Karlos BMW
Curveando
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Con estos, me retiro. ;D ;D ;D
El Arnaldo viajó a Japón y se compró un par de anteojos de gran tecnología que hacía ver desnudas a todas las mujeres. Arnaldo se pone los anteojos y empieza a ver desnudas a todas las mujeres... él está encantado. Se pone los anteojos, desnudas. Se quita los anteojos, vestidas. ¡Ay, Jesús, qué maravilla! Y Arnaldo regresó a Bilbao, loco por mostrarle a su mujer la novedad. En el avión, se siente enloquecido viendo a las azafatas totalmente desnudas. Cuando llega a la casa, inmediatamente se coloca los anteojos para ver desnuda a su mujer, María. Abre la puerta y ve a María y a Joaquín, desnudos en el sofá. Se quita los anteojos, desnudos. Se pone los anteojos, desnudos. Se los quita... desnudos. Se los pone... desnudos. Y Manuel dice: ¡Ostia, joder! ¡La puta que lo parió, pues...! ¡Esta mierda ya se rompió!
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Va uno del mismo Bilbao por la autopista adelantando a todo el mundo con su coche recién comprado en la feria de su ciudad cuando de repente nota algo raro. Se echa a un lado, se baja y se da cuenta que una rueda se ha pinchado. ¡Aiba la ostia! ¿dónde cojones estará en este coche el puto gato y la puta rueda de repuesto? Mientras mascullaba cagándose en "to", se para uno de San Sebastián al que había adelantado anteriormente de mala manera y éste le dice. ¡Joder la ostia, de Bilbao tenías que ser! ¿No sabes que estos coches modernos no tienen ni gato ni rueda de repuesto? Joder, ¿y cómo se arregla esto, pues? Sólo tienes que soplar fuerte por el tubo de escape y se vuelve a inflar la rueda. ¡La ostia, Patxi! de cojones. Gracias, ¡eh! El guipuchi se monta en el coche y se aleja descojonado, muriéndose de risa y pensando: ¡estos de Bilbao son bobos! Mientras, el de Bilbao estaba sopla que te sopla por el tubo de escape. ¡Aiba la ostia, que no se infla! A ver si lo estoy haciendo mal. Y el tío seguía y seguía: lo único que se inflaba era la vena del cuello, a punto de estallar. Ya estaba casi extenuado cuando se para otro de Bilbao: Oye Patxi. ¿Qué haces pues? Mira tú que he pinchado y ha parado un guiputxi que me ha dicho que en estos coches de ahora soplando por el tubo de escape se infla la rueda. Pero nada, por mucho que soplo no hay manera... El otro que se empieza a reír y le dice: Aiba la ostia, pero mira que eres gilipollas, ¡eh!... ¡Cómo la vas a hinchar si tienes las ventanillas bajadas!
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Nueva York. World Trade Center. Zona Cero. Después de un año, los bomberos siguen con las tareas de salvamento, cuando de pronto, levantan un bloque de hormigón de 2000 kilos y aparece uno de Bilbao.
¡Aiba la ostia! Pues anda que no habéis tardau en rescatarme, joder. Ya me estaba muriendo de sed.
Los bomberos, la policía, los médicos, los periodistas... todos se quedan alucinados mirando al vasco, sin creérselo, y el vasco sigue: ¡Venga un txuletón, joder! Y un txacolí que estoy seco, pues.
Un bombero, aún sin poder creer lo que ve, le pregunta:
Oiga, perdone, ¿en la planta donde estaba usted, sabe si queda algún superviviente?
¡Y yo qué ostias sé, joder, si yo venía en el avión!
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Arzallus y su chofer paseaban por una carretera cuando súbitamente atropellaron a un cerdo, matándolo instantáneamente. Arzallus le dijo a su chófer que fuera a la granja para explicarle al dueño lo sucedido. Una hora mas tarde, ve a su chofer venir tambaleándose, con un cigarro en una mano y una botella en la otra, y su ropa desarreglada.
¿Que pasó? - Preguntó el presidente al chófer, y este respondió:
Bueno, el granjero me dio el vino, su mujer el cigarro y su hermosa hija me hizo el amor apasionadamente.
¡Por Dios!, ¿qué les dijiste?
Les dije: "Soy el chófer de Arzallus y acabo de matar al cerdo".
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Un bilbaíno iba por la calle y se encontró un espejito de cartera, lo levantó, se miró y dijo: ¡Anda la ostia! A este tío lo conozco. Y se lo guardó en el bolsillo del pantalón. De regreso a su casa volvió a mirarse al espejo y repitió: ¡Ah joder! ¡Qué a este tío lo conozco! Al entrar a su casa guardó el espejo en el bolsillo de su pantalón y se sentó en la mesa del comedor. Mientras la Idoya le servía la comida, el vasco volvía a mirarse en el espejo y repetía: ¡Ostia! ¡Yo a este tío lo conozco! Cuando Idoia se dió cuenta, le preguntó: Oye, Mikel ¿qué tienes en la mano? ¡Nada importante, mujer! Y se guardó el espejo en el bolsillo del pantalón. Terminada la cena el vasco se fue a dormir dejando el pantalón sobre una silla. Idoya, intrigada, una vez dormido su esposo se acercó a la silla y retiró el espejo del pantalón, se miró al mismo y dijo: ¡Ya lo sabía! ¡Es una foto de mujer! ¡Y qué cara de puta que tiene!
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¡Yo estoy muy orgulloso de ser vasco, pues!
¿Tú vasco? ¡Pero si naciste en Burgos!
¡Los vascos nacemos donde nos sale de los huevos, hostia pues!
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Entra un vasco en la librería y pregunta al dependiente: ¡Hombre pues! ¿Y no tendrías un mapamundi de la ría de Bilbao?
