SADO-MASO?  MEJOR SADO… MUTUAMENTE ACORDADO

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D

Dr._Infierno

Invitado
En la relación con nuestra moto, están implicados muchos sentimientos y sensaciones… como en toda relación interpersonal. Solo que en este caso es unidireccional, ya que la máquina no tiene alma. Pero, no nos equivoquemos, tiene vida. Nuestra conducta se rige por las emociones, la educación y el razocinio. Las de la moto, por las leyes físicas y es muy fiel a ellas, por lo que la nobleza es su característica… Todo lo contrario que la conducta humana, sujeta a sorprendentes variaciones, a veces de un momento a otro.

La raza humana, posee la capacidad para entender motivaciones, razones, leyes… Todo depende de si un individuo tiene la mente abierta para comprender y entender a los demás. Cuando conocemos las motivaciones de nuestra pareja, nos situamos en una posición muy favorable para reforzar la relación y se hace posible escalar la pirámide de la comunicación mutua.

Si una persona tiene tendencias sado-masoquistas, entenderla y acordar los límites, abre la puerta a un mundo de sensaciones nuevas insospechadas. Pero si esas tendencias no se entienden o, lo que es peor, se quieren imponer, la relación está condenada al fracaso. La dictadura, o lo que es lo mismo, la imposición de una conducta, conduce al fracaso, la rotura y al daño.

La única relación posible con nuestra moto, es la sádica. La moto tiene que someterse a nuestra voluntad y tiene que ser un sometimiento pleno, sin fisuras. ¿Es pues una dictadura? No, no lo es. El elemento clave de esa relación, es el acuerdo mutuo que emana del entendimiento, por parte del motorista, de las leyes físicas que motivan la conducta de la moto. Son sus condiciones, las normas del acuerdo. Si el motorista las respeta, se abrirá un mundo nuevo de sensaciones ante él. La relación será muy fructífera y llegará a niveles muy altos de pilotaje. A la máquina le encanta someterse y obedecer, si se respetan sus normas. Pasará a dos centímetros del guardarrail sin rechistar, si es que se lo hemos pedido. Frenará justo en el punto en que se lo hemos ordenado y se agarrará al asfalto, en la aceleración, sin el más mínimo titubeo.

Pero, amigos míos, si alguien quiere imponerse a la moto, sin tener en cuenta las normas de las dos ruedas, estrellará una relación que nació para proporcionar felicidad.

¿Y que se puede hacer para comprender a la moto? ¿Es un conocimiento grabado en nuestros genes y, por tanto, una ciencia innata, como la sexualidad de los animales? Indudablemente no. Es verdad que la intuición es un don de Dios. Una herramienta muy poderosa que facilita las cosas a los agraciados que la tienen. Pero la mayoría andamos con intuiciones mediocres. Con frecuencia la intuición lleva a interpretaciones erróneas y, lo que es más grave, a no ser conscientes de ello. A la mayoría, la intuición les llevará a una relación mediocre con su moto y, ocasionalmente, a una rotura en la que el dolor solo lo sentirá el motorista.

Si queremos entender la mayoría de las motivaciones de nuestra moto, hay que adoptar una actitud permanente de aprendizaje, preocuparnos de entender las leyes por las que se rigen, estudiarlas y tener despierta la sensibilidad ante su comportamiento.

Pero, ¿todo consiste en comprender a la moto? Desgraciadamente no. Hay que tener, además, la inteligencia para saber hasta donde puede llegar nuestra pericia en esa relación sádica. Si no se tiene, de manera tácita y permanente, la clarividencia de nuestro límite, la relación se torna masoquista… y empezaremos a sufrir. No importa los años de relación. Basta un segundo de suspensión de esta norma, para acercarnos a la tragedia de un divorcio traumático… Y la culpa no será nunca de la moto porque ella es, de la pareja, la única que siempre tiene un comportamiento noble.
 
Dr. Infierno.... háztelo mirar por un colega, que me preocupas. 8-)

Realmente tienes razón. La moto es la parte "neutra" de nuestra experiencia motera. Obedece nuestras órdenes a la perfección... aunque sean erróneas. Sometimiento puro y duro, caiga quien caiga -literalmente-. Nuestra conducción requiere múltiples órdenes en sus mandos y puntos sensibles: manillar, estribos, postura en en el asiento, desplazamiento de pesos... acelerador y frenos, la marcha adecuada, la trazada correcta... y en todo éso la moto tiene poco que decir cuando está a punto. Las decisiones las toma el piloto y sólo la experiencia hace que sean las más adecuadas en cada momento. A veces un error simplemente produce un susto. A veces es peor.
 
Hola Dr.Infierno:

¡vaya manifiesto que te ha salido! :o

Estoy de acuerdo contigo en que hay que mantener siempre una actitud de aprendizaje porque muchos de los que pensaban que ya se lo sabían todo a la hora de pilotar su moto, hoy ya no están entre nosotros... :'( El exceso de confianza puede conllevar un grave accidente.

