Breve resumen de lo acontecido entre las 7 y las 7 de ayer día 7 + 2
Si bien todas las rodadas merecen ser “cronificadas”, las obligaciones de llenar el puchero del cronista de turno obligan a este a escoger algunas en, seguramente, injusto criterio.
Las razones suelen ser varias, diversas y además inexorablemente subjetivas. Por ello este humilde esclavo y aprendiz de la pluma os pide disculpas anticipadamente.
A mi modo de ver de hoy, distinto del de mañana y contrario al de ayer, la “Giron@voltten” que ha diseñado el inefable Siso cumple una particular primera condición; al contrario que la mayoria de rodadas, esta, está concebida “dextrogiramente”, lo cual ya, de entrada, la hace particular, diferente y exclusiva.
Me explico: En general todos tenemos la tendencia a recorrer el mapa (cuanto de establecer un circuito se trata) de Sur a Norte, y de Este a Oeste. Es decir; de forma levógira. Realmente no se por que razón prima más en nuestro subconsciente ir primero hacia mediodía y luego hacia poniente, para acabar volviendo a levante después dejar tramontana a nuestras espaldas para acabar mirando a mediodía, eso sí, con una sonrisa de satisfacción dentro del casco y henchidos ya del placer de conducir.
Solemos girar en sentido contrario a las agujas del reloj, en lugar de hacerlo a su favor. Tal vez el miedo genético a agotar prematuramente nuestra cuota particular de tiempo nos guía hacia ello.
Siso se ha atrevido a plantarle cara al tiempo y en titánica lucha contra Cronos, no solo ha detenido la clepsidra del tiempo vital, si no que la ha hecho retroceder.
Bravo Siso, tu también eres un superhéroe (habla con SuperKike).
Pero hay más, mucho más:
El lugar primigenio de encuentro; una estación de repostage, en medio de la nada, a una hora donde la negrura de la noche es dueña y señora, y donde solo algún pájaro de los más madrugadores e irrespetuosos para con lo innombrable, se atreve a quebrar el sacrosanto toque de queda de las tinieblas. Toda una declaración de intenciones.
La hora concreta en que los rodadores nos dispusimos a partir desde aquel ignoto lugar, entre Saus y Camallera, no es menos baladí, al contrario, es extraordinariamente significativa; las siete de la mañana. Siso, vuelvo a genuflexionarme ante tamaña atención al detalle.
Fijaros bien; la heptada -el siete-, según los pitagóricos (gentes sabias y entendidas), era una “cifra de veneración” -cito textualmente-, pués, decian ellos, se trata de una vibración controlada por los siete espíritus celestiales que gobiernan el mundo y que se corresponden con los siete planetas que a la sazón eran conocidos. También se le llamó el número de la vida; los sietemesinos sobrevivían mientras los nacidos el octavo mes solían fallecer por norma general. Los babilonios, griegos, eseos, caldeos, chinos, egipcios, aztecas, mayas, esenios, indúes, incas, etc, lo consideraban número sagrado. Y lo que no es poco, si es que algo más hace falta; es el número de la tríada y la tétrada, juntas, lo que forma la comunión total de la naturaleza humana y la divina.
Debo acabar -hay mucho más por destacar en esta sublime salida- y solo citaré un par de cosas más; los colores del arco iris son siete, las notas musicales también, el Génesis se completó en siete días, etc, etc...También es cierto que las hijas de Elena solo fueron tres, pero eso fue culpa del crápula de su marido que incapaz de sopartarlo se dió a la bebida y esto afectó su fertilidad.
Decía que hasta allí llegamos desde diferentes puntos de origen los conformantes del embrión inicial de la que luego sería, ahora ya lo sabemos, la “2ª Giron@voltten más famosa de todas “les que es fan i es desfan”.
Cito en particular a Josep, una criatura de la noche que se pega unos madrugones del mil por que tiene una rara y particular percepción para oler las salidas especiales. También quiero hacer mención al respecto de, de..., hostia p..a que no me n'enrecordo..., cu...ns, cu...ns. Bueno el caso es que a pesar del aniversari, el basquet y los croisants calents, se pilla el Ala Dorada y se pone con nosotros a “dextrogirar” por Girona con nosotros, casi, casi hasta el final. Y claro, como no, Caldito, que como Guadiana “gironí”, aparece en momentos especiales, para desaparecer después como si tal cosa.
De Saus a Blanes aproando hacia levante hasta La Escala, para acabar cayendo a sureste claro, hasta llegar a Blanes. Atrás van quedando Torroella, Pals, Palafrugell, Calonge (aquí al pasar envío un beso a Glòria que me estará maldiciendo por que el cesped se empieza a desmadrar), Platja d'Aro, St Feliu de Guixols (donde pernocta el niño Gsus), Tossa de Mar y Blanes.
Aquí, Nísimo, el medio nivelungo (algo se le habrá pegado a base de rozar y ser rozado, digo yo), estaba serio, circunspecto y puntual, esperando a la puerta de la del año.
