
Se que no te traté muy bien y por eso un día decidiste decir basta. Entonces te dejé de lado en una cuadra abandonada a tu suerte. Te dejé por una furgo que me daba trasporte y cama, que no era cosa cualquiera, pero después de 9 años regresastes a mis pensamientos y decidí revivirte. El otro día cuando te volví a ver casi lloro de la pena. Hay estabas tú, con lo que me habías hecho disfrutar antaño, llena de mierda y roña. Pero no te preocupes mi amor, que a dios pongo por testigo que tu celestial sonido volverá a sonar por la carretera. Eso si tengo cojones de saber montar las piezas otra vez
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Recuerdo el viaje que hicimos a Tarifa a comprar unas cosillas. Menudo infierno el regreso a casa con la botabara de windsurf en la chepa, parecía que llevaba un paracaidas colgando.
Por fin cumplí los 18 y recién cumplidos me saqué el carnet, y con el te caté por vez primera. Mi sonrisa no era cosa cualquiera. Fuero años expléndidos en los que tu sonido al llegar a la facultad hacía que todas las niñas se pusieran a temblar. A partir de aquí muchas cosas has pasado, como cuando los camellos de Tarifa te utilizaban para guardar el costo para que no les pillara la madera, mientras estabas aparcada inocentemente en la puerta de casa.
Se que no te traté muy bien y por eso un día decidiste decir basta. Entonces te dejé de lado en una cuadra abandonada a tu suerte. Te dejé por una furgo que me daba trasporte y cama, que no era cosa cualquiera, pero después de 9 años regresastes a mis pensamientos y decidí revivirte. El otro día cuando te volví a ver casi lloro de la pena. Hay estabas tú, con lo que me habías hecho disfrutar antaño, llena de mierda y roña. Pero no te preocupes mi amor, que a dios pongo por testigo que tu celestial sonido volverá a sonar por la carretera. Eso si tengo cojones de saber montar las piezas otra vez