Y respecto a la relación masoquista con nuestra moto, quiero comentar que si un día te levantas con los biorritmos bajos o estás un poco decaído de ánimo, lo mejor es no coger la moto porque tienes muchas papeletas para llevarte un mal rato o algo peor. :-[ No es que le cojas manía a tu moto, es que no deberías haberte subido a ella.

Hay que conducir siempre con los cinco sentidos y mil ojos en la carretera. ;)

V´sss
 
Pingu dijo:
Dr. Infierno.... háztelo mirar por un colega, que me preocupas. 8-)

;D ;D ;D Dejar los pensamientos a su libre albedrío es una vacuna contra los matasanos... si se respeta la coherencia de las premisas. Los problemas surgen cuando queremos amoldar el razocínio a las estrechas veredas de la cultura, la religión o de la aceptación social. Solo hay que aplicar, en el pensamiento, lo de "be water, my friend" cuando existe una férrea censura que reprime y castiga.
Esto me hace recordar un chiste cuando, ante la pregunta del juez, el imputado dice: - No es cierto lo que dice el fiscal, Sr. Juez. Cuando me cayó la gota de plomo derretido sobre la cabeza, lo único que le dije al operario fue: ¡A ver si tiene un poquito de más de cuidado, que por aquí abajo pasamos personas!...


PacK11 dijo:
...Y respecto a la relación masoquista con nuestra moto, quiero comentar que si un día te levantas con los biorritmos bajos o estás un poco decaído de ánimo, lo mejor es no coger la moto porque tienes muchas papeletas para llevarte un mal rato o algo peor. :-[ No es que le cojas manía a tu moto, es que no deberías haberte subido a ella...

Exacto. Ahí le has dado... Cuando nos subimos a la moto, hay que implementar el sadismo, puro y duro. Pero para poder hacer eso, es necesario tener el espíritu fuerte, para que la voluntad de dominio sea férrea. Si nuestro ánimo flaquea, la moto, como los caballos, intentará salirse de él para seguir sus propias inercias... y eso no se le puede permitir. Como tu dices, con el ánimo bajo, es mejor quedarse en casa. :)
 
Hay un chiste de sadomaso:
- ¿qué le dice el masoquista al sádico?
- pégame
- y qué le contesta el sádico al masoquista?
- NO !!!

yo es que mimo mucho a mi moto y no me entra muy bien la noción de sadismo en mi relación con ella. Creo que intentar dominarla no tiene porqué implicar un castigo. A mi humilde entender sádico es el que quiere producir sufrimiento y dolor y masoquista el que quiere recibirlo. Creo que ni mi moto quiere sufrir ni yo hacer que sufra, porque si ella sufre de cualquier modo, acabaré pagándolo yo... o yo también.

Sí entiendo que es sumisa y obediente, pero no por ello la voy a castigar. Es más, mis dulces caricias consiguen mejor respuesta que el más severo de los castigos (haz el amor, no la guerra), consiguiendo de forma natural que nos sincronicemos en las maniobras y bailemos juntos. Ah, que si a tí te va el sadomaso con la moto, me parece la mar de respetable. Retuércele la oreja, túmbala, descuélgate, sácale hasta el último suspiro de potencia hasta tu triunfo final y su absoluta sumisión. Al final llegaremos los dos juntos de todos modos porque, en el fondo, los dos sabemos que estamos diciendo lo mismo ;)
 
Hombre, Pingu, lo del sado con la moto es un lenguaje metafórico. El sado se refiere, en la contraparte del motorista, al dominio del que impone, no al "sufrimiento" del que recibe, en este caso la moto. Volviendo al lenguaje metafórico, si la moto "sufre", se rompe el "mutuo acuerdo" que se sobreentiende en el discurso.

Por otra parte, el sado-masoquismo es una herramienta de placer, no de dolor. El dolor es el camino hacia el placer, no el objetivo en si mismo. Pero ya me estoy desviando del tema del post... ¡Si es que no se puede tener florituras lingüísticas, que os quedáis enganchados enseguida! ;D ;D ;D
 
Te estoy entendiendo la metáfora desde el principio. No se puede ser sarcástico. En seguida te tildan de poco agudo :'( pero sé que me lo dices con cariño ;D ;D ;D


"El dolor es el camino hacia el placer..."

Pues si no hay dolor... mejor, no??? no guta pupita al nene... ::)
 
Pingu dijo:
...Pues si no hay dolor... mejor, no??? no guta pupita al nene... ::)

Sabía que terminaríamos desviándonos del tema... ¡Pero que le vamos a hacer!. lo que despierta interés, es lo que conduce. ;D

Naturalmente que para el que no tiene tendencias sado-maso, el dolor es lo que es y punto: dolor. Pero para el que tiene esas tendencias, el dolor, la humillación, cualquier cosa con caracter aparentemente nocivo (pero exclusivo de un individuo concreto), tiene otra significación que trasciende los elementales mecanismos de la fisiología. Es la herramienta que despierta un eco en la esfera superior, mental, de la persona. Es ese eco emocional, el que proporciona placer al masoquista y probablemente estén implicadas experiencias previas en la vida de esa persona, quizás desde la niñez. Para las personas que no somos sado o maso, al menos que sepamos (esto daría para otro tema), no resulta fácil comprenderlo. Pero si podemos hacer aproximaciones mediante nuestra capacidad de entendimiento.
De manera que eso de si no hay dolor, es mejor... pues depende de cada persona.

