badmotorfinger
Allá vamos
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Morir o matar
Todavía no consigo creérmelo ni entender, pero he vuelto sin un rasguño a casa. Mi cuerpo entero es una gran agujeta, me pasa siempre después de una situación de gran intensidad, de riesgo como accidentes o situaciones al limite.
Pensaba acabar mi ultimo escrito pero curiosamente he vuelto a toparme con indeseables que describía en el.
Me fui en moto muy temprano a una cala agradable en Lloret de mar, no es una maravilla pero es algo mejor que las playas de Barcelona, tienes mas parecido con el mediterráneo.
Las rocas erosionadas por el Mar y el viento se han convertido en montículos amables, lisos y con formas redondas. El paso del tiempo hace su trabajo y moldea a su libre antojo.
Después de una buena capa de crema solar protección 30 (no soy albinos, sino paranoico con las pecas) me di varios baños, cada veinte minutos mas o menos, visto que el sol era sin piedad, de plomo.
Unos 35 grados a la sombra. Pude estrenar unas gafas de buceo y aletas, que ilusión, hacia años que no veía el mundo del silencio.
Es increíble la vida que hay debajo del agua, perseguí peces con colores surrealistas, salte desde unas rocas y hasta ese momento todo era como en un sueño. Perfecto.
Llegue el primero a esa calita, detrás del “castillo” de la ciudad y me instale con todos mis equipamientos de moto en un lugar alejado, una pequeña península que antiguamente era un muelle para barcos pequeños pero en desuso actualmente. La verdad es que hay que pasar por unas cuantas rocas escarpadas para llegar a ese diminuto lugar, y con tanto material, de buceo y moto tuve que hacer hasta 3 viajes para tener el “campamento base” listo.
Fueron llegando bañistas, familias, y los veía a lo lejos en las rocas de cala.
No me molestaban y yo no les molestaba, de lo contrario supongo que alguien me lo diría.
A las 13h mas o menos veo que llegan dos chicos mas, dejan sus ropas y mochilas a unos 20 metros a mi izquierda, se meten en el agua y oigo los típicos comentarios de “que agua mas cristalina, que fresquita, etc etc.”
Hasta ahí todo sigue su curso y empiezo a pensar en retirarme antes de que mi materia gris funda bajo el sol.
Los citado chicos llegan nadando a una gran roca delante de mi, a unos 15 metros y se sientan.
Estoy sentado, mirando el mar, los pinos, y la mente totalmente dispersa.
Veo que empiezan a hablar y cada vez mas alto, finalmente me da la sensación de que me hablan pero no concibo que puedan hablarme o hablar de mi, no les conozco.
Afino el oído y empiezo a oír lo que dicen, insultos y mas insultos.
Les pregunto amablemente si me están hablando para evitar cualquier malentendido y mas insultos lo confirman. Lindeces como “hijo de puta, maricon de mierda, eres un puto guarro, etc etc” y me cuesta unos minutos entender porque se ensañan de esa manera. Finalmente parece ser que es porque tomo el sol desnudo, en un lugar apartado.
Les contesto que si no les gusta son libres de irse, la playa es grande, y el mundo todavía mas.
Siguen en una dinámica absurda y acaban enseñándome sus genitales como si fueran obeliscos en lugar de colillas.
Ahora ya lo se, tengo un don. Un magnifico don que consiste en atraer los joputeros. Esta claro, aunque hubiera preferido no tenerlo.
Después de un buen rato más de insultos pueriles y seguramente debido al calor mi mente cogió el control sobre la razón y se puso en piloto automático.
Cuando ya he llegado a un limite mi razonamiento se apaga y reacciono por instinto, como un animal, impulsivamente. Es siempre muy útil en situaciones extremas porque descubro una parte de mi que sabe que hacer, al segundo, para salir de esa situación.
L inevitable era que tarde o temprano vendrían a por mi. Si reaccionaba contra ellos, se enfurecerían mas, y si no vendrían también porque esta clase de primates disfruta abusando de las personas que no saben defenderse o que evita el combate.
