2, 3 y 4 de noviembre de 2010: Nueva York y vuelta a casa
Nos tuvimos que pegar un buen madrugón para ir al aeropuerto, y aunque la web del BART (transporte metropolitano de SF) decía que el servicio empieza a las 4 de la mañana, la línea que teníamos que coger no empezaba hasta las cinco. Una vez en el aeropuerto, pasamos los latosos controles de seguridad en los que yo tuve que pasar por el famoso escáner corporal que tanta polémica trae. Después, vuelo sin incidencias de unas cinco horas y, ¡ya estábamos en Nueva York!
Recogimos el equipaje, y comprobamos que mi maleta había sido revisada, ¡otra vez!. Seguramente se debía a que me había llevado las herramientas de mi moto y un kit reparapinchazos.
Para llegar del JFK a Manhattan cogimos el Airtrain, que es un tren que comunica todas las terminales del inmenso aeropuerto entre ellas y con el metro de NY. Hay que pagar 5$ para salir del Airtrain y pasar al metro, pero puedes sacar un ticket en las máquinas que te sirve para ambos trenes. Lo sacamos de 20$ cada uno, para que nos valiese para movernos algo por Manhattan y para volver al aeropuerto.
Después de una hora de metro, llegamos a nuestra estación de destino en la calle 34. Es alucinante de repente, encontrarte en medio de los rascacielos y de las calles escenario de tantas películas. Nos dimos una buena caminata con las maletas a remolque hasta llegar al hotel, en medio de un río de gente que iba a toda prisa, en el que habíamos reservado una habitación por internet aproximadamente un mes antes. Y menos mal, porque estaba completo ya que el sábado 6 se celebraba el mundialmente famoso Marathón, al que acudía gente desde todos los rincones del globo. El nuestro, estaba tomado por un equipo holandés. Quizás por esto pagamos tan cara la habitación, unos 400$ las dos noches sin desayuno.
La habitación era pequeña pero correcta y el hotel estaba muy bien ubicado, en la calle 32 y muy cerca del Empire State. Una vez instalados, nos fuimos a dar una vuelta. Ya había anochecido, pero las calles hervían de gente. Hacía frío. El primer sitio que visitamos fue la "Grand Central Terminal" estación casi centenaria de tren, famosa por su arquitectura y por la escena del carrito de bebé cayendo por las escaleras en la película de Los Intocables de Eliott Ness.
Bueno, falta la música:
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Luego seguimos hacia Times Square, que se puede decir que es el corazón de Manhattan. Por el camino avistamos el edificio Chrysler, uno de los más emblemáticos rascacielos:
Una de las gigantescas pantallas tomaba planos de la gente y un personaje los ampliaba con una lupa:
Había cientos de policías por todas las esquinas, y me imagino que como poco, otro tanto de paisano mezclados con la gente. No sabemos si es siempre así, o es por que estaban en alerta después de que se hubieran localizado algunos paquetes bomba que iban a ser enviados por avión desde Europa. Incluso tenían un autobús con una especie de garita telescópica que se elevaba:
Luego nos fuimos a visitar el Empire State. Nos habían dicho que era mejor ir por la noche, pues no hay colas y la vista es más espectacular. Está abierto hasta las once de la noche.
Los revestimientos del interior son preciosos, con gran cantidad de plaquetas de brillantes colores y multitud de detalles de buen gusto.
Efectivamente, era una buena idea ir de noche. no había demasiada gente, y las vistas eran espectaculares.
Uno de los edificios con más historia, el Flatiron, no estaba iluminado:
De camino al hotel, nos encontramos esta curiosa muestra de "espaninglish":
El Empire de día:
Y el Chrysler:
Saint Patrick's, construida a finales del S XIX con las aportaciones de los irlandeses de la ciudad:
La famosa pista de patinaje del Rochefeller Center:
Multita, pero con glamur:
Hay muchos vehículos híbridos, taxis incluidos, lo que contrasta con el derroche de gasolina que puedes ver por aquí, cuando gente que está parada dentro del coche jugando con el móvil, durmiendo la siesta y con el gigantesco motor V8 encendido. ¿Alguien los entiende?
Llegando a Central Park, nos encontramos la tienda Apple que aprovechamos para conectarnos al "Feisbuk" para que familiares y amigos supiesen que estábamos enteros. El diseño de las escaleras y ascensor eran preciosos:
Central Park es un oasis en medio del desierto de cemento. Mi señora tiene un "estilaso" atándose el zapato...
Un precioso tiovivo antiguo:
En Central Park, todo estaba listo para el Maratón que se celebraba tres días después, y que, cómo podéis comprobar, terminé sin despeinarme: [smiley=Peace!.gif]
Cogimos el metro para bajar al "Down Town", el centro financiero al sur de Manhattan. Primero fuimos a ver la Zona Cero:
Muy cerca está Wall Street. En este lugar, George Washington tomó posesión de su cargo como primer presidente de los Estados Unidos.
No sé para qué usan este utilitario, pero en mi pueblo iría bien para acabar con la doble fila. [smiley=bat_angel.gif]
En el extremo sur de la isla está Battery Park, otro remanso de paz y con vistas a una famosa dama:
Y al lado el Pier 17, con varios barcos históricos, un centro comercial y vistas sobre el puente de Brooklyn.
Nos dimos un paseo por el puente, desde donde hay unas bonitas vistas, como esta del Empire:
Depués de atravesar varias calles bastante feas y descuidadas, pasamos por delante del ayuntamiento:
Y de algún edificio curioso.
Volvimos hacia el norte en el metro, y fuimos a ver el Flatiron, un edificio histórico de principios del S XX en el que se emplearon revolucionarias técnicas de construcción con acero que permitieron que fuese uno de los primeros rascacielos del mundo.
Al día siguiente nuestro vuelo para Madrid salía a las diez de la noche, así que dejamos el equipaje en el almacén del hotel y nos fuimos a dar una vuelta. No hay fotos. Hacía un día de perros con lluvia, frío y viento y nuestra ropa y calzado impermeables estaban en la maleta cerrada con cinta americana de las cosas de la moto que no queríamos abrir bajo ningún concepto, pues nos había costado mucho cerrarla. Así que al poco rato de cintura para abajo estábamos completamente empapados.
Nos fuimos a ver el portaaviones museo US Intrepid, cuya cubierta de vuelo parecía una piscina azotada por un huracán. Las calles que van del muelle del portaaviones a la zona "noble" de Manhattan son increiblemente feas, sucias y descuidadas. Talleres, aparcamientos cerrados con alambradas, bases de compañías de taxis...un montón de imágenes de películas pero que no nos imginábamos tan cerca del centro, sino que pensábamos que estarían en Brooklyn, el Bronx...
Fuimos a recoger las maletas y después de una hora de metro y Airtrain ya estábamos en la terminal del JFK en la que opera Iberia. El resto, no tiene mucho que contar: Salida con una hora de retraso porque a una pasajera le dió un ataque epiléptico, y plácido vuelo con cena y desayuno. Imaginaos lo malo que es el café americano, que el que nos dieron en el avión nos pareció que no estaba mal... [smiley=beer.gif]
Nuestro sueño se había cumplido: habían sido dieciocho días inolvidables. Todo había salido bien y regresábamos a casa sanos y salvos, y dicen que uno de los placeres de viajar, es volver a casa. [smiley=vrolijk_26.gif]