Jornada 10. A día 18 de Julio de 2012. Storlett–Lofoten–Evenes (Noruega). 722 km.
He descansado amablemente en el hitter de Gildetun, es un lugar con una magia muy acentuada, la altura, el paisaje, el diseño, emplazamiento, orientación y materiales de construcción de la edificación tan integrados en el paisaje…las condiciones meteorológicas, la luz más allá del Círculo Polar Ártico...las montañas nevadas, los fiordos, los islotes, el mar plano, el dibujo de las corrientes…los sentimientos que ayer experimenté en el Cabo Norte…
En el restaurante y en la recepción había unos detalles curiosos, adornando la recepción. Fue un lugar cálido en un lugar insólito.
Tocó recoger la mesa de la cena anterior y los trastes de viaje.
El monte que da nombre al paraje...Gildetun.
He desayunado magníficamente, al estilo noruego, pan tierno integral, mermeladas, un queso de cabra para untar excelente, queso marrón (creo que lo hacen con azúcar), otro queso más normal, embutidos y pescado escabechado riquísimo, también con tomate, pero el primero más rico para mí. El café está bien, ha valido la pena los ochenta y pico euros por el súper hitter y el breakfast.
Hoy hemos rodado con destino a las Islas Lofoten. Son increíblemente bellas y sorprendentes. Ha hecho mucho frío. Aunque ha llovido mucho, también hemos visto el Sol, que en Lofoten es muy inusual. Cada salida de viraje te muestra una nueva estampa bucólica y distinta y parecida a la anterior, las orillas, las montañas, la niebla, la nieve, los bosques, los colores, son unas islas extrañas…una naturaleza vigorosa y limpia. Voy dirección Svolvaer (Vickye El Vikingo). Me hubiera gustado ir hasta “A i Lofoten”, pero este pequeño pueblo está un poco lejos para ir y volver.
Statoil sería un lugar común durante varios días, pues es la compañía de hidrocarburos más importante de Noruega. Además me compré la taza térmica Statoil, que te permite servirte café y chocolate caliente gratis en todas las estaciones de esta firma.
El chocolate calentito me arregló el cuerpo en más de una ocasión. El café, a pesar de las malas opiniones que he leído en los foros, a mi me gustó.
Me encontré cascadas de agua por doquier en las altas laderas montañosas. La nieve mantenía una temperatura baja, que se acentuaba en percepción térmica en los momentos que llovía.
La carretera ofrece a cada momento un espectáculo único. Esto hace que no te importe navegar a baja velocidad muchos tramos. Sobre Egeria, sentado, con la espalda vertical y las manos calentitas, no me canso de pasar las horas en la carretera, con la sonrisa en la boca, dando gracias a Dios, por estar disfrutando de estas latitudes y gritando “wade” dentro de mis casco, a cada nueva cosa que me exaltaba.
Hice una parada, para calentar mi comida, en un banco de madera aislado, a las orillas de la primera de las Islas Lofoten y alguien dejo una moneda impresa a dos caras:
La moneda que alguien dejó en la mesa de la parada en las Islas Lofoten:
De La Biblia, del Libro de Juan:
En una cara Juan 3:16 y en la otra 3:36, en idioma noruego.
“De tal manera amó Dios al mundo
3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
“El que viene de arriba
3:36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”
Hoy me siento muy triste, mi familia está muy lejos y tengo muchas ganas de verlos. Incluso pienso en modificar planes para ir más rápido.
Se conduce muy lento en las Islas Lofoten. Cuando llego a Svolvaer intento ver si hay ferry para Bodo o para Mo i Rana, pero finalmente no hay plazas, así que me doy la vuelta y me dirijo hacia Narvik, recorriendo de nuevo las Islas Lofoten, con una perspectiva distinta.
Estoy muy cansado y contrariado por no poder tomar el ferry, que me hubiera ahorrado un día y medio de viaje. Luego me alegraría mucho de no tener plaza en el ferry. Hace frío.
El único alce vivo que he visto en el viaje, lo vi esta tarde, de vuelta hacia Narvik. Cruzó inesperadamente la carretera, dos coches frenaron delante de mí, después de cruzar, se paró a unos quince metros en un paisaje de taiga con árboles dispersos y volvió la cabeza, pareció como si quisiera comprobar que nadie se hubiera hecho daño, a su paso. Fue un momento inolvidable. Es un animal enorme.
Estoy muy cansado y cerca de las nueve y media decido tomar habitación en el hotel Fjord Hotell en Evenes, cerca de Narvik, en la carretera E6.
Ya en el hotel, Ilpo, me mandó un mensaje y me dijo que le gustaba mucho el Gildetun. Él y Gunta pasarán la noche allí. Me pregunta que tal estoy y que donde pasaré la noche y le digo que en un hotel en Evenes, que estoy bien.
El Fjordhotell no es barato, esto es Norge, pero necesito descansar. La habitación es correcta. La ventana es grande y tiene unas bonitas vistas, hacia la montaña.
Me di una ducha caliente y larga que me recuperó el ánimo. El lomito ibérico lo terminé en esta cena.
Egeria marca 26.958 km. Hoy hemos rodado 722 km. Compruebo los niveles. Mañana repondré aceite en el bóxer. Estaciono a mi compañera delante del hotel, justo enfrente de mí habitación. Estando en ella, vi pasar una unidad gemela de Egeria. Se dio la vuelta y vino a mirar la mía. No estaban de viaje y el piloto llevaba a su hijo detrás.
Descansar recupera el ánimo. En la soledad, la tristeza y la alegría vienen a formar una señal sinusoidal, una corriente alterna, pasando de positivo a negativo por el cero...