El Arnaldo viajó a Japón y se compró un par de anteojos de gran tecnología que hacía ver desnudas a todas las mujeres. Arnaldo se pone los anteojos y empieza a ver desnudas a todas las mujeres... él está encantado. Se pone los anteojos, desnudas. Se quita los anteojos, vestidas. ¡Ay, Jesús, qué maravilla! Y Arnaldo regresó a Bilbao, loco por mostrarle a su mujer la novedad. En el avión, se siente enloquecido viendo a las azafatas totalmente desnudas. Cuando llega a la casa, inmediatamente se coloca los anteojos para ver desnuda a su mujer, María. Abre la puerta y ve a María y a Joaquín, desnudos en el sofá. Se quita los anteojos, desnudos. Se pone los anteojos, desnudos. Se los quita... desnudos. Se los pone... desnudos. Y Manuel dice: ¡Ostia, joder! ¡La puta que lo parió, pues...! ¡Esta mierda ya se rompió!
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Va uno del mismo Bilbao por la autopista adelantando a todo el mundo con su coche recién comprado en la feria de su ciudad cuando de repente nota algo raro. Se echa a un lado, se baja y se da cuenta que una rueda se ha pinchado. ¡Aiba la ostia! ¿dónde cojones estará en este coche el puto gato y la puta rueda de repuesto? Mientras mascullaba cagándose en "to", se para uno de San Sebastián al que había adelantado anteriormente de mala manera y éste le dice. ¡Joder la ostia, de Bilbao tenías que ser! ¿No sabes que estos coches modernos no tienen ni gato ni rueda de repuesto? Joder, ¿y cómo se arregla esto, pues? Sólo tienes que soplar fuerte por el tubo de escape y se vuelve a inflar la rueda. ¡La ostia, Patxi! de cojones. Gracias, ¡eh! El guipuchi se monta en el coche y se aleja descojonado, muriéndose de risa y pensando: ¡estos de Bilbao son bobos! Mientras, el de Bilbao estaba sopla que te sopla por el tubo de escape. ¡Aiba la ostia, que no se infla! A ver si lo estoy haciendo mal. Y el tío seguía y seguía: lo único que se inflaba era la vena del cuello, a punto de estallar. Ya estaba casi extenuado cuando se para otro de Bilbao: Oye Patxi. ¿Qué haces pues? Mira tú que he pinchado y ha parado un guiputxi que me ha dicho que en estos coches de ahora soplando por el tubo de escape se infla la rueda. Pero nada, por mucho que soplo no hay manera... El otro que se empieza a reír y le dice: Aiba la ostia, pero mira que eres gilipollas, ¡eh!... ¡Cómo la vas a hinchar si tienes las ventanillas bajadas!
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Nueva York. World Trade Center. Zona Cero. Después de un año, los bomberos siguen con las tareas de salvamento, cuando de pronto, levantan un bloque de hormigón de 2000 kilos y aparece uno de Bilbao.
¡Aiba la ostia! Pues anda que no habéis tardau en rescatarme, joder. Ya me estaba muriendo de sed.
Los bomberos, la policía, los médicos, los periodistas... todos se quedan alucinados mirando al vasco, sin creérselo, y el vasco sigue: ¡Venga un txuletón, joder! Y un txacolí que estoy seco, pues.
Un bombero, aún sin poder creer lo que ve, le pregunta:
Oiga, perdone, ¿en la planta donde estaba usted, sabe si queda algún superviviente?
¡Y yo qué ostias sé, joder, si yo venía en el avión!
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Arzallus y su chofer paseaban por una carretera cuando súbitamente atropellaron a un cerdo, matándolo instantáneamente. Arzallus le dijo a su chófer que fuera a la granja para explicarle al dueño lo sucedido. Una hora mas tarde, ve a su chofer venir tambaleándose, con un cigarro en una mano y una botella en la otra, y su ropa desarreglada.
¿Que pasó? - Preguntó el presidente al chófer, y este respondió:
Bueno, el granjero me dio el vino, su mujer el cigarro y su hermosa hija me hizo el amor apasionadamente.
¡Por Dios!, ¿qué les dijiste?
Les dije: "Soy el chófer de Arzallus y acabo de matar al cerdo".
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Un bilbaíno iba por la calle y se encontró un espejito de cartera, lo levantó, se miró y dijo: ¡Anda la ostia! A este tío lo conozco. Y se lo guardó en el bolsillo del pantalón. De regreso a su casa volvió a mirarse al espejo y repitió: ¡Ah joder! ¡Qué a este tío lo conozco! Al entrar a su casa guardó el espejo en el bolsillo de su pantalón y se sentó en la mesa del comedor. Mientras la Idoya le servía la comida, el vasco volvía a mirarse en el espejo y repetía: ¡Ostia! ¡Yo a este tío lo conozco! Cuando Idoia se dió cuenta, le preguntó: Oye, Mikel ¿qué tienes en la mano? ¡Nada importante, mujer! Y se guardó el espejo en el bolsillo del pantalón. Terminada la cena el vasco se fue a dormir dejando el pantalón sobre una silla. Idoya, intrigada, una vez dormido su esposo se acercó a la silla y retiró el espejo del pantalón, se miró al mismo y dijo: ¡Ya lo sabía! ¡Es una foto de mujer! ¡Y qué cara de puta que tiene!
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¡Yo estoy muy orgulloso de ser vasco, pues!
¿Tú vasco? ¡Pero si naciste en Burgos!
¡Los vascos nacemos donde nos sale de los huevos, hostia pues!
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Entra un vasco en la librería y pregunta al dependiente: ¡Hombre pues! ¿Y no tendrías un mapamundi de la ría de Bilbao?