Suma y sigue, o, en este caso singular que hoy nos toca relatar, también valdría eso de “otra pal coleto”.
¡Ahhhhhhhhhhhhhhhh, Sevilla, Sevilla!.
Pues como no se por donde “encomecipiar”, mejor no me hago un lío, que después queda muy feo, y arranco desde el comienzo. (Joer, la de cosas que he dicho ya y todavía no he dicho na).

Las fotos del Exmo. Sr Don Manuel (así ligará aún más

), son testigas mudas de la enorme multitud de asistentes a la llamada motera que sobre las diez y media se dio cita en la gasolinera de Villarrubia. Una vez pasada la revista oportuna se pudo constatar que los cuatro asistentes iban formados por dos pareja, que no cuadrillas, quedando fehacientemente constatado que el resultado de la misma es el que aquí reseño. Por una parte Manuel y Rafael, amigos y residentes en Córdoba y por la otra Ana Tere (usease, mi mujer) y el yo mismo que con sus palabras os desequilibra. He de hacer notar que pensábamos que la asistencia femenina iba a ser algo más nutrida y que conste que no lo digo por ti José, pero…… :-[
Por cierto, he también de informar que a Manolo aún se le notaban en las manos las marcas múltiples de los vasos de cubata del “juerguerio” sabatino y que según su propio testimonio, hasta no tomar la cervecita primera, ya en Sevilla, sus neuronas no comenzaron a chisporrotear de forma equilibrada.

Mañana fresca. Aire de…, de donde sea ¡leches!, pero aire a fin de cuentas que nos acompaño tanto a la ida como a la venida y un sol muy de agradecer. La ruta precisa y preciosa, entre naranjos y otros frutales, por la carretera vieja a Sevilla. La llegada a la capital andaluza no representó ningún incidente para nuestros viriles instintos moteros, ni para nuestras altivas monturas germanas, aunque "se me" de uno que osa criticarlas y compararlas con las niponas de allende los mares. >

Ya en Sevilla, todo bien, hasta que a nuestro ínclito “road lider”, en pleno centro sevillano y cuando circulábamos prudentemente en fila de a uno, le dio por hacer una chicuelita a todo un señor autobús para torcer a la derecha, caminito de la calle Sierpes, (eso si, yendo por el segundo carril). Al segundo espada “Rafael”, le dio tiempo para hacer un majestuoso pase de pecho al citado monstruo rodante, pero el tercero de la terna, (léase yo mismo), se vio imposibilitado de sacarle un buen pase al morlaco, por lo que me fui directo para los toriles, lo cual supuso que llegué hasta el palacio de san Telmo, sede de nuestro ilustre gobierno :-X. Allí, ¡por fin! Pude dar la vuelta a la fuente de la redonda y retomé el camino opuesto al recorrido. Tras de preguntar a un taxista, me fue fácil contactar con los camaradas que gentilmente estaban aparcados a la entrada de la calle.
Desde allí callejeo por calles estrechas del centro, que mucho me temo que la mayoría eran de uso peatonal y por fin desembocamos en la recoleta plaza de san Salvador. No sin tropezarnos con el afamado tranvía sevillano, ¡más feo que la madre que lo parió!.
El sitio ya estaba tomado por el público dominguero, pero pudimos aparcar las motos con suma comodidad, tal cual se aprecia en las fotos. Cervecita al canto y como allí no hay veladores, todo hay que hacerlo de pié, a tal fin, en el exterior, hay dispuestos unos taburetes altos y en uno de ellos compartimos mesa con unos simpáticos sevillanos.
He de hacer hincapié en que a Manolo no se le puede confiar un cucurucho de patas, eso supone un grave peligro público.
A medida que pasaba el tiempo el sol hacía sentir su justicia divina, cosa que nos obligó a cuasi despelotarnos (de cintura para arriba so mal pensaos) y el gentío se volvía más y más numeroso. Por cierto, aquí habré de hacer una confesión, en varias oportunidades, Rafael y yo, tuvimos que refrenar el ímpetu conquistador de Manuel, el cual estaba como embriagado, mejor dicho extasiado, ante la multitud de doncellas de magnifico ver. :-X
Ya a las dos de la tarde tomamos el camino de regreso, y la salida no fue nada fácil porque ya quedó dicho que aquello es zona peatonal y estaba a tope de papas, mamas, niños, niñas y animales varios. Al final lo logramos y tomamos caminito para la califal por la autovía.
Hasta pasada Carmona fuimos juntos, pero allí nos separamos ya que Ana y yo teníamos la preconcebida idea de comer fuera. Nos despedimos y aquí acabó la historia de una salida.
Conclusiones extraídas de todo lo acontecido: Compañía inmejorable, ruta preciosa, rato muy agradable en Sevilla, eso en cuanto lo positivo, y en cuanto a lo no tan positivo, la falta de una mayor asistencia.
Sus señorías saquen conclusiones y recapaciten sobre sus actos.
Un abrazo para todas todos.
Juan Luis