Recibí un mensaje mental, era casi como un grito de guerra:
A LA MIERDA y a partir de ese momento nada me importaba, el agresor debía recibir castigo. Debía parar esa situación molesta.
Empecé a vestirme, botas de moto, téjanos, pañuelo en al cabeza y guantes de moto de cuero con refuerzos de titanio en los nudillos. Estos últimos son muy visibles y suelen hacer reflexionar a los conductores agresivos o que me hacen cosas raras al volante, solo al enseñarlos suele bastar.
Al ver que me vestia, los insultos eran todavía mas intensos, aunque el nivel de calidad de estos mismos tampoco mejoraba. Los joputeros jubilaban, pensando haber ganado.
Fui dando saltos, precisos y grandes, de roca en roca hasta llegar al sitio donde ellos llegaron primero. Los miré, cogí sus camisetas, pantalones, botas, etc entre mis brazos y los tiré al mar. Creo que es lo mínimo que se merecían, y así lo dije.
De repente un ruido se hizo mayor que los insultos, y no di crédito a lo que veía, a lo que oía, todos los demás bañistas estaban aplaudiendo!
Nunca me había pasado, me sentí Freddy Mercury durante medio segundo.
La complicidad y el apoyo espontáneo de estas personas, extranjeras en su mayoría lleno mi corazón y me sentí menos solo.
Como acompañado en esa mala película que m estaba pasando.
Los machotes consiguen nadar e insultar a la vez mientras recogen su cosas, mas tarde me arrepentí de no haberlas tirado mas lejos.
(voy a cambiar al tiempo presente, me será mas fácil)
Les espero, no pienso dejar impune nada. Nadie tiene porque pisarme, insultarme, nadie. Y menos todavía dos degenerados.
Cuando llegan, muy alterados los insultos se mezclan con amenazas.
“ te vamos a matar, no sales vivo de aquí, vamos a llamar mas colegas, ven arriba y te partimos la cara etc etc etc”
Voy contestando al cabecilla que no pienso subir en terreno plano, que no tengo porque y que si quiere intentar cualquier cosa que lo haga aquí.
Mientras iba contestando uno de ellos me empuja contra las rocas, los reflejos de motero hacen que puedan parar mi caida con las manos, me impulso con los brazos y al volver en pie mi cuerpo se anima solo, cobra vida propria y propina una patada de karate (aunque solo hice karate con 10 años y no recuerdo nada) y un buen empujon, uno se cae entre las rocas y según sus gritos parece que le ha dolido. Se pone en pie, y el otro ya no se atreve a intentar tocarme. Mis botas me dan una ventaja increíble.
Son dos pingüinos en tierra firme contra un jaguar (vale vale, quizás me paso con la comparativa). Al ver que no podrán hacer nada más amenazan con tirar mis cosas al mar. A paso tranquilo vuelvo a mi campamento y ellos esperan que intente salir de mi lugar, cargado, para poder como chacales, saltar encima de mi.
Mi día tranquilo se estaba convirtiendo en una película mala de chuck norris.
Examino la situación. Es difícil, hace calor, mucho.
Vestido de motorista en una playa con 40 grados no da lugar a muchas derivas mentales.
Lo veo claro, si intento pasar, podré acabar con ellos. Esta muy claro en esta situación, muy claro. Aunque yo nos sea un atleta me veo muy capaz, además mi mente ya entro en modo “violencia absurda”.
Descarto esta opción, no quiero acabar siendo un articulo mas de periódico.
Veo demasiados cada día, de actos violentos que acaban mal.
Imagino que si vuelvo a empujar este mandril y por mala casualidad su cabeza se abre contra una roca y se mata, aunque yo me defiendo, podría acabar en la cárcel. Eso no seria nada bueno, cambiaria mi dia, mi vida y posiblemente saldria de ella siendo la persona que no quiero ser.
Decido llamar a la policía, será lo mas sensato.
Al ver que lo hago ellos desaparecen pero se sitúan en altura y empiezan a tirar piedras como mi puño. Estoy en buen lugar, protegido, puedo esperar si este sol no acaba deshidratándome.
