Re: Señores de la DGT. La culpa no es "sólo" nuest
parece que no somos los únicos que pensamos así...
EDITORIAL MOTOCICLISMO
PUENTE NEGRO
Algún día, alguien tendría que tomarse en serio el calendario laboral para evitar que hubiera semanas como la pasada, de cuatro días descansando y tres trabajando, o para que hubiera más… según como se mire. Lo cierto es que trabajar en días alternos con dos fiestas intercaladas en una misma semana es un auténtico despropósito, pero tal vez sea mejor que salir esos días a la carretera, como demuestra un balance de víctimas nuevamente trágico. Sólo los atentados suicidas de Irak nos ofrecen constantemente un balance tan dramático, pero allí se vive en pie de guerra, una situación de excepcionalidad, mientras que aquí se supone que es de civilizada normalidad. Y eso es lo más triste, que desde hace ya tanto tiempo que ni se recuerda, se ha convertido en algo absolutamente normal en este país que cada «puente» como el de la semana pasada venga acompañado de un terrible y tenebroso saldo de muertos y que cuantos más «ojos» tiene el puente, como el de las fiestas de la Constitución y la Inmaculada pasadas, pues más muertos, setenta, ochenta… Así de duro, y así de trágicamente simple, porque antes de comenzar el puente ya se sabe más o menos por simple estadística cuántos van a caer.
¿Y qué hacemos? Básicamente, con algunas pocas diferencias, nada, o nada más que aplicar la misma e inútil receta de los últimos 40 años, que es justo la que nos ha conducido inexorablemente a la situación actual, es decir y a saber: 1. Echarle la culpa al conductor; 2. Echarle la culpa a la velocidad. Últimamente aumenta la presión sobre el uso del cinturón de seguridad , responsable del 30 por ciento de las víctimas, y también los controles de alcoholemia, como para estas Navidades, en las que se dice que se harán en dos semanas 200.000 controles. Pero la cuestión no es cuántos controles se harán, sino cuántos se tendrían que haber hecho en los últimos 40 años para no haber llegado a la situación actual, y cuántos se seguirán haciendo después de esta campaña de Navidad. ¿En febrero no se bebe?
Buscando siempre el controlar aquello que sirviera también para recaudar, es decir, la velocidad, por encima de todo y culpándola absolutamente de todo, el alcohol no se ha visto nunca, ni de lejos, sometido a la misma presión, ni social, ni política, ni policial, y eso aunque esté, como lo está, presente cada año en casi el 50 por ciento de las víctimas mortales. Montando y gastando el dinero que haga falta en radares fijos, camuflando móviles y persiguiendo excesos de velocidad en autopistas y autovías, que es donde se circula más rápido, pero también donde se producen menos accidentes mortales, no se ha entrado en el fondo de la cuestión que es esa cruda y machacona realidad que dice que el 60 por ciento de las victimas mortales se producen inexorablemente en la red de carreteras de doble sentido de circulación, que no es donde se circula más rápido, ni donde se controla con tanto rigor y efectivos la velocidad.
Una sola autopista más, desdoblar un trazado con una autovía, es algo tiene una repercusión directa e inmediata en la reducción de la siniestralidad, pero nuestro atraso en este punto, y no será porque no ha habido recursos suficientes para inversiones en estos últimos 40 años, sigue siendo antológico. Por algo España, junto con Portugal y Grecia, sigue liderando los índices de siniestralidad. Resulta indecente por lo tanto que se siga cargando como se hace siempre contra los conductores y la velocidad. Con esta política no se ha logrado nada, ni se mejorará la situación, y eso es algo que está más que demostrado, sin ir más lejos, con el trágico balance de este recién pasado, pero lamentablemente no último, puente negro.
Sólo incidiendo en las verdaderas causas, carreteras, señalización, educación vial, puntos negros, alcohol, cinturón, casco… se conseguirán verdaderos resultados. Pero no se ve el menor atisbo por parte de los gobiernos centrales ni autonómicos de atacar y atajar las verdaderas causas de la siniestralidad, es mucho más fácil recurrir a esa eterna coartada de la velocidad y de las imprudencias de los conductores para quitarse una y otra vez la responsabilidad de encima. Con un ejemplo, como es el caso de los guardarraíles, basta para ver de lo que estamos hablando. Después de aquella gran movilización de todos los motoristas contra los guardarraíles asesinos, tras más de 40 años padeciendo las consecuencias de los demenciales postes IPN, se aprueba un plan para sustituirlos o protegerlos. Se cumple un plan de mínimos y pasado el efecto de «salvar la cara» ante la protesta popular si te he visto no me acuerdo y ya no hay ni un euro, ni plan alguno previsto, para seguir adelante con ese plan. Hay quien sigue cayendo y muriendo o sufriendo terribles amputaciones «será porque iban más deprisa de lo permitido», «nos hacen falta más radares más multas y quitar más puntos del carnet» seguro que es lo que seguirá pasando por la mente de los responsables de turno, y no sólo del gobierno central, sino también de los autonómicos, que incluso han hecho mucho menos o incluso absolutamente nada en muchos casos en este sentido. Y así es todo y así seguimos, y así seguirá siendo cada fin de semana, y así se encenderán las alarmas tras esos negros puentes de varios ojos que tanto teme la DGT, mientras se siguen montando radares fijos y escondiendo los móviles, para seguir manteniendo viva la misma coartada de siempre, para eludir las propias responsabilidades, y para que todo, tristemente, siga igual que siempre en otro puente negro.
Augusto Moreno de Carlos