D
Dr._Infierno
Invitado
Amigos míos, me han encargado que os lo diga: nuestro compañero Rapo ya no está con nosotros. Venía a participar en la III reunión Técnicas de Conducción y no llegó. Lo conocíamos de sus post en este subforo y, de ellos, se desprendía la mesura y la serenidad de un hombre afable. Había manifestado tener mucha ilusión por conocernos y compartir estas jornadas con nosotros, lo que era recíproco... pero una maldita cabra salvaje lo apartó de nuestro encuentro. Le envistió cuando ya quedaban escasos kilómetros para que llegara al Hotel de Ayna. Circulaba con dominio de su moto y con prudencia en sus maneras, pero esas son cosas que a la muerte le da igual... Tenía una cita con él y no tuvo piedad: lo arrancó de un brutal golpe de sus ilusiones, de sus amigos, de su mujer y de sus tres hijos... en presencia de su hermano. Llegamos en sus últimos instantes, nos arrodillamos y forcejeamos para que no se lo llevara. De nada sirvió que le mostráramos nuestro miedo, nuestra angustia, nuestra desesperación y nuestros silencios. Esa descastada, fría y cruel, fue insensible a todas nuestras súplicas y a nuestro dolor. Nos lo arrebató sin un gesto de humanidad.
Hace 70 años, un hombre supo expresar sus sentimientos para que pudiéramos compartir el dolor por la pérdida de un ser querido y quiero traer aquí parte de esa desgarradora elegía para dedicársela a Rapo, nuestro amigo:
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
...
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Hace 70 años, un hombre supo expresar sus sentimientos para que pudiéramos compartir el dolor por la pérdida de un ser querido y quiero traer aquí parte de esa desgarradora elegía para dedicársela a Rapo, nuestro amigo:
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
...
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.