Ha sido una jornada muy emotiva y aunque hasta el día amaneció triste, hemos estado casi todos sus amigos acompañándole en esa última ruta, terminando en uno de sus lugares preferidos en Jerez y donde he tenido la suerte de compartir con él, y con su familia, gran parte de nuestros ratos libres en los últimos tres años. Más de una concentración, o un fin semana, se han fraguado en ese "mosto", también compartimos algunos malos momentos, pero al final siempre había algún chiste, algún cante, algunos de los villancicos que nos enseñó, o simplemente ese carácter a prueba de bombas de Mari Carmen -que gran mujer- que hacía que se olvidasen los problemillas y volviese a lucir en su rostro la sonrisa.
Ya han pasado varios días desde que ocurriera esta locura y aunque en un principio la tristeza, no me dejaba ordenar y poder expresar mis sentimientos, no quiero que este post termine cayendo en las páginas del olvido y no haber dedicado unas palabras a un buen AMIGO. Lo pongo con mayúsculas porque amigos (de los de verdad) no tengo muchos, y el hueco que deja en mi vida es inmenso, tan grande como lo fué Julio como persona. Con sus defectos, como todos nosotros, ya ha dejado Rafa Molina constancia de su manía con la puntualidad, o esa fobia a unos determinados insectos, que al final muchas veces se nos escapaba su nombre y hacía que Julito se levantara y tras echarnos una "mirá" se fuera a darse una "vueltecita".
Era él quien me tenía al corriente de lo que se cocía en cadifornia, ya que hacía de nexo de unión entre muchos de los cadifornianos, y siempre estaba "pendiente" de llamar a unos u otros. Como decimos por aqui "más cumplío que un luto".
Sus virtudes fueron muchas y con total seguridad allá donde esté ocupará un lugar predilecto.
Aún hoy hemos vuelto a alzar las copas unos amigos y brindado en su memoria. Julito, va a ser imposible olvidarte.