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EDITORIAL PRENSA ASTURIANA Director: Isidoro Nicieza
ESPAÑA
ETA roba 300 revólveres, 50 pistolas y munición en una empresa de armas del sureste francés
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ETA dio ayer un golpe de mano en Francia que ha pillado al Gobierno español por sorpresa, en vísperas del debate europeo sobre el proceso de paz y justo al cumplirse siete meses del alto el fuego. Cinco terroristas robaron 300 revólveres, al menos 50 pistolas y munición en una empresa del sureste francés tras secuestrar a la nuera y dos nietos del propietario de la empresa Sidam, de Vauvert, a unos 20 kilómetros de Nîmes. Se trata de la primera acción de este tipo de ETA en Francia desde que la banda terrorista declaró un alto el fuego permanente el pasado marzo. Es golpe de mano etarra es además el desafío más grave desde la tregua con el que la banda rompe el compromiso hecho al Gobierno de Zapatero de no rearmarse.
París / Madrid
Dos comandos de ETA, compuestos al menos por cinco terroristas, robaron a primera hora de la noche del lunes 300 revólveres, al menos 50 pistolas, munición y piezas sueltas de estas armas cortas de una empresa de importación y venta de armas en la localidad de Vauvert, cerca de Nîmes, en el sureste francés. Los etarras asaltaron previamente a la familia propietaria de la empresa, reteniendo a la hija y dos nietos del dueño y obligando a éste a conducirlos hasta la empresa.
El robo comenzó a las 20 horas, cuando tres encapuchados se presentaron en la casa del propietario y, tras advertirle de que tenían en su poder a su hija y sus nietos, le obligaron a punta de pistola a trasladarse a la empresa, desactivar las alarmas y abrirla. Tras conseguir el botín y antes de huir en una furgoneta, lo ataron y encerraron. El hombre pudo soltarse a las once de la noche y llamar a los gendarmes.
Los encapuchados eran dos hombres y una mujer, que hablaban en francés con acento español. Las esposas se las habían robado a dos gendarmes el 5 de marzo pasado, dos semanas antes de que ETA declarase el alto el fuego permanente.
Por su parte, el comando de secuestradores, de dos o tres etarras, retuvo a una hija de los dueños, de 30 años, y a los dos hijos de ésta, de 7 años y 9 meses, que aparecieron finalmente ayer por la mañana en la localidad de Calvisson (departamento de Gard), a 15 kilómetros de Vauvert, adonde los etarras los trasladaron en un vehículo en el que los rehenes pasaron la noche. En la avenida Maurice Privat de esta última ciudad tiene su sede la empresa objeto del robo, Sidam, S. A., acrónimo de Sociedad de Importación y Distribución de Armas y Munición.
La Policía española pidió ayer a Francia toda información sobre este robo. «Es cierto que no parece el estilo de ETA, pero quién sabe ahora cuál su estilo», afirmaron fuentes de la lucha antiterrorista gala al referirse al modus operandi de la banda en este asalto. Sin embargo, no tienen la más mínima duda sobre la autoría. El fiscal de Nîmes, Robert Gelli, afirmó que, por los testimonios recogidos por la Policía, los terroristas hicieron gala de «una sangre fría impresionante».
El hallazgo de las esposas de los gendarmes indica que el comando autor material del robo es el mismo que asaltó a la pareja de gendarmes en Figeat, y está dedicado al aprovisionamiento de material para el aparato militar de la banda. En aquella ocasión los agentes habían divisado a un individuo en un coche sospechoso cerca de un centro de armamento del Ejército y se dirigieron a identificarle, momento en el que otro terrorista, armado, les sorprendió por la espalda. Les quitaron dos pistolas, un subfusil, los uniformes y las esposas y los dejaron maniatados y semidesnudos.
Las únicas pruebas de la actividad de ETA en Francia desde que se inició el alto el fuego, del que se acaban de cumplir siete meses, eran los coches que aparecían calcinados y que habían sido previamente robados por los etarras. Los expertos antiterroristas consideraban que miembros de la banda habían limitado mucho sus movimientos en este período de tiempo.
Horas antes de que comenzase el alto el fuego el 22 marzo, un granjero del departamento francés de Lot dio cuenta del hallazgo en sus propiedades de varias bolsas llenas polvo de aluminio, detonadores y temporizadores. Era parte de los 1.300 kilos de ese material para explosivos que ETA había robado a finales de diciembre en el Sur.
En otro capítulo, durante los primeros días del alto el fuego, resultó polémico el envío de cartas de extorsión a empresarios en las que la banda pedía colaboración económica. La violencia callejera se intensificó notablemente tras el comunicado de ETA que, en agosto, advertía de que el «proceso de paz» estaba en una «evidente situación de crisis». Desde entonces, se han producido más de medio centenar de actos de «kale borroka» (quema de autobuses, de cajeros automáticos, ataques a sedes de partidos y a estaciones de ferrocarril).
Con este último robo, ETA rompe un compromiso previo a la tregua, por el que se comprometía a no atentar ni a abastecerse de material destinado a atentados. Como contrapartida, el Gobierno «aceptó que respetaría las decisiones que sobre el futuro adopten libremente los vascos».
