Los conceptos de antiguo, de clásico, o clásicas en este caso, y transformación, o transformadas, referidos a vehículos o motos no son algo complicado, dejan entrever perfectamente sus límites, dónde empiezan y donde acaban, y tampoco son tan difíciles de entender. De forma que no creo que haya que estarse preguntando siempre y a cada minuto si cambiar esto o lo otro es de clásicos o de transformadores, o si una restauración a origen es al final un transformación más como otra cualquiera.
Y ello independientemente y al margen de las definiciones legales que poco tienen que ver. Pues ocurre que éstas existen de forma reciente y son para lo que son, sin otras funciones que cualquiera pudiera inventarse y menos para que con ayuda de ellas, como un ingrediente más, se acabe mezclando todo sin orden ni concierto, ni lógica alguna.
Ya, hace unos cuantos de miles años, la Grecia Clásica era clásica para los romanos casi antes incluso, y si cabe, del nacimiento del Derecho como lo conocemos ahora y en mayor medida de los coches y las motos, por no decir hasta de la rueda, si nos ponemos.
Además, en cierta forma también, son cosas incompatibles entre sí, porque por lo general y salvo excepciones cuando comienza una transformación muere lo clásico, que no lo antiguo, si alguna parte lo es o lo fuera. Porque aunque posible, no es habitual que ningún tipo de transformación se llegue a convertir en algo clásico, sea por lo que quiera, que en eso no quería entrar. Por otro lado, las artes, si es que existieran en un momento dado, el diseño, la estética más o menos a nuestro antojo o refinada, y la exclusividad no tienen por qué convertirse en clásicas o clásicos por sistema, ni muchísimo menos.
Lo clásico forma parte del acerbo cultural de las sociedades y colectivos, y poco tiene que ver con lo legal, a veces tampoco con lo antiguo, y no tiene que cumplir ni ajustarse a ninguna regla que pudiera considerarse fija. Su único requisito es que es que sea un icono de las mismas porque la mayoría de sus integrantes así lo hayan querido, decidido, lo mismo hasta sin darte cuenta, y procurado.
Otra cosa es que haya mucha gente que no se aclare y esté siempre de acá para allá dándole vueltas al asunto sin saber ni tan siquiera por donde se andan, o intentando disculpar, disfrazar, fundamentar, o colocarle una argumentación al uso a sus gustos y, por qué no decirlo, a sus pasiones que a veces no tienen y no tiene por qué tener ni pies ni cabeza.
