- Fecha: 10 de enero 2013
- Vehículo: BMW R1200S
- Lugar: Madrid, Bus VAO - A6, dirección las Rozas, a 800 m. aprox. de la salida de Las Rozas
- Visibilidad: nocturna (19.45 h.)
- Estado de la calzada: seco
- Características de la calzada: dos carriles de un mismo sentido cercados por muros de hormigón y en pendiente ascendente
- Descripción del suceso: El motor de mi R1200S ronroneaba tranquilo a 140 km/h mientras yo disfrutaba de uno de los mejores momentos de la semana laboral: el paseo en moto de vuelta a casa después del curro. Quién me iba a decir a mí que vivir a 22 km de mi trabajo iba a ser un bendición, pero así es porque me permite todo los días disfrutar conduciendo mi moto, llueva o haga sol, con niebla con tiempo despejado, a 42º o a -2º. Pues ahí iba yo, tranquilo, pensando en mis cosas, detrás de un Ibiza, cuando acabamos la subida de la pendiente que desemboca en la salida a Majadahonda y diviso frente a mí la vaguada en línea recta de 2km -unos 800 m de bajada y luego 1,2 de subida, con perfecta visibilidad y sin radares- hasta la salida de Las Rozas. Medito por unos segundos si me apetece o no soltar adrenalina haciendo un sprint -el carril izquierdo está libre- pero desisto. Estoy cansado y hay algo de tráfico en el carril derecho, así que decido seguir tranquilamente en sexta 140 km/h mientras bajo los primeros 800 metros e inicio la subida.
Suele ocurrir que muchos utilitarios de poca potencia y conductor despistado no prevén el cambio de la pendiente y pierden velocidad en cuanto comienza la subida, como le ocurrió ese día al Ibiza que me precedía, así que me pasé al carril izquierdo y le adelanté manteniendo mis 140 km/h. Como 1 km más adelante, al final de la subida, se encontraba la salida de Las Rozas a la que me dirigía y no había nadie delante o detrás de mí, me mantuve en el carril izquierdo. En ese momento un vehículo que circulaba por el carril derecho, creo que era un 4x4 coreano, se incorporó al carril izquierdo, supongo que porque también él se dirigía a las Rozas, pero a una velocidad de unos 110 km/h.
En ese momento la situación era la siguiente: fuerte pendiente ascendente, yo tengo que reducir la velocidad porque me acerco al 4x4 que circula a 110 km/h por el carril izquierdo. En el carril derecho, por detrás de nosotros, se acercaba el Seat Ibiza, la salida de Las Rozas estaba a unos 800m.
Pienso que no me apetece recorrer los 800 m que faltan detrás del 4x4, así que planeo una rápida maniobra de adelantamiento por el carril derecho para luego volver al izquierdo y coger la salida de Las Rozas. Tenía tiempo y espacio suficiente y si todo salía según lo previsto podría completar la maniobra antes de que llegara el Ibiza por el carril derecho. Así que me pongo manos a la obra: presiono la maneta del embrague, doy un acelerón para subir el motor de vueltas, bajo dos marchas de golpe y pongo 4ª, suelto el embrague y acelero con contundencia a la vez que hago fuerza sobre el semimanillar con la mano derecha e inclino el cuerpo ligeramente hacia ese lado. La moto responde inmediatamente a mi demanda, la aguja del cuenta revoluciones sube a 6.500 rev y la rueda trasera comienza a traccionar sin compasión. Siento inmediatamente el empuje del motor e instintivamente me agarro con fuerza a los puños mientras una sonrisa se perfila bajo mi casco. Me encanta esa sensación de potencia. Hasta que algo ocurre...
