Un trayecto cualquiera

jgldev

Acelerando
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4 Feb 2019
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Madrid
Domingo a última hora de la tarde. Me despido de mis padres después de haber comido y haber pasado la tarde con ellos, cojo la moto y pongo rumbo a casa.

Rápidamente cojo carretera, abandono la ciudad y la temperatura empieza a bajar notablemente, qué alivio y qué a gusto voy, después del calor de la ciudad se agradece este fresquito. Llevo la visera levantada sintiendo absolutamente todo. Ahora llevo una 690 enduro R y yendo a 100 km/h se siente todo como si fueras a 3000.

Encaro las montañas al pie de las cuales vivo, y las luces del crepúsculo me deleitan con un cuadro natural del que es difícil apartar la mirada. Ese paisaje unido a la temperatura en descenso, el viento en la cara, el sonido del motor y del viento, me hacen de pronto sentir vivo no, vivísimo. Una sensación de libertad y alegría me embargan, y no puedo más que gritar de alegría por estar vivo. Así que grito, y grito más fuerte en un estado de felicidad y alegría que no esperaba tener en mi trayecto de vuelta a casa después de visitar a mis padres. No era una ruta, el objetivo no era ir a montar en moto, era sencillamente un trayecto cualquiera.

¿Cuál es el tuyo?
 
El mío es el mismo que el tuyo. Después de leerte me parece que también he estado ahí
Felicidades
 
los subidones de endorfinas y de adrenalina hacen su trabajo....dar placer...la mente lo agradece.
 
Mi trayecto cualquiera.... hoy viniendo al curro, lunes... con las legañas aun pegadas y con menos ganas... 11 grados a 9 de agosto que tiene huevos la cosa y una niebla que me caló de agua hasta el tuetano, Mordor es Marina D´or.

Be Happy.
 
A esto le llamo extasis motero. Se junta todo, carretera, paisaje, luz, conducción, sonido de motor...una maravilla.
 
Domingo a última hora de la tarde. Me despido de mis padres después de haber comido y haber pasado la tarde con ellos, cojo la moto y pongo rumbo a casa.

Rápidamente cojo carretera, abandono la ciudad y la temperatura empieza a bajar notablemente, qué alivio y qué a gusto voy, después del calor de la ciudad se agradece este fresquito. Llevo la visera levantada sintiendo absolutamente todo. Ahora llevo una 690 enduro R y yendo a 100 km/h se siente todo como si fueras a 3000.

Encaro las montañas al pie de las cuales vivo, y las luces del crepúsculo me deleitan con un cuadro natural del que es difícil apartar la mirada. Ese paisaje unido a la temperatura en descenso, el viento en la cara, el sonido del motor y del viento, me hacen de pronto sentir vivo no, vivísimo. Una sensación de libertad y alegría me embargan, y no puedo más que gritar de alegría por estar vivo. Así que grito, y grito más fuerte en un estado de felicidad y alegría que no esperaba tener en mi trayecto de vuelta a casa después de visitar a mis padres. No era una ruta, el objetivo no era ir a montar en moto, era sencillamente un trayecto cualquiera.

¿Cuál es el tuyo?
Bonito relato. Enhorabuena.

La moto en solitario y bajo ciertas condiciones nos puede llegar a situar en un estado de euforia tal que podemos sentir algo parecido a la felicidad.

Mi relato sería una de mis salidas cortas en pleno inicio del fresco verano de Cantabria:
Coger la moto e ir bordeando el embalse del Ebro a las 11 de la mañana viendo cómo las últimas nieblas a ras de la superficie de esa gran masa de agua comienzan a retirarse y aparece entonces el reflejo del cielo tomando un color azul intenso. Acometer poco después la subida por la vertiente sur y oler el aroma de los brezos. Llegar arriba y ser envuelto por el frescor de una niebla que ya se va disipando. Comenzar la bajada y volar a ras de asfalto tumbando a un lado y al otro, como en un rítmico valls y disfrutar de ese paisaje único de las pequeñas y verdes parcelas pasiegas. El aroma increíble de hierba recién segada da paso de pronto al de un cocido hecho a fuego lento por cualquier señora en cualquiera de esas casitas aisladas de Luena. Llegar a Ontaneda y embriagarse con los efluvios de los sobaos y las quesadas. Y pensar ¡Qué suerte tengo, dentro del coche me lo habría perdido! Por si todo esto fuese poco el regreso es cuesta arriba, control total, confianza, aceleración y comodidad. Motos de frente y celebración y saludito en uve al cruzarnos.

Bueno... posiblemente tu pregunta fuese retórica pero así a lo tonto ya he contado mi relato de lo que es verdaderamente disfrutar de las dos ruedas. Creo que cualquiera de nosotros se siente especialmente afortunado cuando viaja, se pasea o se desplaza, a saber, en moto.

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Va por rachas. Conforme pasan los años solo me apetece coger moto para viajes y largas jornadas. Pereza de equiparme y usarla para un recado o ir al curro.

Pero cuando la necesidad aprieta cualquier excusa es buena para montar. Ultima asi que recuerde fue en pleno confinamiento hace mas de 1 año. Con las UCIS a tope etc. Solo para ir al curro se podia justificar el desplazamiento etc. Por la autovia de noche sobre las 23:00 sin vehiculos y ni un alma por ningun lado. Mi imaginacion volaba. Con luna llena proyectando mi sombra sobre la oscura carretera o viendo las montañas en el horizonte...Fue un remolino de sensaciones motivados sobre todo por la incertidumbre de toda esta situacion que nunca hubieramos imaginado...
 
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