Montecristo
Curveando
BMW K 1600 GT: La moto perfecta
Junio, 2011 | Pruebas
Por David Palacios
Única por su motor de seis cilindros, la BMW K 1600 GT reescribe las reglas de los viajes de largas distancias, pues cuenta con tecnología de última generación. ¿Puede calificarse como la moto perfecta? Continúa leyendo y saldrás de dudas.
1.600 kilómetros sobre 6 cilindros
Un barco, esa es la sensación al bajarte. La dirección se siente imprecisa y demasiado blanda, las manetas parecen de plastilina y el recorrido del cambio, también. ¡Qué desastre! Freno fuerte y la frenada se alarga más metros de los esperados, el chasis se retuerce y el sonido es insulso. Y no, no es una pesadilla, son sensaciones, las que siento al conducir de nuevo mi moto particular después de haber probado la K 1600 GT.
Quizá no sea la mejor manera de empezar el artículo, porque la mayoría pensará que es una moto perfecta, que ya lo hemos dicho todo y que no hace falta seguir leyendo. Pero, ¡amigo mío!, si he podido dejar tan claro cómo es esta moto en tan sólo un párrafo, imagina todo lo que te puedo contar en un artículo completo. Siéntate otra vez, lee, que esto te interesa.
¡Insaciable!
Mucha gente me pregunta, cuando me bajo de la moto, en los semáforos o cuando hecho gasolina, si es la nueva BMW de 6 cilindros. La K 1600 GT es suave e irresistible, con un tacto que es, probablemente, el más agradable de todas las Gran Turismo existentes. Es más, reescribe las reglas de los viajes de largas distancias. Cualquier recorrido o destino resulta posible con esta moto, diseñada para ‘burlarse’ de los kilómetros. Para empezar, el embrague antirrebote se muestra sensacional, fino y preciso. La caja de cambios merece la calificación de precisa, si bien en esta unidad de pruebas se mostraba un tanto ruidosa.
Me parece que llevo conduciendo esta moto toda la vida. Aunque la K 1600 GT haya sido diseñada para viajar, no por ello renuncia a unas cualidades dinámicas dignas de máquinas con cierto espíritu deportivo. Después de todo, es una BMW de alta cilindrada y ya sabemos que la marca alemana últimamente no puede evitar envolver a casi todos sus modelos con un cierto aire racing. Pienso que ésta, al menos, ha sido la intención de los diseñadores de una moto que podríamos definir como una Gran Turismo rápida, en la que se ha puesto especial énfasis en aspectos como la agilidad y la estabilidad.
Última tecnología
La K 1600 GT, tecnológicamente, está a la última; el ordenador de a bordo, con pantalla TFT, es increíblemente completo y no tendría espacio en este artículo para explicar su funcionamiento con detalle: lo mejor es que vayas a un concesionario y te enteres, porque merece la pena. En resumen, se pueden ajustar el ESA II (regulación electrónica de las suspensiones), las múltiples opciones del equipo de sonido, radio, teléfono, las temperaturas de puños y asiento, la configuración básica y la información que aparece en el panel digital. Vamos, que lo único que le falta al cuadro es que sea personalizable por el usuario.
El propulsor –seis cilindros, 1.600 cc y 160 CV declarados- no vibra en absoluto, ni siquiera a altas revoluciones, con lo que el confort de marcha es sensacional a cualquier ritmo y bajo cualquier situación.
Lejos de lo que pudieras pensar, este 1.600 tiene nervio y, a elevados regímenes de giro (a 8.500 rpm está el corte de encendido), el motor empuja con rabia y pone colorada a más de una hi-sport. En medios y altos regímenes (de 3.000 a 7.500 vueltas), el motor funciona a la perfección, dado el par motor que posee, 16,3 kgm. Lo más sorprendente es que puedes cambiar por debajo de las 2.000 vueltas y el motor aporta la fuerza suficiente para resolver sin sobresaltos cualquier necesidad. Solo decirte que más del 70% del par máximo disponible lo entrega a partir de tan solo 1.500 revoluciones. La aceleración de esta moto quizás no me impresione, pero sí te puedo decir que es contundente.