Súbitamente siento que la moto da un coletazo hacia el lado derecho. La rueda trasera se desliza violentamente unos centímetros que a mí me parecen metros. Todavía estoy recuperándome del susto cuando sobreviene otro coletazo, esta vez hacia el lado izquierdo. Todo ocurre en una fracción de segundo. Yo sigo un poco inclinado sobre los semimanillares dando gas y tratando de comprender qué coño está pasando. Noto una incomodidad en la garganta, son mis testículos que se han subido a la altura de mis anginas. El tío del Ibiza ve la escena desde atrás y flipa con el “quemao” de la moto que lleva delante. Mientras tanto el “quemao” está muerto de miedo porque el jaco de casi 130 cv que lleva entre las piernas se le está encabritando y no sabe si podrá controlarlo. El del 4x4 no se entera de nada. Por mi mente pasan una y otra vez esas terroríficas salidas por orejas que vemos de cuando en cuando en MotoGP: rueda trasera que desliza a un lado, luego al otro, recupera tracción y el piloto sale volando varios metros sobre el asfalto.
Aprieto los dientes esperando el coletazo final cuando súbitamente la moto recupera el agarre y tracciona contundentemente hacia delante completando el adelantamiento. Todo ha pasado en una fracción de segundo, pero para mí es como si hubieran pasado dos minutos, el corazón me late en el pecho debocado. Salgo hacia Las Rozas tratando de comprender qué narices ha pasado y sin comprender la reacción de mi moto. Estaba en una pendiente, el peso de la moto estaba sobre la rueda trasera, el tramo era recto, hice el doble embrague perfectamente y el acelerón fue contundente pero no fue brutal. Esta mañana, recorriendo el mismo trayecto en sentido contrario encontré la respuesta: en el ese tramo de la calzada hay varios regueros de una especie de alquitrán, de uno 15 o 20 cm de ancho y varios metros de largo, supongo que puestos ahí para recubrir grietas. Como era de noche y llevaba delante de mí un 4x4 no me percaté de su presencia y acelere con la rueda sobre uno de ellos. El resto ya os lo he contado.
Moraleja: mucho cuidado ahí fuera porque no podemos preverlo todo y las carreteras las carga el Diablo.
Feliz Viernes a todos!!
- Vehículo: BMW R1200S
- Lugar: Madrid, Bus VAO - A6, dirección las Rozas, a 800 m. aprox. de la salida de Las Rozas
- Visibilidad: nocturna (19.45 h.)
- Estado de la calzada: seco
- Características de la calzada: dos carriles de un mismo sentido cercados por muros de hormigón y en pendiente ascendente
- Descripción del suceso: El motor de mi R1200S ronroneaba tranquilo a 140 km/h mientras yo disfrutaba de uno de los mejores momentos de la semana laboral: el paseo en moto de vuelta a casa después del curro. Quién me iba a decir a mí que vivir a 22 km de mi trabajo iba a ser un bendición, pero así es porque me permite todo los días disfrutar conduciendo mi moto, llueva o haga sol, con niebla con tiempo despejado, a 42º o a -2º. Pues ahí iba yo, tranquilo, pensando en mis cosas, detrás de un Ibiza, cuando acabamos la subida de la pendiente que desemboca en la salida a Majadahonda y diviso frente a mí la vaguada en línea recta de 2km -unos 800 m de bajada y luego 1,2 de subida, con perfecta visibilidad y sin radares- hasta la salida de Las Rozas. Medito por unos segundos si me apetece o no soltar adrenalina haciendo un sprint -el carril izquierdo está libre- pero desisto. Estoy cansado y hay algo de tráfico en el carril derecho, así que decido seguir tranquilamente en sexta 140 km/h mientras bajo los primeros 800 metros e inicio la subida.
Suele ocurrir que muchos utilitarios de poca potencia y conductor despistado no prevén el cambio de la pendiente y pierden velocidad en cuanto comienza la subida, como le ocurrió ese día al Ibiza que me precedía, así que me pasé al carril izquierdo y le adelanté manteniendo mis 140 km/h. Como 1 km más adelante, al final de la subida, se encontraba la salida de Las Rozas a la que me dirigía y no había nadie delante o detrás de mí, me mantuve en el carril izquierdo. En ese momento un vehículo que circulaba por el carril derecho, creo que era un 4x4 coreano, se incorporó al carril izquierdo, supongo que porque también él se dirigía a las Rozas, pero a una velocidad de unos 110 km/h.
