Por cierto, os envío la nota, de mi viaje a Tenerife, que conste que bajé a currar.
Haber si os gusta.
24 HORAS CON LAPORTA
"Un Guardia Civil de Tenerife se quitó la gorra y le mostró a Laporta el escudo del Barça de su interior"
La historia que les contaré a continuación es absolutamente real y las personas citadas pueden dar fe de ello. Les digo esto porque la estancia del presidente del Barça en la Isla de Tenerife ha estado repleta de anécdotas que quien no las haya podido ver, difícilmente las creerá. En tan sólo 24 horas, Joan Laporta ha interrumpido una misa y ha hablado con los feligreses, casi logra que el madridista alcalde de Tegueste se haga del Barça, le ha caído una botella del vino por los pantalones y no se ha enterado nadie, se le ha estropeado la guagua en la que viajaba y todavía ha tenido tiempo para practicar la natación.
Pero vayamos por partes. Llegó a la isla acompañado del directivo Jordi Moix y de Joan Camps, Eduard Casanovas y Juanjo Castillo. Le esperaban el presidente del Tenerife, los responsables del encuentro de peñas por cierto, magnífica la organización y el ex jugador barcelonista Barrios. Este le preguntó al presidente si le reconocía y Laporta le recordó que cuando Barrios jugaba él tan sólo tenía 10 años. Tras la comida, al pasar por delante de la Basílica de la Candelaria, Laporta decidió entrar, quién sabe si para pedirle títulos. En esos momentos se estaba celebrando misa y cual fue la sorpresa cuando el párroco invitó al presidente a subir al altar y saludar a los allí presentes. La ovación resonó en todo el templo. Increíble, pero cierto. Al salir y antes de la cena, el presidente aprovechó una horita para relajarse nadando en la piscina. Luego, llegaba el viaje a Tegueste, donde nos recibía el alcalde y había una cena con cuatrocientos peñistas. La llegada de Laporta fue triunfal, al igual que la entrada al recinto donde se celebro la cena, la sala Castillo. Una niña le cantó el himno del Barça, lo que provocó que el presidente saltara al escenario y abrazara a la chica ante la euforia de los presentes.
La noche fue larga, discursos, autógrafos y abrazos. Fue allí donde una botella de vino entera fue a parar a la pierna de Laporta. El alcalde ya había advertido que en su pueblo se bebía mucho, ya que la producción vinícola era muy importante. No obstante, la fiesta fue fantástica y todo el mundo se comportó a la perfección. Además, el discurso de Laporta fue muy emotivo, lo que incluso provocó que el alcalde cantará el himno del Barça ante la euforia de sus ciudadanos. En total acabamos a las tres de la madrugada.
La cama nos esperaba en Garachico, un bonito pueblecito del norte de la isla. Pero el viaje fue largo. La guagua no arrancó y tuvimos que esperar una nueva. En total, a las cuatro al hotel y a las nueve, a otra vez en pie. Visita a dos peñas. Más discursos, abrazos, autógrafos pero, sobre todo, mucho barcelonismo. Vuelta al aeropuerto. Allí, un Guardia Civil se quita la gorra y le muestra al presidente el escudo del Barça escondido en su interior. Se va el avión. A la llegada, a Laporta le espera otra cena con peñistas. Agotador.
Es una columna de opinión.