Esa forma de entregar la fuerza, y sus 160 CV, te pueden llevar a pensar que la K 1600 GT no corre. Ni mucho menos. Con ella puedes alcanzar velocidades puntas muy, muy altas.
El confort de marcha, tanto para el conductor como para el pasajero, ha sido especialmente cuidado, como es normal en las motos de GT. Lo cierto es que nada está fuera de sitio en esta BMW. Ni un pero. Y es que no hay nada mejor que rodar con una moto nueva y no apreciar rápidamente inconvenientes.
Mucho espacio para el equipaje
La posición de conducción es agradable, la protección aerodinámica, muy buena y la visibilidad a través de la pantalla regulable eléctricamente, excelente. Varios gadgets como mando a distancia, cierre centralizado de maletas, navegador, Akrapovic, ESA II, sensores de presión de las ruedas y ABS hacen que esta moto tenga todo lo que puedas desear. El amplio espacio para el equipaje posibilita cargar la moto para cualquier tipo de viaje. Los apasionados de las largas distancias valorarán el bajo mantenimiento requerido por el cardán, que extrae de forma eficaz toda la potencia y par del motor. Y esto lo dice uno que de sus últimas seis motos todas han llevado cardán. El parabrisas regulable eléctricamente se ha diseñado para proporcionar una alta protección a ambos ocupantes frente al viento y el mal tiempo. Además posee efecto memoria, que aunque se pone en posición de reposo al apagar la moto, cuando superamos los 2 km/h vuelve a la última configuración que tenía. Lo que sí es una auténtica novedad es la iluminación de adaptación automática en curvas (opcional), que aumenta la seguridad en conducción nocturna. Al inclinar la moto, el haz de luz permanece estable con un gran campo de visión, siempre apuntando al sitio bueno de forma recta y potente. Funciona en combinación con el faro xenón de serie y los anillos luminosos de posición.
Rodando: ligera y manejable
Una vez en marcha, y ya a los mandos de esta gran nave, el voluminoso tamaño que aparenta esta GT se queda en entredicho. Está claro que no es la mejor moto para usar todos los días, pese a su suavidad de mandos, su tacto de conducción y su confort. Con 338 kilos en orden de marcha, no es precisamente una ‘peso pluma’. Ahora bien, desde el momento en que comienzas a andar, la cosa cambia y, como por arte de magia, se siente ligera y manejable. El tren delantero, que incorpora el archiconocido Duolever, se mueve sin esfuerzo y la dirección se percibe ágil y rápida.
A estas buenas cualidades se suma un pisar firme de la rueda delantera, que es más precisa a la hora de entrar en los virajes de lo que te imaginas, a pesar de las dimensiones y el peso, aunque el Duolever no transmita bien la información de lo que sucede en el asfalto al conductor. No obstante, las generosas dimensiones de la K 1600 GT salen a relucir en acciones como las frenadas más contundentes, y es que con estas inercias es mejor anticiparlas y no improvisar en medio de la trazada. En estos casos, la tendencia habitual a levantarse en el momento de presionar la maneta de freno no la notarás gracias al Duolever.
La estabilidad a alta velocidad es también de primera, y si circulas agachado sobre el depósito puedes ir tan rápido como quieras sin apreciar movimientos extraños, incluso con las maletas puestas (éstas siempre generan algunas turbulencias que terminan por provocar movimientos no muy deseables). En zonas viradas la agilidad es también notable para tratarse de una moto de estas características, y sorprende la manera de moverse en los cambios de dirección.
Como ya habrás podido comprobar, todo en esta moto está configurado para hacer fácil la conducción. En la K 1600 GT se trata de viajar cómodo, seguro y sin preocuparse de nada más que de la carretera. El resto ya lo hace la máquina.
Varias curvas de potencia
¿Que el asfalto patina? El DTC (Dynamic Traction Control), o control de tracción, se ocupará de que podamos abrir gas sin miedo, retrasando el encendido al menor atisbo de pérdida de agarre. Y lo hará sin brusquedades ni tirones. Además, disponemos de tres modalidades a elegir con distintas curvas de potencia y varias maneras de entregarla: Road, Rain y Dynamic. Y todo ello con una suavidad de marcha, una dulzura en la entrega de la potencia y un aplomo y estabilidad en curva que a quien suscribe -y por un instante- acabaron haciéndole dudar de sus principios y preguntarse seriamente si me estaba haciendo viejo.
