M
Miky
Invitado
A su eminencia que de augusto rey es valedor se dirige, en buen respeto y mayor diligencia, este breve consejo, que contiene, como no, antígua letanía, ya leyenda, que es también recogida en textos para el aprendiz de vendedor.
Cuenta la voz que un vendedor de café recorrió extenso territorio con un carro tirado de mulas. El carro iba cargado de cafeteras. Extraño el artefacto para gentes que hervían en pucheros el café.
Que las gentes a su pasar por aldeas y ciudades se acercaba; carros movidos por mulas, gentes por curiosidad. Que a quien se acercaba a su carro era obsequiado con una cafetera, y a la pregunta de las gentes: ¿Y esto para qué vale? El comerciante respondía: "Es gratis"; todos con cafetera.
Pasado un tiempo, el vendedor volvía a pasar con su carro. Esta vez su carga era café. De nuevo mulas, carros, gentes y curiosidad. Al acercarse ahora a él y preguntarle: "¿Qué traes?" Él decía: "Café. ¿Recordáis aquel extraño artefacto que os regalé? Para la preparación del café es. ¡Cien gramos por un vellón!". Por aquel entonces, el vellón pesaba cuatro reales y no eran aún de metal vil.
Nunca cupo en la estrategia de aquel comerciante la idea de pedir las cafeteras a quien un vellón no dejó. Pero averiguar el por qué es tarea que dejo para vos.
Ved si puede ser sutil un vendedor. Y esta técnica, a buen seguro da resultados sin necesidad de cuestionarios.
Cuenta la voz que un vendedor de café recorrió extenso territorio con un carro tirado de mulas. El carro iba cargado de cafeteras. Extraño el artefacto para gentes que hervían en pucheros el café.
Que las gentes a su pasar por aldeas y ciudades se acercaba; carros movidos por mulas, gentes por curiosidad. Que a quien se acercaba a su carro era obsequiado con una cafetera, y a la pregunta de las gentes: ¿Y esto para qué vale? El comerciante respondía: "Es gratis"; todos con cafetera.
Pasado un tiempo, el vendedor volvía a pasar con su carro. Esta vez su carga era café. De nuevo mulas, carros, gentes y curiosidad. Al acercarse ahora a él y preguntarle: "¿Qué traes?" Él decía: "Café. ¿Recordáis aquel extraño artefacto que os regalé? Para la preparación del café es. ¡Cien gramos por un vellón!". Por aquel entonces, el vellón pesaba cuatro reales y no eran aún de metal vil.
Nunca cupo en la estrategia de aquel comerciante la idea de pedir las cafeteras a quien un vellón no dejó. Pero averiguar el por qué es tarea que dejo para vos.
Ved si puede ser sutil un vendedor. Y esta técnica, a buen seguro da resultados sin necesidad de cuestionarios.