Vale, voy a contarlo...
Ruego a los lectores que recuerden que estamos en Junio de 1980.
Con casi 30 años la vida-sobre todo motociclista-me sonreía...había pasado ya por una buena colección de motos mías o de mi padre;
BMW sobre todo...competido como aficionado-tenía otro trabajo- en enduro y casi un año en velocidad.
Así pues y según la inveterada costumbre entre mis amigos motociclistas, de echar un vistazo a las fábricas de las motos de la pandilla... nos pusimos de acuerdo para visitar la fábrica de Ducati, años antes lo habíamos hecho con Norton y Triumph...por supuesto BMW...y en Italia anteriormente habíamos estado en la de MotoGuzzi de Lago de Como.
Y es que un par de meses antes me había dado un ataque de locura y había sucumbido a los evidentes encantos de una Ducati 900SS...asi que nos juntamos 3 amigos y pusimos rumbo muy veloz de Munich a Bolonia y disfrutando con la fogosa italiana de los puertos alpinos que estuvieran abiertos-sin nieve-...todo muy calculado.
En la época acababa de echarme una novia parisina...y el plan era recogerla a mi vuelta en Paris y escaparnos con una pareja de amigos de ella a pasar unos días de playa a la zona Cabourg- Deauville. Los amigos irían en coche, nosotros en mi maravillosa moto R100RT que tenía ya preparada en casa de unos amigos de ella.
El viaje de ida con la Ducati transcurrió deliciosamente, esa moto tenía un chasis tremendo y el motor-desmo-era espectacular, con ese aullido particular al subir mucho las revoluciones en 2ª/3ª.
Una vez en las afueras de Bolonia, en las naves de Borgo Panigale...estuvimos viendo todo lo que dejaban ver...que era poco y algo cochambroso en la época, supongo que en parte a causa de la feroz competencia nipona.
El caso es que ante el cachondeo de mis amigos-ambos en ese momento en BMW y Honda-sobre la fábrica Ducati, mi enamoramiento por la 900SS sufrió un cierto deterioro instantáneamente.
Y comenzamos la vuelta hacia Paris en mi caso...hacia Munich ellos. Yo tenía por delante unos 1000km...y debido a las distracciones con mis amigos día y medio-en esa época- para recorrerlos. Asi que se acabaron los puertos y tiré por autopista y nacionales.
Paré a cenar y decidí seguir ya que los días eran largos y aunque cansado-esa moto cansa-me podía quitar algunos kilómetros más...
Cerca de Genève-Suiza-empecé a notar tirones...y me quedé en un cilindro...paré en arcén y comprobé bujías etc...vacié, llené...cebé carburadores etc...y continué con el cilindro medio rateando según le daba...total que me quedé-muy a deshora para Suiza- en un pueblo a 20km de la ciudad.
Al día siguiente muy temprano, intento de localizar avería y grúa hasta la Ducati de Genéve...previo aviso a mi novia de que se retrasaba la salida a la playa...
En el taller de Ginebra no eran lo que se dice excesivamente especialistas en Ducati, pero los Dell'Orto no era la primera vez que los veían y unas vez desmontado el culpable pidieron a Lugano-suiza italiana-un despiece del mío para sustituir membrana, aguja etc...repuesto que tardó el asombroso tiempo de otras 24 horitas suizas...
Conversación teléfonica con la novia...para decirle que se fuera yendo sin problema con sus amigos a la playa...que yo llegaría muy pronto.
Y se fué.
Al día siguiente con el Dell´Orto reconstruído salí zumbando dispuesto a llegar a la playa lo antes posible, directamente me olvidé-no perder tiempo- de mi fiel y cómoda R100RT...y tiré con aquélla italiana fogosa.
El caso es que a pesar de todo la moto no acababa de ir bien, el sistema desmodrómico requería reglajes e intervenciones frecuentes y complejas. De todas formas le dí esos 700km. como si no hubiera un mañana y me planté en el hotel algo agotado pero de una pieza y sin multa alguna.
Mi flamante novia dejó de gruñirme y mirarme de reojo y pasamos unos días medio bueno-lluvia mediante-hasta que llegó el momento de volver a llevarla a Paris. La 900SS llevaba a la sazón un asiento bi-plaza sin colín, que había puesto aposta para mi viaje ida y vuelta a Italia.
El equipaje de ella y el mío iban en el coche de los amigos...y empezó la vuelta a Paris un domingo...con buen tiempo nublado...pero caravanas de vuelta del finde playero de los parisinos.
En aquélla época el que iba en moto solía adelantar legalmente... y a veces sobre la línea contínua...a los coches y más coches que se desplazaban en filas repletas a ritmo desigual.
Mi novia en vaqueros...le había regalado un traje compelto de moto, casco incluido...pero por razones inexplicables se había dejado los pantalones en Paris...iba aguantando su primer viaje en moto como podía, acelerones made in Ducati, frenazos idem...y acabamos por pactar con sus amigo que tirábamos... y ya nos veríamos en destino.
El caso es que poco a poco los doscientos y pico kilómetros se le fueron haciendo eternos, y como era bastante alta muy incómodos. A mí ni se me había ocurrido que la Ducati fuera tan insoportable, que lo era, para cualquier humano medio sensible.
A tal punto llegó la cosa que cuando empezó a caer el enésimo chubasco-en vaqueros ella-y mono de agua Plastex...me pidió por favor que parase y que intentásemos localizar el coche de sus amigos...cosa para mí imposible...el caso es que paramos en una gasolinera y cuando aclaró seguimos y asi varias veces...
Cuando llegamos ya de noche a su casa de Paris, no estábamos lo que se dice muy contentos, cada cual por sus razones...sus amigos nos habían adelantado en una de nuestras mil paradas...y era tan tarde que mejor no les llamamos.
Un par de semanas después, ella en Paris y yo en Munich dejamos de ser novios por teléfono...cosa que siempre achaqué a la maldita Ducati, a Borgo Panigale, a los fratelii Ducati...y casi a Italia entera, sin olvidar Genéve.
Había tenido años antes una Moto Guzzi 750V Sport que no me dió grandes problemas: perdidas aceite hotrquilla, carter, alguna avería eléctrica etc...bah, nimiedades...
Pero a la semana siguiente de la ruptura sentimental-relativamente sentimental- puse a la venta la Ducati. Antes la había llevado al taller oficial para un enésima puesta a punto definitiva...cuando el nuevo dueño y su amigo se la llevaron en el remolque, ni me digné mirar.
Había perdido dos beldades en menos de un mes. Y sinceramente no me eché para nada a llorar.
A partir de entonces estuve un tiempo buscando motos fiables y novias que supiesen guisar.
Desde entonces y con 36 motos-34 si descontamos las italianas- grandes en mi historial, no he vuelto a tener una moto italiana...jejeje..hay cosas que marcan una vida.