7 de mayo Sofía (Bulgaria) – Gorazde (Bosnia y Herzegovina) 636 kms
¿dónde estoy?
Me gusta salir tocando la bocina de las ciudades que me gustan, como al pasar por los túneles, como al cruzar puentes… no sé, me gusta, es mi manera de decirles a todos que estoy muy contento y que qué guay que he venido.
De Sofía, te lo digo, me fui en silencio. Me daba cosa que de mi moto surgiera cualquier muestra de alegría.
Y fui saliendo, poco a poco, buscando la tienda de souvenirs, entre carteles de conciertos de AC/DC y Metálica. Se conduce bien en Bulgaria, si acaso algo despacio, pero bien. Los moteros vuelven a llevar cascos, no como en Turquía y Grecia, donde o no es obligatorio o no les obligan, no sé bien.
Pero no te confundas, yo estaba muy contento de pasar por Bulgaria. Además, mola esa sensación de las mañanas, cuando uno no sabe todavía hasta dónde va a llegar, a pesar de la planificación hecha la noche anterior… esa sensación sólo se tiene en los viajes con metas un tanto indeterminadas. Cada mañana viajo, bailo, vivo…
y me iba acercando a una nueva frontera, Serbia.
Esta frontera también es fácil. Un policía se acerca haciéndose el simpático y me dice que no ve a mis compañeros de viaje. Le digo que no se preocupe, que no un es problema de vista sino más bien de compañerismo ya que los muy ****** se han quedado en España. Pone cara de flipar un poco cuando le cuento de dónde vengo. Pienso que es teatro, anda que no habrá pasado gente por aquí con viajes mucho más interesantes. Charlamos un poco de la moto y me deja marchar.
Y me marcho.
En Serbia todo cambia. O todos conducen muy mal o todos los que conducen mal se cruzaron conmigo, no sabría decirte. Algunas noches todavía me despierto maldiciendo al autobusero que venía de frente por mi carril sin inmutarse.
Además el campo es distinto al búlgaro. Allí no había nada, no estaba cultivado, no había ganadería… nada. Aquí sí hay cultivos y vacas. Ya no hay fábricas y viviendas abandonadas, aunque el ambiente es de pobreza. Se nota cierto ambiente hostil, típico de los que se han estado dando tortazos hasta hace bien poco. Casi todos los coches lucen orgullosos la pegatina de su país.
Paro a repostar. Se puede pagar en euros.
A 2,30 € el litro de gasolina…
y sigo jugando con las nubes. Llevo así todo el día. Cuando luce algo el sol, la carretera está mojada porque acaba de llover, si está seca está muy nublado, amenazando tormenta. Así hasta que al fin me cae, claro.
aunque finalmente volvió a lucir el sol
El país es muy verde. El GPS muy vago. Me he perdido porque no he querido coger la autopista y porque yo no quería ir a Belgrado. Hoy voy hacia Dubrovnik. Paro en un pueblecito y consulto el mapa. Se acerca un abuelete con su nieto, al que utiliza como traductor. No se lo dije pero casi entendía más al abuelo. Me hace unas indicaciones de las que primero desconfío, aunque finalmente hice caso y comprobé que eran correctas. Cuando me voy a ir me preguntan qué opino del baloncesto (rayos, qué pregunta es esa?). Me explicaron que en unas horas se celebraba la final four. Hombre, haber empezado por ahí. No sé si decir algo de Petrovic, Kukoc, Paspalj y compañía, pero como no sé de qué parte de la extinta Yugoslavia eran, me callo, no vaya a ser peor.
Siguiendo las indicaciones llego por un puertecito de montaña a la entrada de un parque nacional. Hay dos o tres vehículos parados. Parece que hay que pagar una entrada.
Cuando me toca descubro que es la frontera con Bosnia. Qué frontera tan chula. Por si vas, es la que está siguiendo la carretera de Mokra Gora. Mola.
Me vuelven a preguntar por la moto. Muy buena, sí señor, y no sea vd gafe. Me dice si me ha gustado Serbia. A estas alturas yo no sabía ni de qué país estaba saliendo… ¿y si es una pregunta trampa?
Se contesta él mismo diciendo que Serbia es muy chula. Pues claro, contesto, lo que pasa es que he estado poco, pero es very nice.
Y ya estaba en Bosnia.
Estos parecen estar un poco mejor que los serbios. Económicamente, digo. Algo más desarrollados. Todos con su pegatina en su coche. Da cosa pensar que hace poco estaban en guerra.
Pero es bonito este país. Se entra por un desfiladero muy chulo.
Calculo que voy a llegar muy tarde a Dubrovnik y no me apetece ya que me queda aún otra frontera, la de Croacia, antes de llegar. Tampoco tengo mucha gasolina. Encuentro un pueblo (no hay muchos). Hay un hotel. Es económico. Me quedo y lo estreno. Los invitados a la boda también.
Poca gente sabe inglés. No sé qué ceno pero el tomate sabe a tomate. El cantante de la orquesta canta muy mal. Mucho. Y muy tarde.
Y así, sin más, es como McBauman llegó hasta Gorazde.
Nota: otro día “pa flipar”