Cuando desde los estamentos políticos y mediáticos-que ya son la misma cosa- se anima a los jóvenes a colonizar la "España vaciada" y a emprender ocurrentes negocios como hacer pulseritas de piel de marroquinería y venderlas en el mercadillo del jueves, vender verduras ecológicas (sin usar plaguicidas, otro rollo que se cree la gente), ser "el panadero del pueblo"
, como si un chaval de ciudad se fuese a levantar a las 3.00 de la mañana a cocer el pan, o atender el bar, "que el Indalecio te lo deja montao" y sólo te cobra 100 euros de alquiler, pues me da la risa. Hablo de pueblos muy pequeños, claro, en grandes sí se puede vivir del sector servicios.
A un pueblo de estos de menos de 500 habitantes, que son los llamados "España vaciada", o vienes con un John Deere de 100.000 euros y ya apalabradas la mitad de las tierras en arriendo casi gratuito, y dispuesto a soltar herbicidas como para un cumpleaños, o te comes los mocos.
La gracia , no obstante, no es buscar el modo de vida, sino saber lo que haces y estar dispuesto a mover mucho dinero con poco margen y tener unos costes casi inasumibles: veterinarios, Agencia Tributaria, plagas, inspecciones, leyes animalistas, lobos, Unión Europea, sequías, precio del seguro agrario, obligación de explotar ciertos cultivos y no otros, importación de productos africanos incontrolados, precio del gasóleo, precio del transporte, márgenes etc.
Esto de querer tan altruistamente sacar adelante a la España vaciada, pero que luego cualquiera de los que promueve semejante cosa desde el sofá de su pisito en su muy ecológica ciudad, te robe un mastín "porque me estaba dando un paseo por tu pueblo y lo vi como abandonao", o te exijan que calles al gallo porque despierta a los de la casa rural, o se indignen porque no están capados todos los gatos, gatas y gates del pueblo no es lo que precisamente va a mejorar la vida rural ni la va a promocionar.
Eso sí, gente que "teletrabaja" pudieran ser los nuevos colonos, pero necesitarán de esos otros que sudan el buzo para tener lo que se necesita en cualquier pueblo, un fontanero a tiempo por ejemplo, que ya ni en la ciudad lo encuentras.
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