Dejan de tirar piedras, aunque sigo alerta, como son capaces de cualquier cosa examino las alturas, los pinos, y no los encuentro hasta que veo asomarse la gorra de un policia.
Le señalo que estoy abajo y voy subiendo, cargado como una mula.
Unos chicos franceses me ayudan, el calor es insoportable y abre cada poro de mi piel.
Casi sorprendido, veo que los mandriles estan hablando con los agentes, dejaron de tirar piedras para ir a contarles que yo era un ser sanguinario, violento y que les había tirado contra las rocas. No digo nada y espero mi turno. Los agentes ven enseguida que mi reveladora tranquilidad desacredita la versión contada.
Mientras los agentes me hablan esos chicos tan amables me hacen señales de muerte y amenazas. Insisten a los agentes que les den mis datos, a lo cual se niegan claramente.
Si lo llego a saber les hubiera partido un poco mas la cara, sin matarlos, con cuidado de amortiguar sus caídas. Quizás se lo pensarían mejor antes de fastidiar el dia del primero que pasa por delante.
También me quede con ganas de decirles que el mundo es pequeño, y que solo las montañas no se encuentran. Pero tampoco vale la pena malgastar mi saliva.
Al final se van y el agente compasivo confiesa que es una pena que ocurran hechos asi bla bla bla bla bla bla.
Conclusión: al no haber lesiones, es decir: nada roto y cortado, no vale la pena denunciar. Perdería tiempo y dinero y tampoco pasaría nada a esos chicos.
Así es la ley en España, solo podrían tener castigo legal si yo desgraciadamente hubiera estado herido, y en casi de herirles a pesar de defenderme hubiera sido yo el delincuente. Curioso desde luego, y injusto también.
Decido ir al primer bar que encuentre y ver si me dejan meterme 5 minutos en un congelador, me fundo.
Vuelvo a la carretera, desde ayer entra en vigor el carné por puntos y voy mas pendiente de la velocidad que de la carretera, como mucha gente parece ser.
La única preocupación es: si un violento como los de la playa pierde el carné por puntos quien me asegura de que no volverá a conducir durante un tiempo?
pd: llevad siempre el equipamiento de moto cerca
Todavía no consigo creérmelo ni entender, pero he vuelto sin un rasguño a casa. Mi cuerpo entero es una gran agujeta, me pasa siempre después de una situación de gran intensidad, de riesgo como accidentes o situaciones al limite.
Pensaba acabar mi ultimo escrito pero curiosamente he vuelto a toparme con indeseables que describía en el.
Me fui en moto muy temprano a una cala agradable en Lloret de mar, no es una maravilla pero es algo mejor que las playas de Barcelona, tienes mas parecido con el mediterráneo.
Las rocas erosionadas por el Mar y el viento se han convertido en montículos amables, lisos y con formas redondas. El paso del tiempo hace su trabajo y moldea a su libre antojo.
Después de una buena capa de crema solar protección 30 (no soy albinos, sino paranoico con las pecas) me di varios baños, cada veinte minutos mas o menos, visto que el sol era sin piedad, de plomo.
Unos 35 grados a la sombra. Pude estrenar unas gafas de buceo y aletas, que ilusión, hacia años que no veía el mundo del silencio.
Es increíble la vida que hay debajo del agua, perseguí peces con colores surrealistas, salte desde unas rocas y hasta ese momento todo era como en un sueño. Perfecto.
Llegue el primero a esa calita, detrás del “castillo” de la ciudad y me instale con todos mis equipamientos de moto en un lugar alejado, una pequeña península que antiguamente era un muelle para barcos pequeños pero en desuso actualmente. La verdad es que hay que pasar por unas cuantas rocas escarpadas para llegar a ese diminuto lugar, y con tanto material, de buceo y moto tuve que hacer hasta 3 viajes para tener el “campamento base” listo.
Fueron llegando bañistas, familias, y los veía a lo lejos en las rocas de cala.
No me molestaban y yo no les molestaba, de lo contrario supongo que alguien me lo diría.
A las 13h mas o menos veo que llegan dos chicos mas, dejan sus ropas y mochilas a unos 20 metros a mi izquierda, se meten en el agua y oigo los típicos comentarios de “que agua mas cristalina, que fresquita, etc etc.”