En ese momento la situación era la siguiente: fuerte pendiente ascendente, yo tengo que reducir la velocidad porque me acerco al 4x4 que circula a 110 km/h por el carril izquierdo. En el carril derecho, por detrás de nosotros, se acercaba el Seat Ibiza, la salida de Las Rozas estaba a unos 800m.
Pienso que no me apetece recorrer los 800 m que faltan detrás del 4x4, así que planeo una rápida maniobra de adelantamiento por el carril derecho para luego volver al izquierdo y coger la salida de Las Rozas. Tenía tiempo y espacio suficiente y si todo salía según lo previsto podría completar la maniobra antes de que llegara el Ibiza por el carril derecho. Así que me pongo manos a la obra: presiono la maneta del embrague, doy un acelerón para subir el motor de vueltas, bajo dos marchas de golpe y pongo 4ª, suelto el embrague y acelero con contundencia a la vez que hago fuerza sobre el semimanillar con la mano derecha e inclino el cuerpo ligeramente hacia ese lado. La moto responde inmediatamente a mi demanda, la aguja del cuenta revoluciones sube a 6.500 rev y la rueda trasera comienza a traccionar sin compasión. Siento inmediatamente el empuje del motor e instintivamente me agarro con fuerza a los puños mientras una sonrisa se perfila bajo mi casco. Me encanta esa sensación de potencia. Hasta que algo ocurre...
Súbitamente siento que la moto da un coletazo hacia el lado derecho. La rueda trasera se desliza violentamente unos centímetros que a mí me parecen metros. Todavía estoy recuperándome del susto cuando sobreviene otro coletazo, esta vez hacia el lado izquierdo. Todo ocurre en una fracción de segundo. Yo sigo un poco inclinado sobre los semimanillares dando gas y tratando de comprender qué coño está pasando. Noto una incomodidad en la garganta, son mis testículos que se han subido a la altura de mis anginas. El tío del Ibiza ve la escena desde atrás y flipa con el “quemao” de la moto que lleva delante. Mientras tanto el “quemao” está muerto de miedo porque el jaco de casi 130 cv que lleva entre las piernas se le está encabritando y no sabe si podrá controlarlo. El del 4x4 no se entera de nada. Por mi mente pasan una y otra vez esas terroríficas salidas por orejas que vemos de cuando en cuando en MotoGP: rueda trasera que desliza a un lado, luego al otro, recupera tracción y el piloto sale volando varios metros sobre el asfalto.
Aprieto los dientes esperando el coletazo final cuando súbitamente la moto recupera el agarre y tracciona contundentemente hacia delante completando el adelantamiento. Todo ha pasado en una fracción de segundo, pero para mí es como si hubieran pasado dos minutos, el corazón me late en el pecho debocado. Salgo hacia Las Rozas tratando de comprender qué narices ha pasado y sin comprender la reacción de mi moto. Estaba en una pendiente, el peso de la moto estaba sobre la rueda trasera, el tramo era recto, hice el doble embrague perfectamente y el acelerón fue contundente pero no fue brutal. Esta mañana, recorriendo el mismo trayecto en sentido contrario encontré la respuesta: en el ese tramo de la calzada hay varios regueros de una especie de alquitrán, de uno 15 o 20 cm de ancho y varios metros de largo, supongo que puestos ahí para recubrir grietas. Como era de noche y llevaba delante de mí un 4x4 no me percaté de su presencia y acelere con la rueda sobre uno de ellos. El resto ya os lo he contado.
Moraleja: mucho cuidado ahí fuera porque no podemos preverlo todo y las carreteras las carga el Diablo.
Feliz Viernes a todos!!