Siempre he mantenido la idea de que las multas son una injusticia institucionalizada, porque la carga de la pena no se reparte por igual, ya que depende del nivel adquisitivo que tenga el conductor... Para una misma multa, un obrero con salario mínimo sufrirá un tremendo castigo y, un VIP del dólar, ni se enterará, porque es posible que hasta la molestia de pagarla, la delegue en otra persona.
Si realmente quieren castigar con dinero, las multas deberían de estar en relación con los ingresos que se declaren, por renta, a hacienda y, aún así, no se llegaría a la verdadera justicia, porque los defraudadores de hacienda, inciden sobre todo en los económicamente fuertes... pero sería menos injusto que lo que se está haciendo ahora.
Lo de los puntos, viene a repartir un poco de justicia en este tema, pero no soluciona el castigo de la parte económica.
El problema de los puntos, es que la mayoría de la gente percibe que los límites de velocidad, son aparentemente irracionales y que, los radares, están colocados en sitios de alta densidad de tráfico y no en los puntos conflictivos, especialmente en carreteras secundarias. Esto lleva a que sea fácil y cómodo, sospechar que lo que realmente quiere el Estado es recaudar dinero, en vez de prevenir accidentes... Lo que es, a día de hoy, una idea ampliamente difundida.
Creo recordar que las autoridades han manifestado que, la razón de los límites de velocidad, para las autovías, en que a más de 120 Km./h, las lesiones llevan con frecuencia a la muerte o graves incapacidades, según las estadísticas. En ciudad, los resultados son similares si se atropella a un peatón a más de 50 Km./h. Por otro lado, los radares están colocados, sobre todo, en autovías porque en ellas tienen facilidad para la infraestructura que precisan, sobre todo la acometida eléctrica. La colocación de radares en vías secundarias, parece que implica un gran desembolso económico que tienen que ir implementando conforme tengan presupuesto.
Personalmente pienso que, el sistema actual, no va a cambiar la siniestralidad de manera sustancial a pocos años vista. Los límites de velocidad, los percibe el conductor tan ridículos, que la mayoría no los respeta, adecuando su conducción a la legalidad, solo cuando pasan por un radar. La consecuencia es que, ahora, está emergiendo el arte de detectar a los radares móviles, lo que añade una distracción artificial en la conducción de un vehículo cuyas consecuencias desconocemos.
En fin, problemas cuya solución no parece que vaya por el buen camino.