¿Un frenazo apurado? Entre el control de tracción y el ABS lo convertirán en una maniobra controlable. ¿Inclemencias meteorológicas a la vista? ¿Frío? ¿Lluvia? Subimos eléctricamente el parabrisas hasta su punto más alto, presionamos el botón de menú para buscar la opción de asiento y puños calefactables y… mi sorpresa es que a los pocos segundos, muy pocos, ya están los puños cumpliendo su función.
¿Nos preocupa el mantenimiento al que obliga un largo viaje? La imponente BMW nos ofrece información, incluso, de la presión de los neumáticos y un cardán muy neutro, apenas notarás que lo llevas.
Normalmente el precio que hay que pagar para que la electrónica nos haga parte del trabajo es la pérdida de sensaciones. Probablemente sea así, pero no en el caso que nos ocupa; todo en la K 1600 GT es neutro, silencioso, suave, dosificable… pero también hay fogosidad y rabia. Y es que BMW ha querido que sea así. La K 1600 GT es una máquina insaciable de tragar kilómetros. Quien se compre esta moto lo hará para viajar muy lejos con ella. Solo o acompañado. Y, los que llevamos un porrón de kilómetros encima, sabemos que al cabo de un ‘montonazo’ de kilómetros cuenta más la comodidad que la pasión. De este modo el placer no habrá que buscarlo en las sensaciones (que repito, las tiene) sino en el viaje en sí mismo. De idéntico modo, el usuario de esta moto buscará una potencia y prestaciones de alto nivel que le permitan no tanto una conducción deportiva sino más bien unos cruceros elevados en cualquier circunstancia.
Resumiendo, la entrega de potencia de esta gran GT es suave y dosificable, pero constante y sin vacíos. Porque la brusquedad, al final, cansa. Y nada en la K 1600 GT debe cansar.
salu22, menuda maquina
Junio, 2011 | Pruebas
Por David Palacios
Única por su motor de seis cilindros, la BMW K 1600 GT reescribe las reglas de los viajes de largas distancias, pues cuenta con tecnología de última generación. ¿Puede calificarse como la moto perfecta? Continúa leyendo y saldrás de dudas.
1.600 kilómetros sobre 6 cilindros
Un barco, esa es la sensación al bajarte. La dirección se siente imprecisa y demasiado blanda, las manetas parecen de plastilina y el recorrido del cambio, también. ¡Qué desastre! Freno fuerte y la frenada se alarga más metros de los esperados, el chasis se retuerce y el sonido es insulso. Y no, no es una pesadilla, son sensaciones, las que siento al conducir de nuevo mi moto particular después de haber probado la K 1600 GT.
Quizá no sea la mejor manera de empezar el artículo, porque la mayoría pensará que es una moto perfecta, que ya lo hemos dicho todo y que no hace falta seguir leyendo. Pero, ¡amigo mío!, si he podido dejar tan claro cómo es esta moto en tan sólo un párrafo, imagina todo lo que te puedo contar en un artículo completo. Siéntate otra vez, lee, que esto te interesa.
¡Insaciable!
Mucha gente me pregunta, cuando me bajo de la moto, en los semáforos o cuando hecho gasolina, si es la nueva BMW de 6 cilindros. La K 1600 GT es suave e irresistible, con un tacto que es, probablemente, el más agradable de todas las Gran Turismo existentes. Es más, reescribe las reglas de los viajes de largas distancias. Cualquier recorrido o destino resulta posible con esta moto, diseñada para ‘burlarse’ de los kilómetros. Para empezar, el embrague antirrebote se muestra sensacional, fino y preciso. La caja de cambios merece la calificación de precisa, si bien en esta unidad de pruebas se mostraba un tanto ruidosa.
