Una de las cosas que da más satisfacción, es una reducción bien hecha. Es difícil de hacer bien, e importantísimo en la conducción deportiva fina, y más en mojado. Me gusta más el sonido de los motores al reducir que al acelerar, es más suave y musical, parece que al motor le guste más y nos dedique un canto de alegría. Se nota la aspiración de los cilindros, la suavidad del giro de los sistemas mecánicos bien lubricados, y marca un compás de tiempo de frenada, útil para la cadencia de movimientos inscrita en las décimas de segundo adecuadas.
Conseguir una reducción de varias marchas, acompañada de una frenada equilibrada con los dos frenos, y que salga absolutamente progresiva y sin tirones ni empujones, en una deceleración uniforme y perfecta, y con atención especial a no sobrepasar el nivel de adherencia de las ruedas, es un arte que muy pocos dominan e incluso que pocos entienden.
El proceso es magnífico, porque es el entendimiento perfecto entre conductor y máquina, cada uno sabe lo que tiene que hacer, pero que deben coordinarlo juntos, integrarse en una labor que requiere toda la precisión de ambos.
La sensación se inicia mediante la vista, al localizar el espacio donde se realizará la reducción. Ya sabemos lo que vamos a hacer y nos estamos preparando, a la espera de algo emocionante. Supongamos que lloviendo vamos por una larga recta de bajada, en cuarta marcha y subimos a 8.000 rpm, por ejemplo. Calculamos la zona donde se efectuará la reducción y lo que viene a continuación, que es una curva cerrada, de segunda. Para mayor seguridad, dividiremos el proceso en dos frenadas, la primera, de aproximación, y la segunda, de adecuación a la velocidad de entrada. A suficiente distancia, soltamos gas, iniciamos la frenada suave con los dos frenos, a la vez que, apretando embrague, damos un golpe de gas, bajamos a tercera y soltamos embrague, habiendo conseguido que al soltarlo, las rpm del motor coincidan con la velocidad de la transmisión, y así que la marcha inferior entre sin provocar un tirón al soltar embrague, no debe notarse más que el motor retiene al entrar un desarrollo más corto. Dejamos recorrer algún metro más y entramos en la frenada de adecuación de velocidad, con el mismo procedimiento que el anterior, para llegar a segunda, y ya dirigiendo la moto a la posición exacta por donde se iniciará la entrada a la curva. Reducción y frenada deben ser justas y precisas para conseguir la velocidad de entrada justo en el momento de iniciar el giro, ni antes ni después. Se inicia el giro, abriendo gas con moderación y a la salida se incrementa gas progresivamente abriendo la trayectoria de la trazada para conseguir mejor tracción. Si todo se hace bien, no se nota que esté mojado salvo en lo bonita que está la montaña cuando llueve. Lo que sí se consigue es una sensación de control muy gratificante, y un entendimiento con la máquina que mejora enormemente las cualidades de ambos. Se llega al extremo de poder hacer todo eso de forma automática y sin pensar en lo que se hace, quedando toda la atención libre para estar al 100 % por lo que se ve y por lo que se siente.Por cierto, mi moto no tiene ABS, ni frenada dual, pero me lo explica todo!!!
Conseguir una reducción de varias marchas, acompañada de una frenada equilibrada con los dos frenos, y que salga absolutamente progresiva y sin tirones ni empujones, en una deceleración uniforme y perfecta, y con atención especial a no sobrepasar el nivel de adherencia de las ruedas, es un arte que muy pocos dominan e incluso que pocos entienden.
El proceso es magnífico, porque es el entendimiento perfecto entre conductor y máquina, cada uno sabe lo que tiene que hacer, pero que deben coordinarlo juntos, integrarse en una labor que requiere toda la precisión de ambos.
La sensación se inicia mediante la vista, al localizar el espacio donde se realizará la reducción. Ya sabemos lo que vamos a hacer y nos estamos preparando, a la espera de algo emocionante. Supongamos que lloviendo vamos por una larga recta de bajada, en cuarta marcha y subimos a 8.000 rpm, por ejemplo. Calculamos la zona donde se efectuará la reducción y lo que viene a continuación, que es una curva cerrada, de segunda. Para mayor seguridad, dividiremos el proceso en dos frenadas, la primera, de aproximación, y la segunda, de adecuación a la velocidad de entrada. A suficiente distancia, soltamos gas, iniciamos la frenada suave con los dos frenos, a la vez que, apretando embrague, damos un golpe de gas, bajamos a tercera y soltamos embrague, habiendo conseguido que al soltarlo, las rpm del motor coincidan con la velocidad de la transmisión, y así que la marcha inferior entre sin provocar un tirón al soltar embrague, no debe notarse más que el motor retiene al entrar un desarrollo más corto. Dejamos recorrer algún metro más y entramos en la frenada de adecuación de velocidad, con el mismo procedimiento que el anterior, para llegar a segunda, y ya dirigiendo la moto a la posición exacta por donde se iniciará la entrada a la curva. Reducción y frenada deben ser justas y precisas para conseguir la velocidad de entrada justo en el momento de iniciar el giro, ni antes ni después. Se inicia el giro, abriendo gas con moderación y a la salida se incrementa gas progresivamente abriendo la trayectoria de la trazada para conseguir mejor tracción. Si todo se hace bien, no se nota que esté mojado salvo en lo bonita que está la montaña cuando llueve. Lo que sí se consigue es una sensación de control muy gratificante, y un entendimiento con la máquina que mejora enormemente las cualidades de ambos. Se llega al extremo de poder hacer todo eso de forma automática y sin pensar en lo que se hace, quedando toda la atención libre para estar al 100 % por lo que se ve y por lo que se siente.Por cierto, mi moto no tiene ABS, ni frenada dual, pero me lo explica todo!!!