Perdón por el ladrillo.
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ETA dio ayer un golpe de mano en Francia que ha pillado al Gobierno español por sorpresa, en vísperas del debate europeo sobre el proceso de paz y justo al cumplirse siete meses del alto el fuego. Cinco terroristas robaron 300 revólveres, al menos 50 pistolas y munición en una empresa del sureste francés tras secuestrar a la nuera y dos nietos del propietario de la empresa Sidam, de Vauvert, a unos 20 kilómetros de Nîmes. Se trata de la primera acción de este tipo de ETA en Francia desde que la banda terrorista declaró un alto el fuego permanente el pasado marzo. Es golpe de mano etarra es además el desafío más grave desde la tregua con el que la banda rompe el compromiso hecho al Gobierno de Zapatero de no rearmarse.
París / Madrid
Dos comandos de ETA, compuestos al menos por cinco terroristas, robaron a primera hora de la noche del lunes 300 revólveres, al menos 50 pistolas, munición y piezas sueltas de estas armas cortas de una empresa de importación y venta de armas en la localidad de Vauvert, cerca de Nîmes, en el sureste francés. Los etarras asaltaron previamente a la familia propietaria de la empresa, reteniendo a la hija y dos nietos del dueño y obligando a éste a conducirlos hasta la empresa.
El robo comenzó a las 20 horas, cuando tres encapuchados se presentaron en la casa del propietario y, tras advertirle de que tenían en su poder a su hija y sus nietos, le obligaron a punta de pistola a trasladarse a la empresa, desactivar las alarmas y abrirla. Tras conseguir el botín y antes de huir en una furgoneta, lo ataron y encerraron. El hombre pudo soltarse a las once de la noche y llamar a los gendarmes.
Los encapuchados eran dos hombres y una mujer, que hablaban en francés con acento español. Las esposas se las habían robado a dos gendarmes el 5 de marzo pasado, dos semanas antes de que ETA declarase el alto el fuego permanente.
Por su parte, el comando de secuestradores, de dos o tres etarras, retuvo a una hija de los dueños, de 30 años, y a los dos hijos de ésta, de 7 años y 9 meses, que aparecieron finalmente ayer por la mañana en la localidad de Calvisson (departamento de Gard), a 15 kilómetros de Vauvert, adonde los etarras los trasladaron en un vehículo en el que los rehenes pasaron la noche. En la avenida Maurice Privat de esta última ciudad tiene su sede la empresa objeto del robo, Sidam, S. A., acrónimo de Sociedad de Importación y Distribución de Armas y Munición.
La Policía española pidió ayer a Francia toda información sobre este robo. «Es cierto que no parece el estilo de ETA, pero quién sabe ahora cuál su estilo», afirmaron fuentes de la lucha antiterrorista gala al referirse al modus operandi de la banda en este asalto. Sin embargo, no tienen la más mínima duda sobre la autoría. El fiscal de Nîmes, Robert Gelli, afirmó que, por los testimonios recogidos por la Policía, los terroristas hicieron gala de «una sangre fría impresionante».
El hallazgo de las esposas de los gendarmes indica que el comando autor material del robo es el mismo que asaltó a la pareja de gendarmes en Figeat, y está dedicado al aprovisionamiento de material para el aparato militar de la banda. En aquella ocasión los agentes habían divisado a un individuo en un coche sospechoso cerca de un centro de armamento del Ejército y se dirigieron a identificarle, momento en el que otro terrorista, armado, les sorprendió por la espalda. Les quitaron dos pistolas, un subfusil, los uniformes y las esposas y los dejaron maniatados y semidesnudos.
Las únicas pruebas de la actividad de ETA en Francia desde que se inició el alto el fuego, del que se acaban de cumplir siete meses, eran los coches que aparecían calcinados y que habían sido previamente robados por los etarras. Los expertos antiterroristas consideraban que miembros de la banda habían limitado mucho sus movimientos en este período de tiempo.
Horas antes de que comenzase el alto el fuego el 22 marzo, un granjero del departamento francés de Lot dio cuenta del hallazgo en sus propiedades de varias bolsas llenas polvo de aluminio, detonadores y temporizadores. Era parte de los 1.300 kilos de ese material para explosivos que ETA había robado a finales de diciembre en el Sur.
En otro capítulo, durante los primeros días del alto el fuego, resultó polémico el envío de cartas de extorsión a empresarios en las que la banda pedía colaboración económica. La violencia callejera se intensificó notablemente tras el comunicado de ETA que, en agosto, advertía de que el «proceso de paz» estaba en una «evidente situación de crisis». Desde entonces, se han producido más de medio centenar de actos de «kale borroka» (quema de autobuses, de cajeros automáticos, ataques a sedes de partidos y a estaciones de ferrocarril).
Con este último robo, ETA rompe un compromiso previo a la tregua, por el que se comprometía a no atentar ni a abastecerse de material destinado a atentados. Como contrapartida, el Gobierno «aceptó que respetaría las decisiones que sobre el futuro adopten libremente los vascos».
Perdón por el ladrillo.