Hasta ahí todo sigue su curso y empiezo a pensar en retirarme antes de que mi materia gris funda bajo el sol.
Los citado chicos llegan nadando a una gran roca delante de mi, a unos 15 metros y se sientan.
Estoy sentado, mirando el mar, los pinos, y la mente totalmente dispersa.
Veo que empiezan a hablar y cada vez mas alto, finalmente me da la sensación de que me hablan pero no concibo que puedan hablarme o hablar de mi, no les conozco.
Afino el oído y empiezo a oír lo que dicen, insultos y mas insultos.
Les pregunto amablemente si me están hablando para evitar cualquier malentendido y mas insultos lo confirman. Lindeces como “hijo de puta, maricon de mierda, eres un puto guarro, etc etc” y me cuesta unos minutos entender porque se ensañan de esa manera. Finalmente parece ser que es porque tomo el sol desnudo, en un lugar apartado.
Les contesto que si no les gusta son libres de irse, la playa es grande, y el mundo todavía mas.
Siguen en una dinámica absurda y acaban enseñándome sus genitales como si fueran obeliscos en lugar de colillas.
Ahora ya lo se, tengo un don. Un magnifico don que consiste en atraer los joputeros. Esta claro, aunque hubiera preferido no tenerlo.
Después de un buen rato más de insultos pueriles y seguramente debido al calor mi mente cogió el control sobre la razón y se puso en piloto automático.
Cuando ya he llegado a un limite mi razonamiento se apaga y reacciono por instinto, como un animal, impulsivamente. Es siempre muy útil en situaciones extremas porque descubro una parte de mi que sabe que hacer, al segundo, para salir de esa situación.
L inevitable era que tarde o temprano vendrían a por mi. Si reaccionaba contra ellos, se enfurecerían mas, y si no vendrían también porque esta clase de primates disfruta abusando de las personas que no saben defenderse o que evita el combate.
Recibí un mensaje mental, era casi como un grito de guerra:
A LA MIERDA y a partir de ese momento nada me importaba, el agresor debía recibir castigo. Debía parar esa situación molesta.
Empecé a vestirme, botas de moto, téjanos, pañuelo en al cabeza y guantes de moto de cuero con refuerzos de titanio en los nudillos. Estos últimos son muy visibles y suelen hacer reflexionar a los conductores agresivos o que me hacen cosas raras al volante, solo al enseñarlos suele bastar.
Al ver que me vestia, los insultos eran todavía mas intensos, aunque el nivel de calidad de estos mismos tampoco mejoraba. Los joputeros jubilaban, pensando haber ganado.
Fui dando saltos, precisos y grandes, de roca en roca hasta llegar al sitio donde ellos llegaron primero. Los miré, cogí sus camisetas, pantalones, botas, etc entre mis brazos y los tiré al mar. Creo que es lo mínimo que se merecían, y así lo dije.
De repente un ruido se hizo mayor que los insultos, y no di crédito a lo que veía, a lo que oía, todos los demás bañistas estaban aplaudiendo!
Nunca me había pasado, me sentí Freddy Mercury durante medio segundo.
La complicidad y el apoyo espontáneo de estas personas, extranjeras en su mayoría lleno mi corazón y me sentí menos solo.
Como acompañado en esa mala película que m estaba pasando.
Los machotes consiguen nadar e insultar a la vez mientras recogen su cosas, mas tarde me arrepentí de no haberlas tirado mas lejos.
(voy a cambiar al tiempo presente, me será mas fácil)
Les espero, no pienso dejar impune nada. Nadie tiene porque pisarme, insultarme, nadie. Y menos todavía dos degenerados.
Cuando llegan, muy alterados los insultos se mezclan con amenazas.
“ te vamos a matar, no sales vivo de aquí, vamos a llamar mas colegas, ven arriba y te partimos la cara etc etc etc”
Voy contestando al cabecilla que no pienso subir en terreno plano, que no tengo porque y que si quiere intentar cualquier cosa que lo haga aquí.