Me parece que llevo conduciendo esta moto toda la vida. Aunque la K 1600 GT haya sido diseñada para viajar, no por ello renuncia a unas cualidades dinámicas dignas de máquinas con cierto espíritu deportivo. Después de todo, es una BMW de alta cilindrada y ya sabemos que la marca alemana últimamente no puede evitar envolver a casi todos sus modelos con un cierto aire racing. Pienso que ésta, al menos, ha sido la intención de los diseñadores de una moto que podríamos definir como una Gran Turismo rápida, en la que se ha puesto especial énfasis en aspectos como la agilidad y la estabilidad.
Última tecnología
La K 1600 GT, tecnológicamente, está a la última; el ordenador de a bordo, con pantalla TFT, es increíblemente completo y no tendría espacio en este artículo para explicar su funcionamiento con detalle: lo mejor es que vayas a un concesionario y te enteres, porque merece la pena. En resumen, se pueden ajustar el ESA II (regulación electrónica de las suspensiones), las múltiples opciones del equipo de sonido, radio, teléfono, las temperaturas de puños y asiento, la configuración básica y la información que aparece en el panel digital. Vamos, que lo único que le falta al cuadro es que sea personalizable por el usuario.
El propulsor –seis cilindros, 1.600 cc y 160 CV declarados- no vibra en absoluto, ni siquiera a altas revoluciones, con lo que el confort de marcha es sensacional a cualquier ritmo y bajo cualquier situación.
Lejos de lo que pudieras pensar, este 1.600 tiene nervio y, a elevados regímenes de giro (a 8.500 rpm está el corte de encendido), el motor empuja con rabia y pone colorada a más de una hi-sport. En medios y altos regímenes (de 3.000 a 7.500 vueltas), el motor funciona a la perfección, dado el par motor que posee, 16,3 kgm. Lo más sorprendente es que puedes cambiar por debajo de las 2.000 vueltas y el motor aporta la fuerza suficiente para resolver sin sobresaltos cualquier necesidad. Solo decirte que más del 70% del par máximo disponible lo entrega a partir de tan solo 1.500 revoluciones. La aceleración de esta moto quizás no me impresione, pero sí te puedo decir que es contundente.
Esa forma de entregar la fuerza, y sus 160 CV, te pueden llevar a pensar que la K 1600 GT no corre. Ni mucho menos. Con ella puedes alcanzar velocidades puntas muy, muy altas.
El confort de marcha, tanto para el conductor como para el pasajero, ha sido especialmente cuidado, como es normal en las motos de GT. Lo cierto es que nada está fuera de sitio en esta BMW. Ni un pero. Y es que no hay nada mejor que rodar con una moto nueva y no apreciar rápidamente inconvenientes.
Mucho espacio para el equipaje
La posición de conducción es agradable, la protección aerodinámica, muy buena y la visibilidad a través de la pantalla regulable eléctricamente, excelente. Varios gadgets como mando a distancia, cierre centralizado de maletas, navegador, Akrapovic, ESA II, sensores de presión de las ruedas y ABS hacen que esta moto tenga todo lo que puedas desear. El amplio espacio para el equipaje posibilita cargar la moto para cualquier tipo de viaje. Los apasionados de las largas distancias valorarán el bajo mantenimiento requerido por el cardán, que extrae de forma eficaz toda la potencia y par del motor. Y esto lo dice uno que de sus últimas seis motos todas han llevado cardán. El parabrisas regulable eléctricamente se ha diseñado para proporcionar una alta protección a ambos ocupantes frente al viento y el mal tiempo. Además posee efecto memoria, que aunque se pone en posición de reposo al apagar la moto, cuando superamos los 2 km/h vuelve a la última configuración que tenía. Lo que sí es una auténtica novedad es la iluminación de adaptación automática en curvas (opcional), que aumenta la seguridad en conducción nocturna. Al inclinar la moto, el haz de luz permanece estable con un gran campo de visión, siempre apuntando al sitio bueno de forma recta y potente. Funciona en combinación con el faro xenón de serie y los anillos luminosos de posición.