Durante esta etapa todo fue fluyendo armoniosamente, Siso daba la orden a su inmediato seguidor, y este, salvo algún rebelde (Ramón, no diré nombres) poco atento a las sabias indicaciones iniciales de Siso, obedientemente de detenía en el cruce correspondiente a esperar a que pasara el farolillo rojo (en este caso, nuestro único “rojo”, el Panotxa), digo pues que todo trascurría con la placidez pertinente hasta que en el tramo del año -la carretera de St Feliu-Tossa- apareció por popa un, no se si catalogarlo de impertinente, una especie de “motillo” tipo “moto fever” que se dedicó a ir empujando uno a uno a cada uno, hasta que se apartaba harto de su molesta preséncia, a todo el que se encontraba por delante de él. Llegados a Tossa, todos lo pudimos ver, era el niño Gsus con su Derbi “paleta” tuneada y su impecable terno “Tucano Urbano” rematado en casco rojo. Que c....n, el tío. No, en serio, todo un detalle que nos escoltara (por detrás y por delante) mientras atravesábamos los dominios de su reino.
Es de destacar que en la zona de la nacional Lloret-Blanes y aledaños, Siso casi se queda sin nadie a quién ordenar pararse en los cruces. Gastó casi todos los componentes de su hueste a base de dejarlos como adorno de rotondas.
Y llegamos a Coll Formic después de orzar sin descanso y con machacona persisténcia por los caminos bituminosos que transitábamos. Y fue un desayuno “por huevos”, tan solo un par o tres no fueron tan contundentes y optaron por llantar algo que no fueran tortillas.
No recuerdo en que punto (tanto era mi trabajo por no fallar al jefe Siso en la labor de “guardaagujas”) se nos unió Santa, el hombre que surgió del frío entre mitos y leyendas. Seguro que conoció a Lunnotar, virgen e hija del aire, o ha oído el canto del “kantele”, surgido de las hábiles manos artesanas de Väinämöinen, el navegante. En cualquier caso, planta de vikingo, si tiene, aunque sea, como Níssimo, por puro contacto espiritu-físico. La cuestión es que uno de esos seres que siempre se van añadiento durante las rutas al grueso de la comitiva, esta vez lo hizo de una manera particular; en lugar de aferrarse al carenado, o la cúpula, le dió por meterse de forma subrepticia, osea a escondidas y sin permiso, en el mismísimo puente de mando de la nave RT verde con botones, interruptores y demás adminículos de maniobra, tambien de colores verdes, amarillos y verdeamarillentos. La consecuencia, afortunadamente, fue un susto mayúsculo para el ladino insecto, que fuertemente impactado en espíritu y alma por lo que allí encontró, decidió salir como alma que lleva al diablo en cuanto tuvo ocasión.
En el tramo hasta Camprodón (donde todos llegaban con gran sed de líquido ígneo y mineral) hubo un agujero negro, un espacio sin tiempo y sin dimensión, una diminuta, pero efectiva nada. Parados en ordenada fila en un caminillo al margen del bituminoso, esperamos obedientemente hasta que el “cap” i la “cua” (lamento el género Panotxa, pero “cuo” no existe) de la “corrua” encontraron con que llenar el vacío. Y lo encontraron, claro que lo encontraron, era un atajo que ascendía en vertical imperfecta hasta la carretera buscada.
En la documentación previa, Camprodón debería aparecer cuando los odómetros marcasen 257 km, el mío decía; dos, nueve, dos. Es decir, unos dos litros en la “marrancha”. Uffffffff....
Coll d'Ares, La Forja y Costoja, y finalmente La Cuadra, en Massanet. Toda la parte francesa, para mí, de suplicio. Ciertamente a la K, o quizás a mí, el asfaltado francés, que es de pena, no nos sienta bien. Tengo una “bullofa” justo donde el meñique se une a la palma de la mano izquierda que es toda una prueba no circunstáncial, y por lo tanto concluyente (se dice así Sr. letrado y presidente de LCS), de mi afirmación de como los franceses maltratan a las K's.
Por fin beberemos y comeremos, La Cuadra -lugar ya probado por mí cuando me dedicaba a pasar a la Galia montaña a través-, cumplió, y lo hizo bién. Les perdono tener que haber rechazado un carboncillo de “entrecostilla” de ternera. Yo había pedido entrecot CRUDO.
De nuevo y después de comer, beber, charlar, reir, y otras cosillas menos sociales (sobretodo Panotxa), con la precisión de un relog suizo, a las 16:30, Siso nos puso en fila y nos llevó en alegre y desenfadado descenso (es un decir) hasta una fresca cerveza de verde envoltorio que tenía estratégicamente esperándonos en Sant Martí d'Empuries.
Así fué como Capmany, Sant Climent, Espolla, Llançá, El Port, Roses, y Sant Pere, fueron siendo tachados de la lista de villas a conquistar.
Hasta aquí, y desde que en el Coll d'Ares se unieran a la rodante comitiva para alterar su preciso funcionamiento, el “ese amarillo” con su traje de domingo y creo que algunos más -mi memoria empieza a perder su nombre- estuvieron formando parte de la serpiente de redondas patas que por segunda vez en la historia, al mando d'en Siso, se ha entretenido en rodear las tierras gironinas para mayor glòria de LCN.
Debo, para acabar, pediros disculpas por ser tan escueto y forzar la síntesis del relato. El tiempo, sobre todo el vuestro, como reza el adagio, es oro, y nunca me perdonaría malgastar lo que es vuestro. Así pues si no es mediante acuerdo contractual, debidamente firmado y legalmente autentificado ante notario del reino no voy a hacer ninguna otra versión extendida o amplificada sobre lo ya dicho.