xoumidamoni
Curveando
Llegas de vacaciones y ya piensas en las siguientes. Decides más o menos el destino, te informas sobre él y lees crónicas de otros que ya han estado allí. Y entonces tomas la decisión y parece que ya lo tienes todo atado... pero no, justo acaba de empezar!
Miras carreteras una y otra vez, buscas información sobre rutas en la zona y acabas trazando un itinerario. Lees más, consultas páginas de viajes y de rutas en moto y al final, empiezas a tener claro qué quieres hacer y por donde pasar.
Trazas ya las rutas de forma definitiva... o no: las dibujas, las cambias y las vuelves a modificar hasta que te parece que todo está a punto. Y entonces es cuando buscas hoteles y estás horas y horas dándole vuelta a buscar el hotel que te va bien de precio, con la ubicación adecuada, con garaje, que si el desayuno...; ves habitaciones de todo tipo y le das vueltas y más vueltas, hasta que los reservas todos.
Al mismo tiempo, vas vistiendo tu excel de datos: kilometraje, consumos, direcciones, puntos de interés, turismo-post moto, restaurantes, gasolineras, los ferrys,... te da la sensación que conoces los lugares mejor que los que viven en ellos.
Y de repente, te das cuenta que ya no puedes darle más vueltas al tema: estás harto de mirar las carreteras en modo Street View y ya te conoces hasta las curvas de la regional que hay en el culo del mundo y por la que pasarás el día X a las tantas de la tarde (porqué sin querer, también acabas haciéndote un esquema mental de horarios de cada día). Hasta sabes qué vas a pedir en la cafetería aquella en la que vas a parar puesto que te has mirado el menú que ha colgado alguien en Google, y te conoces los precios de los castillos, horarios de museos y dónde aparcar la moto para estar cerca del centro peatonal que no te quieres perder.
Y entonces pasa lo inevitable: es enero, te faltan 5-6-7 meses para viajar y ya no sabes qué más hacer! Ya no hay nada más que consultar ni de qué informarse y todavía falta un mundo para salir. En ese momento, empieza la tortura de la espera, que se hace larga e insoportable.
Pues eso, que ahí estamos: esperando... y desesperando
Miras carreteras una y otra vez, buscas información sobre rutas en la zona y acabas trazando un itinerario. Lees más, consultas páginas de viajes y de rutas en moto y al final, empiezas a tener claro qué quieres hacer y por donde pasar.
Trazas ya las rutas de forma definitiva... o no: las dibujas, las cambias y las vuelves a modificar hasta que te parece que todo está a punto. Y entonces es cuando buscas hoteles y estás horas y horas dándole vuelta a buscar el hotel que te va bien de precio, con la ubicación adecuada, con garaje, que si el desayuno...; ves habitaciones de todo tipo y le das vueltas y más vueltas, hasta que los reservas todos.
Al mismo tiempo, vas vistiendo tu excel de datos: kilometraje, consumos, direcciones, puntos de interés, turismo-post moto, restaurantes, gasolineras, los ferrys,... te da la sensación que conoces los lugares mejor que los que viven en ellos.
Y de repente, te das cuenta que ya no puedes darle más vueltas al tema: estás harto de mirar las carreteras en modo Street View y ya te conoces hasta las curvas de la regional que hay en el culo del mundo y por la que pasarás el día X a las tantas de la tarde (porqué sin querer, también acabas haciéndote un esquema mental de horarios de cada día). Hasta sabes qué vas a pedir en la cafetería aquella en la que vas a parar puesto que te has mirado el menú que ha colgado alguien en Google, y te conoces los precios de los castillos, horarios de museos y dónde aparcar la moto para estar cerca del centro peatonal que no te quieres perder.
Y entonces pasa lo inevitable: es enero, te faltan 5-6-7 meses para viajar y ya no sabes qué más hacer! Ya no hay nada más que consultar ni de qué informarse y todavía falta un mundo para salir. En ese momento, empieza la tortura de la espera, que se hace larga e insoportable.
Pues eso, que ahí estamos: esperando... y desesperando