Rodando: ligera y manejable
Una vez en marcha, y ya a los mandos de esta gran nave, el voluminoso tamaño que aparenta esta GT se queda en entredicho. Está claro que no es la mejor moto para usar todos los días, pese a su suavidad de mandos, su tacto de conducción y su confort. Con 338 kilos en orden de marcha, no es precisamente una ‘peso pluma’. Ahora bien, desde el momento en que comienzas a andar, la cosa cambia y, como por arte de magia, se siente ligera y manejable. El tren delantero, que incorpora el archiconocido Duolever, se mueve sin esfuerzo y la dirección se percibe ágil y rápida.
A estas buenas cualidades se suma un pisar firme de la rueda delantera, que es más precisa a la hora de entrar en los virajes de lo que te imaginas, a pesar de las dimensiones y el peso, aunque el Duolever no transmita bien la información de lo que sucede en el asfalto al conductor. No obstante, las generosas dimensiones de la K 1600 GT salen a relucir en acciones como las frenadas más contundentes, y es que con estas inercias es mejor anticiparlas y no improvisar en medio de la trazada. En estos casos, la tendencia habitual a levantarse en el momento de presionar la maneta de freno no la notarás gracias al Duolever.
La estabilidad a alta velocidad es también de primera, y si circulas agachado sobre el depósito puedes ir tan rápido como quieras sin apreciar movimientos extraños, incluso con las maletas puestas (éstas siempre generan algunas turbulencias que terminan por provocar movimientos no muy deseables). En zonas viradas la agilidad es también notable para tratarse de una moto de estas características, y sorprende la manera de moverse en los cambios de dirección.
Como ya habrás podido comprobar, todo en esta moto está configurado para hacer fácil la conducción. En la K 1600 GT se trata de viajar cómodo, seguro y sin preocuparse de nada más que de la carretera. El resto ya lo hace la máquina.
Varias curvas de potencia
¿Que el asfalto patina? El DTC (Dynamic Traction Control), o control de tracción, se ocupará de que podamos abrir gas sin miedo, retrasando el encendido al menor atisbo de pérdida de agarre. Y lo hará sin brusquedades ni tirones. Además, disponemos de tres modalidades a elegir con distintas curvas de potencia y varias maneras de entregarla: Road, Rain y Dynamic. Y todo ello con una suavidad de marcha, una dulzura en la entrega de la potencia y un aplomo y estabilidad en curva que a quien suscribe -y por un instante- acabaron haciéndole dudar de sus principios y preguntarse seriamente si me estaba haciendo viejo.
¿Un frenazo apurado? Entre el control de tracción y el ABS lo convertirán en una maniobra controlable. ¿Inclemencias meteorológicas a la vista? ¿Frío? ¿Lluvia? Subimos eléctricamente el parabrisas hasta su punto más alto, presionamos el botón de menú para buscar la opción de asiento y puños calefactables y… mi sorpresa es que a los pocos segundos, muy pocos, ya están los puños cumpliendo su función.
¿Nos preocupa el mantenimiento al que obliga un largo viaje? La imponente BMW nos ofrece información, incluso, de la presión de los neumáticos y un cardán muy neutro, apenas notarás que lo llevas.
Normalmente el precio que hay que pagar para que la electrónica nos haga parte del trabajo es la pérdida de sensaciones. Probablemente sea así, pero no en el caso que nos ocupa; todo en la K 1600 GT es neutro, silencioso, suave, dosificable… pero también hay fogosidad y rabia. Y es que BMW ha querido que sea así. La K 1600 GT es una máquina insaciable de tragar kilómetros. Quien se compre esta moto lo hará para viajar muy lejos con ella. Solo o acompañado. Y, los que llevamos un porrón de kilómetros encima, sabemos que al cabo de un ‘montonazo’ de kilómetros cuenta más la comodidad que la pasión. De este modo el placer no habrá que buscarlo en las sensaciones (que repito, las tiene) sino en el viaje en sí mismo. De idéntico modo, el usuario de esta moto buscará una potencia y prestaciones de alto nivel que le permitan no tanto una conducción deportiva sino más bien unos cruceros elevados en cualquier circunstancia.
Resumiendo, la entrega de potencia de esta gran GT es suave y dosificable, pero constante y sin vacíos. Porque la brusquedad, al final, cansa. Y nada en la K 1600 GT debe cansar.
salu22, menuda maquina