Siempre que viajo, nunca reservo el hotel con antelación, pues no me gusta planificar la ruta. Por este motivo, nunca sé donde voy a estar y mucho menos donde voy a dormir.
No suelo buscar el hotel en grandes ciudades, prefiero hacerlo en pueblos, más o menos cercanos a ellas, pues siempre son más económicos y tranquilos, por lo que la moto, también estará tranquila toda la noche, ya sea en un garaje o en la calle. Y siempre que voy al extranjero, me llevo la tienda de campaña, por si encuentro un camping bien situado y que valga la pena. Con ello, además de ahorrarme una pasta (4 noches de camping = a 1 de hotel), la moto duerme a mi lado, y de esta forma puedo estar de viaje, tres semanas en lugar de dos.
Por lo general, aunque esté fuera, con la moto siempre actúo de la misma forma que lo haría en mi ciudad, con la diferencia de que estando de viaje, le pongo el Pitón.
En este aspecto siempre he tenido suerte, que creo que es una cosa muy importante. Con deciros que en Pisa, una noche me olvidé de quitar el Tom-Tom, tardé unos 10 minutos en darme cuenta, y cuando llegué aún estaba puesto y con la pantalla encendida, os digo todo.
Ráfagas y suerte. Emilio.