Una experiencia reciente durante el transcurso de un viaje, me ha hecho confirmar la buena opinión que tengo de ellos, más allá de casos puntuales que puedan no resultar un buen ejemplo para el cuerpo. De vuelta a casa hacía el trayecto Fuente de la Higuera a Caravaca de la Cruz, y entrando en Calasparra, si no recuerdo mal, al acercarme a una rotonda veo un coche de la benemérita estacionado a la entrada y una pareja que de lejos no pude distinguir si eran de tráfico o no. Conforme me acercaba a ellos me puse a recordar todas las normas de circulación posible, pero veo que uno me hace señal de reducir velocidad y pararme, me tranquilizo porque confirmo que no son de tráfico, pero aún así algo querrán, pensé. Ya parado a su altura, se acercó y me dijo: tenga usted mucho cuidado al circular por la rotonda que la calzada está llena de un producto muy deslizante que le puede hacer patinar y caer; aquello parecía aceite o algo similar y ocupaba todo el ancho de la vía, excepto una pequeña parte de los extremos. Pues sí, éste es el motivo de mi olé, porque si no me llegan a avisar seguro que me la pego. Pensé que otros, quiénes fuesen, se hubieran limitado a poner una señal provisional de firme deslizante y con eso hubiesen cumplido, pero ellos estaban ahí y de buen nacido es ser agradecido.