De nuevo me acuerdo de un chiste.
- ¿Pero porqué te empecinas siempre en comprarte los zapatos con un número menos del que calzas?... Luego andas con esa cara de dolor que da pena verte... - le dice la mujer.
- ¡Pues porque no hay nada comparable al placer que siento al quitármelos!
 
Yo hace años que intento entender muchas cosas que, a priori, me parecen contrarias a mi forma de entender la vida. Algunas de mis elucubraciones te descojonarían de risa, pero otras tienen su nosequé que dices... pues bueno, podría ser. Entre ellas está, evidentemente, el sadomaso. No hay que irse tan lejos. ¿a quién no le han preguntado que porqué va en moto en invierno, pudiendo ir en coche calentito, seco, con música, vestido normal, sin despeinarte? pues supongo que a todos nos lo han preguntado. Las razones son absolutamente inverosímiles para quien no las comparte, pero suficientes para los que sí. Igual pasa con el montañismo y los que tienen vértigo, y supongo que muchas aficiones más que ahora mismo no me vienen a la mente. Lo que aportan está fuera de la comprensión del que no las experimenta. Sin embargo no por ello me voy a poner a ver si disfruto mientras me dan una paliza, o a zurrarle a alguien a ver si me pone, o yo qué sé. Si no tengo ni la curiosidad de hacerlo, supongo que no me va a gustar. Que sean actividades políticamente correctas o incorrectas es aparte. Supongo que es absolutamente incorrecto ir a algunas velocidades a las que nos ponemos los que conducimos, pero nos pone. Nos la jugamos, pero nos pone, aunque habría que precisar mucho si realmente nos la jugamos tanto como parece. Ir en moto, desde luego, es sacrificado, pero sarna con gusto no pica.

Volviendo al tema de la relación sadomaso con nuestras monturas, si las motos son absolutamente pasivas -por aquello de que son máquinas- y sólo hacen lo que les digamos, pues podemos asociar esas ideas con sometimientos, imposiciones de órdenes y sensaciones de poder del hombre sobre la máquina. Precisamente por éso las construímos, para sentirnos bien conduciéndolas o simplemente poseyéndolas (de poseer, no de posesión, que sois unos degenerados). Son nuestro juguete de mayor. Ese oscuro -y caro- objeto de deseo con el que tan bien nos sentimos. Y si ya llegamos los primeros arriba del puerto, ya ni te cuento. Evidentemente el placer de conducir una moto es muy superior al de conducir muchos otros vehículos asequibles, así que, evidentemente, es una relación de placer. Placer sadomaso si quieres tú, pero placer. Para mí placer en estado puro. Y lo que es peor, cada día me gusta más.
 
Pingu dijo:
... si las motos son absolutamente pasivas -por aquello de que son máquinas- y sólo hacen lo que les digamos, pues podemos asociar esas ideas con sometimientos, imposiciones de órdenes y sensaciones de poder del hombre sobre la máquina. ...

Eso es. Pero yo quiero ir más allá de lo que es el placer de que la máquina obedezca al milímetro, nuestras órdenes. Quiero poner en evidencia de que esa relación sádica, es nuestra seguridad. La que nos salva el pellejo.

Cuando el motorista ejerce su dominación sobre la moto, su fuerza mental se canaliza a través de las maniobras de pilotaje. Esto implica que, para que la moto frene allí, es necesario que la mente perciba la velocidad que se lleva, el tipo de asfalto sobre el que se rueda, rememore la capacidad de contención que tienen los frenos de "su moto" y el estado de los neumáticos. De esta elaboración mental casi instintiva, sale la orden de sometimiento de la moto a sus deseos.

Esa elaboración mental previa, emana de las condiciones pactadas de "mutuo acuerdo", para que la relación sado-masoquista tenga viabilidad. Las condiciones son las leyes físicas de la moto. Son "sus" condiciones, que hay que respetar.

Y entonces llega el acto de dominación. El sometimiento de la moto a los deseos del motorista. Si se respetan las condiciones pactadas, la moto no fallará porque el piloto será preciso y contundente en sus órdenes.

El problema viene cuando el cerebro del motorista no realiza la elaboración mental previa a la toma de decisiones, o la realiza mal. Difícilmente podrá ser lo taxativo y contundente que se requiere en una relación sádica. Las órdenes saldrán titubeantes y la moto recuperará el peligroso libertinaje de sus inercias. En el momento en que la relación sádica se rompe, el piloto empieza a experimentar los sabores desagradables del masoquismo (esta vez, sin la connotación de placer): inseguridad, miedo, sudoración, taquicardia, cuando no náuseas y mareo... Y afortunado si se queda en solo eso, porque puede terminar con dolor físico y, aún, no es el último peldaño.

La relación sádica con la moto, es pues, nuestra seguridad. Y para poder implementarla, es necesario un profundo conocimiento de las condiciones, por otra parte irrenunciables, que la moto pone sobre el tapete.
;)
 
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