Últimamente me ha pasado un par de veces y por diferentes motivos.
La primera fue el pasado sábado, que salimos otro amigo y yo a dar una vuelta y almorzar. Llegué a casa agotado por el calor. debajo del casco no había ninguna sonrisa. Menos mal que salimos a las siete y media de la mañana y todo el agobio fue ya de regreso.
La otra fue hace unas semanas, me llama un amigo y me dice que el sábado por la mañana tenía pensado salir con otro amigo a dar una vuelta para ver si me apuntaba. Como tenía comida familiar le dije que, si salían pronto, iba y que cuando pararan a almorzar me tomaba un café y yo me volvía. Tenía ganas de salir, máxime después de una temporadita de bastante agobio laboral y porque hacía un tiempecito ya que no salía en moto. Salí con muy buenas sensaciones y muchas ganas. Aún no había salido de Valencia me llamó mi mujer que había salido de casa y no había cogido las llaves. Me toco volver, llamar a este amigo, que ya iba de camino al sitio donde habíamos quedado y explicárselo. Quedamos que no irían rápido a ver si los podía alcanzar. Menos mal que había salido con tiempo para tomar un café esperándolos. cuando volví a salir de casa tras abrirle la puerta a mi mujer pensaba que si iba ligerito los alcanzaba. Al salir de la autovía para empezar la carretera de Alcublas, empiezan los ciclistas, menos mal que era pronto y no había tráfico. Un poco más adelante me libré del radar porque lo estaban montando, pero fue la segunda alarma del día (la primera fueron las llaves). Al llegar a la primera zona de curvas iba encantado, ligero, trazando bien, con mucha fluidez, vamos, muy a gusto. A partir de aquí ... la primera fue al girar una curva a derechas que me encontré con dos motos en un apartadero al borde de la carretera, una de ellas en el suelo. Paré y ayudé al que podemos definir como "señor mayor" a levantarse y a levantar la moto. Cuando levantamos su moto y comprobé que estaba bien, el "otro señor más mayor" no había ni conseguido bajar de su moto. Me dieron las gracias y no paraban de reírse porque se había caído en parado al no saber dónde poner el pie. Tras cerciorarme de que estaban bien seguí adelante, no sin que antes me dieran las gracias muchas veces por ayudarles.
Seguí camino con cierta sensación extraña por la caída del "señor mayor" que había visto ya en el suelo. Mis compis de salida me llamaron diciéndome que estaban en un pueblo y para avisarme que pararían en un determinado sitio a almorzar. Me extrañó que yo estaba a unos tres km de ese pueblo, con lo que llegaríamos más o menos a la vez, siempre que no corrieran mucho. Al colgar con ellos, me paran porque una carrera de trail (corriendo, no en moto) estaba cruzando la carretera por la que iba y me toco esperar. Menos mal que estaba cerca.
Al llegar al sitio del almuerzo, les dije que me tomaba un café con leche y me volvería porque así llegaba a tiempo para la comida familiar. La camarera, poco más o menos, me dijo que más valía que comiera algo porque una mesa de unos treinta ciclistas acababa de pedir los cafés y que mi café con leche tardaría. decidí resignarme y en ese momento decidí volver por autovía a Valencia para no llegar muy tarde. Con lo bien que iba en moto esa mañana cuando salí de casa...
Después de esperar y tomarme el café con leche tomé camino a la autovía. Qué podía salir mal, salvo el aburrimiento de hacer unos 70km, la mayoría por autovía. Lo primero, encontrarme una moto en el arcén que había pichado. Llevaba ruedas con cámara por lo que no puede ayudarle, más allá de esperar a que comprobara si tenía cobertura para llamar a la grúa y seguir camino despacito por si me encontraba a su hermano, del que me dijo que llevaba una Honda de color negro, para avisarle dónde se había quedado parado.
Al llegar a la autovía mi cabeza ya iba pensando las ganas que tenía de salir esa mañana a dar una vuelta en moto, lo bien que iba, incluso después de haber regresado a casa a abrirle a mi mujer y lo fluido que había conducido toda la mañana, pero en negativo flotaban entre mis pensamientos positivos todos los percances de la mañana. Menos mal que eran las once y llegaba a tiempo a casa ¿qué más iba a pasar de camino por la aburrida autovía? Imaginad un camión detrás de otro por la autovía, un coche que empieza la maniobra para adelantarlos y yo detrás del coche. Todos a distancias de seguridad correctas y a velocidades incluso algo por debajo del límite de velocidad de la autovía. En ese momento revienta una de las ruedas del primer camión, el segundo comienza a irse hacia el carril de la izquierda para evitar los trozos de rueda, el coche frena y yo, que iba detrás, confirmé que todavía podía pasar algo más cuando tú piensas que lo has visto todo. Menos mal que no pasó nada, que pude evitar todos los trozos de rueda que habían salido disparados por el reventón, que tanto los camiones volvieron a su sitio, el coche los adelantó y yo también, sin más problema que el susto.
Puede que fuera el día que más ganas tenía de llegar a casa después de salir a dar una vuelta en moto.