Juan Xixon
Arrancando
«En un control de alcoholemia la gente hace de todo, come hasta hierba»
«Un radar fotografió a un burro que circulaba a 84 por hora; en realidad, el animal tapaba a un coche»
Oviedo, Ángela LÓPEZ
El periodista ceutí Javier Ronda presentará hoy en Gijón su libro «Tricornio de guardia», obra editada por «Algaida», empresa del grupo Anaya, que recopila más de doscientas anécdotas de la Guardia Civil desde 1844, año en que se creó la Benemérita, y con el que trata de reflejar el «lado humano» de los agentes, que «muchas veces tienen que aguantar demasiado».
- ¿Cómo nace este libro?
-Lo que pretendía es sacar la imagen humana de la Guardia Civil, la anecdótica, la más desconocida para la gente, a través de estas mini historias. No busco el chiste. Hay que comprender que aunque prestan un servicio de cara al público y de seguridad, es una profesión como otra cualquiera y les suceden multitud de cosas. Además, el libro contiene 25 ilustraciones de Siro López, viñetista de «La Voz de Galicia».
-¿Son tan graciosos los guardias?
-Bueno, en realidad no son cosas que ellos hagan, son situaciones que viven y quedan reflejadas en los partes y atestados. Pero, bueno, sí que son graciosos y tienen que aguantar muchas ocurrencias de los ciudadanos, sobre todo los guardias de Tráfico.
-¿Son lo que más anécdotas registran?
-Sin duda, no se puede imaginar lo que llega a hacer la gente en un control de alcoholemia. Comen de todo, desde hierba a papel, para dar igualmente positivo. Y para evitar una multa.
- Por ejemplo...
-Un chico se saltó un stop y el agente le dijo: «Es una recta y hay buena visibilidad, ¿es que no ha visto la señal?». A lo que el joven respondió muy serio: «El stop sí lo he visto; a quien no he visto es a ustedes».
-¿Cuál es su preferida?
-Hay muchas. Por ejemplo, la del burro más rápido de España, que va acompañada de una fotografía y todo. Existe una foto de un radar en la que aparece un burro circulando a 84 kilómetros por hora por una carretera española. No hay truco ni montaje, lo que pasa es que el burro se cruzó delante del radar justo en el momento en el que pasó un vehículo que circulaba a 84 kilómetros por hora cuando la velocidad era 60, por lo que aparece sólo el burro y parece que es él quien va a esa velocidad y no el coche.
- La más llamativa...
-Quizá la que aparece en un atestado de un crimen en los años cincuenta y que es reflejo de su tiempo. Se trata de un parte, cuando un sargento inspecciona un cuarto de baño donde yace un cadáver. Describe el lugar de los hechos y dice: «y en el cuarto de baño se encuentra, junto al cadáver, un curioso artefacto de color blanco, en forma de guitarra, ubicado a media altura y cuya utilidad no alcanzo a comprender». Lo que describía era el bidé, pero no lo sabía porque no había visto ninguno.
-Una más.
-En los aeropuertos se ven muchas cosas, y en las centralitas de los puestos. Por ejemplo, aquel que se tiró al suelo para quitarse la pierna ortopédica porque sabía que pitaría en el arco detector o el hombre que pitaba y pitaba hasta que los agentes descubrieron que eran los envoltorios de las cajas de preservativos que llevaba. A las centralitas llaman para saber cómo se usa un microondas o para que detengan al marido que llega tarde a la cena de Nochevieja.
-Pero en «Tricornio de guardia» no hay sólo anécdotas...
-No, hay más. El libro cuenta cómo se fundó la Benemérita, cómo hay que llevar el tricornio, y su evolución o las ordenanzas de cómo debía llevarse el bigote. Además, hay apartados en los que se ve reflejada, por ejemplo, la incorporación de la mujer al Cuerpo. Cuando una agente de la Guardia Civil de Canfranc cogía el teléfono le decían que se dejase de cachondeos y le pasasen con un agente de verdad.
-¿Hay anécdotas de agentes asturianos?
-Pues sí, las hay. Érase una vez un guardia civil novato que debía guiar con su moto a los ciclistas que participaban en la Vuelta. Su inexperiencia al volante y con tantas curvas hicieron que llegase no antes sino después del coche escoba.
-¿Se ha dejado cosas en el tintero? ¿Para cuándo una segunda edición?
-Cada día me llega gente, compañeros y los propios guardias contándome alguna anécdota nueva, así que lo que estoy haciendo es ir añadiendo algunas a las nuevas ediciones. Lo que sí quiero hacer es introducir un capítulo nuevo sobre famosos con tricornio.
-¿El Papa Benedicto XVI?
-Sí, y Pedro Duque, que en su viaje espacial se llevó una réplica pequeñita de un tricornio en homenaje a uno de sus tíos que es guardia civil y la paseó por el espacio. Yo digo que el Papa y Duque son los más celestiales con tricornio. También hay hijas del Cuerpo, una de nuestras «Miss España» es hija de un guardia.
-Han dicho que el libro destila «cariño» hacia la Benemérita. ¿Ha suavizado alguna anécdota?
-No, lo que está en el libro me lo han contado los propios agentes, periodistas especializados en sucesos y tribunales y los ciudadanos que fueron protagonistas de las anécdotas. Además, he consultado libros de historia y hemerotecas, así que todo lo que aparece en «Tricornio de guardia» es verídico.
