Pues esto me recuerda al caso aquel - hará uno año, más o menos- de la jueza (o juez, aunque sea refieriéndose a una señora) que por unos comentarios que estúpidamente soltó al etarra que estaba juzgando la susodicha, sirvieron para que la defensa alegase que el tribunal mostraba evidente animadversión hacia su defendido, poniendo en jaque el juicio por la no neutralidad del tribunal. La jueza (o juez) renunció a instruir la causa que pasó a otro juez, pero pudo haber derivado en la nulidad del proceso por esa metedura de pata, y el h. de p. podía haberse ido de rositas por la incontinencia verbal de su señoría... Incomprensiblemente, muchos la aplaudieron ("gente que hable claro, es lo que se necesita; muy bien por la jueza"...), dejando de lado que eso podía conllevar la puesta en libertad del etarra por un estúpido fallo de compostura y procedimiento de alguien que por su puesto, responsabilidad y formación, bajo ninguna circunstancia puede permitirse llamar h. de p. al h. de p., por mucho que lo sea.
En definitiva: deberían dar un capón bien dado (en la empresa privada se llama "despido", frecuentemente) a quien por una evidente mala praxis, por saltarse los protocolos y las normas, lo que hace es beneficiar al infractor. Eso sumado a que vivimos en el país más garantista del mundo, en el que para condenar a alguien a veces hace falta que el delito lo vean siete notarios a la vez, porque a lo mejor seis no es suficiente, pues así nos va...
Vsss