Tendremos que explicarles a nuestros hijos o nietos que era eso de apurar marchas, plantarte delante de una curva, reducir y oir rugir el motor entre las piernas, los problemas de ralentí que nos dió nuestra vieja K (o la que sea) en su día, y tantas cosas que no conocerán. Algo parecido a lo que me pasó cuando saqué del fondo del armario mi vieja olivetti lettera 35. Mis hijos pusieron la misma cara como si hubieran visto un dinosaurio, ya sólo conocen pc´s e impresoras. Cuanta melancolía, no quiero olvidar nunca el olor a aceite, a gasolina, los petardazos de las reducidas...