«Un radar fotografió a un burro que circulaba a 84 por hora; en realidad, el animal tapaba a un coche»
Oviedo, Ángela LÓPEZ
El periodista ceutí Javier Ronda presentará hoy en Gijón su libro «Tricornio de guardia», obra editada por «Algaida», empresa del grupo Anaya, que recopila más de doscientas anécdotas de la Guardia Civil desde 1844, año en que se creó la Benemérita, y con el que trata de reflejar el «lado humano» de los agentes, que «muchas veces tienen que aguantar demasiado».
- ¿Cómo nace este libro?
-Lo que pretendía es sacar la imagen humana de la Guardia Civil, la anecdótica, la más desconocida para la gente, a través de estas mini historias. No busco el chiste. Hay que comprender que aunque prestan un servicio de cara al público y de seguridad, es una profesión como otra cualquiera y les suceden multitud de cosas. Además, el libro contiene 25 ilustraciones de Siro López, viñetista de «La Voz de Galicia».
-¿Son tan graciosos los guardias?
-Bueno, en realidad no son cosas que ellos hagan, son situaciones que viven y quedan reflejadas en los partes y atestados. Pero, bueno, sí que son graciosos y tienen que aguantar muchas ocurrencias de los ciudadanos, sobre todo los guardias de Tráfico.
-¿Son lo que más anécdotas registran?
-Sin duda, no se puede imaginar lo que llega a hacer la gente en un control de alcoholemia. Comen de todo, desde hierba a papel, para dar igualmente positivo. Y para evitar una multa.
- Por ejemplo...
-Un chico se saltó un stop y el agente le dijo: «Es una recta y hay buena visibilidad, ¿es que no ha visto la señal?». A lo que el joven respondió muy serio: «El stop sí lo he visto; a quien no he visto es a ustedes».
-¿Cuál es su preferida?
-Hay muchas. Por ejemplo, la del burro más rápido de España, que va acompañada de una fotografía y todo. Existe una foto de un radar en la que aparece un burro circulando a 84 kilómetros por hora por una carretera española. No hay truco ni montaje, lo que pasa es que el burro se cruzó delante del radar justo en el momento en el que pasó un vehículo que circulaba a 84 kilómetros por hora cuando la velocidad era 60, por lo que aparece sólo el burro y parece que es él quien va a esa velocidad y no el coche.
- La más llamativa...
-Quizá la que aparece en un atestado de un crimen en los años cincuenta y que es reflejo de su tiempo. Se trata de un parte, cuando un sargento inspecciona un cuarto de baño donde yace un cadáver. Describe el lugar de los hechos y dice: «y en el cuarto de baño se encuentra, junto al cadáver, un curioso artefacto de color blanco, en forma de guitarra, ubicado a media altura y cuya utilidad no alcanzo a comprender». Lo que describía era el bidé, pero no lo sabía porque no había visto ninguno.
-Una más.
-En los aeropuertos se ven muchas cosas, y en las centralitas de los puestos. Por ejemplo, aquel que se tiró al suelo para quitarse la pierna ortopédica porque sabía que pitaría en el arco detector o el hombre que pitaba y pitaba hasta que los agentes descubrieron que eran los envoltorios de las cajas de preservativos que llevaba. A las centralitas llaman para saber cómo se usa un microondas o para que detengan al marido que llega tarde a la cena de Nochevieja.
-Pero en «Tricornio de guardia» no hay sólo anécdotas...
-No, hay más. El libro cuenta cómo se fundó la Benemérita, cómo hay que llevar el tricornio, y su evolución o las ordenanzas de cómo debía llevarse el bigote. Además, hay apartados en los que se ve reflejada, por ejemplo, la incorporación de la mujer al Cuerpo. Cuando una agente de la Guardia Civil de Canfranc cogía el teléfono le decían que se dejase de cachondeos y le pasasen con un agente de verdad.
-¿Hay anécdotas de agentes asturianos?
-Pues sí, las hay. Érase una vez un guardia civil novato que debía guiar con su moto a los ciclistas que participaban en la Vuelta. Su inexperiencia al volante y con tantas curvas hicieron que llegase no antes sino después del coche escoba.
-¿Se ha dejado cosas en el tintero? ¿Para cuándo una segunda edición?
-Cada día me llega gente, compañeros y los propios guardias contándome alguna anécdota nueva, así que lo que estoy haciendo es ir añadiendo algunas a las nuevas ediciones. Lo que sí quiero hacer es introducir un capítulo nuevo sobre famosos con tricornio.
-¿El Papa Benedicto XVI?
-Sí, y Pedro Duque, que en su viaje espacial se llevó una réplica pequeñita de un tricornio en homenaje a uno de sus tíos que es guardia civil y la paseó por el espacio. Yo digo que el Papa y Duque son los más celestiales con tricornio. También hay hijas del Cuerpo, una de nuestras «Miss España» es hija de un guardia.
-Han dicho que el libro destila «cariño» hacia la Benemérita. ¿Ha suavizado alguna anécdota?
-No, lo que está en el libro me lo han contado los propios agentes, periodistas especializados en sucesos y tribunales y los ciudadanos que fueron protagonistas de las anécdotas. Además, he consultado libros de historia y hemerotecas, así que todo lo que aparece en «Tricornio de guardia» es verídico.
además me gusta este tipo de obras.