Mientras iba contestando uno de ellos me empuja contra las rocas, los reflejos de motero hacen que puedan parar mi caida con las manos, me impulso con los brazos y al volver en pie mi cuerpo se anima solo, cobra vida propria y propina una patada de karate (aunque solo hice karate con 10 años y no recuerdo nada) y un buen empujon, uno se cae entre las rocas y según sus gritos parece que le ha dolido. Se pone en pie, y el otro ya no se atreve a intentar tocarme. Mis botas me dan una ventaja increíble.
Son dos pingüinos en tierra firme contra un jaguar (vale vale, quizás me paso con la comparativa). Al ver que no podrán hacer nada más amenazan con tirar mis cosas al mar. A paso tranquilo vuelvo a mi campamento y ellos esperan que intente salir de mi lugar, cargado, para poder como chacales, saltar encima de mi.
Mi día tranquilo se estaba convirtiendo en una película mala de chuck norris.
Examino la situación. Es difícil, hace calor, mucho.
Vestido de motorista en una playa con 40 grados no da lugar a muchas derivas mentales.
Lo veo claro, si intento pasar, podré acabar con ellos. Esta muy claro en esta situación, muy claro. Aunque yo nos sea un atleta me veo muy capaz, además mi mente ya entro en modo “violencia absurda”.
Descarto esta opción, no quiero acabar siendo un articulo mas de periódico.
Veo demasiados cada día, de actos violentos que acaban mal.
Imagino que si vuelvo a empujar este mandril y por mala casualidad su cabeza se abre contra una roca y se mata, aunque yo me defiendo, podría acabar en la cárcel. Eso no seria nada bueno, cambiaria mi dia, mi vida y posiblemente saldria de ella siendo la persona que no quiero ser.
Decido llamar a la policía, será lo mas sensato.
Al ver que lo hago ellos desaparecen pero se sitúan en altura y empiezan a tirar piedras como mi puño. Estoy en buen lugar, protegido, puedo esperar si este sol no acaba deshidratándome.
Dejan de tirar piedras, aunque sigo alerta, como son capaces de cualquier cosa examino las alturas, los pinos, y no los encuentro hasta que veo asomarse la gorra de un policia.
Le señalo que estoy abajo y voy subiendo, cargado como una mula.
Unos chicos franceses me ayudan, el calor es insoportable y abre cada poro de mi piel.
Casi sorprendido, veo que los mandriles estan hablando con los agentes, dejaron de tirar piedras para ir a contarles que yo era un ser sanguinario, violento y que les había tirado contra las rocas. No digo nada y espero mi turno. Los agentes ven enseguida que mi reveladora tranquilidad desacredita la versión contada.
Mientras los agentes me hablan esos chicos tan amables me hacen señales de muerte y amenazas. Insisten a los agentes que les den mis datos, a lo cual se niegan claramente.
Si lo llego a saber les hubiera partido un poco mas la cara, sin matarlos, con cuidado de amortiguar sus caídas. Quizás se lo pensarían mejor antes de fastidiar el dia del primero que pasa por delante.
También me quede con ganas de decirles que el mundo es pequeño, y que solo las montañas no se encuentran. Pero tampoco vale la pena malgastar mi saliva.
Al final se van y el agente compasivo confiesa que es una pena que ocurran hechos asi bla bla bla bla bla bla.
Conclusión: al no haber lesiones, es decir: nada roto y cortado, no vale la pena denunciar. Perdería tiempo y dinero y tampoco pasaría nada a esos chicos.
Así es la ley en España, solo podrían tener castigo legal si yo desgraciadamente hubiera estado herido, y en casi de herirles a pesar de defenderme hubiera sido yo el delincuente. Curioso desde luego, y injusto también.
Decido ir al primer bar que encuentre y ver si me dejan meterme 5 minutos en un congelador, me fundo.
Vuelvo a la carretera, desde ayer entra en vigor el carné por puntos y voy mas pendiente de la velocidad que de la carretera, como mucha gente parece ser.
La única preocupación es: si un violento como los de la playa pierde el carné por puntos quien me asegura de que no volverá a conducir durante un tiempo?
pd: llevad siempre el equipamiento de moto cerca
