Las Orejas del Lobo
...
Y los colmillos
Y sus fauces abiertas
Todo ello lo hemos visto hoy
Por fortuna, su dentellada ha sonado
a chasquido en el vacío…
No ha encontrado a su presa.
= = = = = = = = = = = = = = =
Un domingo cualquiera, y un grupo de amigos, apasionados de la moto, preparados para disfrutar con su afición.
Máquinas en marcha, y kilómetros que van pasando bajo sus ruedas.
Al principio claros y nubes, poco después lluvia, que propicia la primera parada para equiparse debidamente.
Llegada, sin más contratiempos que la incomodidad en la marcha que provoca la continua lluvia, al punto previsto para el almuerzo, Elche de la Sierra, Albacete.
Comentarios, risas, batallitas…Tema central, la lluvia, y quién se ha mojado más.
A unos no les importa rodar en mojado, a otros no les hace ninguna gracia.
Con la moral a tope después del “repostaje” y las bromas, continúa la ruta… Próxima parada prevista unos 40km después, en Riópar.
Algunos, entre los que me cuento, disfrutamos “pilotando” en mojado, y nuestro ritmo es algo más rápido que el del resto, por lo cual nos adelantamos a ellos.
De repente, tras salir de una curva semi-rápida a derechas, todo se acelera.
Una rápida ojeada al retrovisor, por costumbre, para controlar la moto que me sigue, y lo hace,
pero no en vertical.
Lo que se ve en el espejo es la máquina del colega y buen amigo que rodaba detrás arrastrando/deslizándose por el mojado asfalto, completamente atravesada en uno de los carriles de la carretera….no alcanzo a ver a su piloto…
Totalmente alarmado y acelerado me detengo lo más rápido que puedo y hago señas a varios coches que vienen por el carril frontal para que se detengan… No sé lo que hay tras de mí…
Corro lo más rápido que puedo hasta el punto donde se aprecia la moto, está “encasquetada” bajo la bionda del guardarrail, estampada contra uno de sus postes de sujeción…Recorro con las vista toda la hilera de cuchillas asesinas…No veo a nuestro amigo por ningún sitio…
La moto ha quedado sobre un puente, con una caída de unos 5 metros hasta un barranco de fondo rocoso, donde vemos la bolsa sobredeposito y algunas piezas más que han salido despedidas, miramos hacia abajo, hacia los lados –ya han llegado algunos colegas más-… Ni rastro del piloto.
Finalmente, tras algunos segundos (o minutos, no lo sé) angustiosos (os aseguro que se hacen infinitos) distingo su silueta: Está tumbado boca arriba, inmóvil, unos quince metros más atrás de donde se encuentra la moto, en el terrero lateral de la carretera, semi oculto entre unas matas.
Ante nuestras voces de alarma mientras nos acercamos, levanta la mano derecha
con el pulgar hacia arriba.
Pocas veces este gesto, que he visto en multitud de ocasiones, me ha alegrado tanto la vida.
Nuestro amigo ha tenido la milagrosa fortuna, tras perder la rueda delantera por el agua y un neumático en no demasiado buenas condiciones, de deslizar sobre la carretera y pasar, sin más, por el justo hueco que queda entre la bionda y el firme, entre dos cuchillas asesinas.
Tras ser trasladado al hospital, se le aprecian contusiones, moratones y un fuerte golpe en la zona de la cadera. No tiene ningún hueso roto.
Hoy ha vuelto a nacer.
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
...
Y los colmillos
Y sus fauces abiertas
Todo ello lo hemos visto hoy
Por fortuna, su dentellada ha sonado
a chasquido en el vacío…
No ha encontrado a su presa.
= = = = = = = = = = = = = = =
Un domingo cualquiera, y un grupo de amigos, apasionados de la moto, preparados para disfrutar con su afición.
Máquinas en marcha, y kilómetros que van pasando bajo sus ruedas.
Al principio claros y nubes, poco después lluvia, que propicia la primera parada para equiparse debidamente.
Llegada, sin más contratiempos que la incomodidad en la marcha que provoca la continua lluvia, al punto previsto para el almuerzo, Elche de la Sierra, Albacete.
Comentarios, risas, batallitas…Tema central, la lluvia, y quién se ha mojado más.
A unos no les importa rodar en mojado, a otros no les hace ninguna gracia.
Con la moral a tope después del “repostaje” y las bromas, continúa la ruta… Próxima parada prevista unos 40km después, en Riópar.
Algunos, entre los que me cuento, disfrutamos “pilotando” en mojado, y nuestro ritmo es algo más rápido que el del resto, por lo cual nos adelantamos a ellos.
De repente, tras salir de una curva semi-rápida a derechas, todo se acelera.
Una rápida ojeada al retrovisor, por costumbre, para controlar la moto que me sigue, y lo hace,
pero no en vertical.
Lo que se ve en el espejo es la máquina del colega y buen amigo que rodaba detrás arrastrando/deslizándose por el mojado asfalto, completamente atravesada en uno de los carriles de la carretera….no alcanzo a ver a su piloto…
Totalmente alarmado y acelerado me detengo lo más rápido que puedo y hago señas a varios coches que vienen por el carril frontal para que se detengan… No sé lo que hay tras de mí…
Corro lo más rápido que puedo hasta el punto donde se aprecia la moto, está “encasquetada” bajo la bionda del guardarrail, estampada contra uno de sus postes de sujeción…Recorro con las vista toda la hilera de cuchillas asesinas…No veo a nuestro amigo por ningún sitio…
La moto ha quedado sobre un puente, con una caída de unos 5 metros hasta un barranco de fondo rocoso, donde vemos la bolsa sobredeposito y algunas piezas más que han salido despedidas, miramos hacia abajo, hacia los lados –ya han llegado algunos colegas más-… Ni rastro del piloto.
Finalmente, tras algunos segundos (o minutos, no lo sé) angustiosos (os aseguro que se hacen infinitos) distingo su silueta: Está tumbado boca arriba, inmóvil, unos quince metros más atrás de donde se encuentra la moto, en el terrero lateral de la carretera, semi oculto entre unas matas.
Ante nuestras voces de alarma mientras nos acercamos, levanta la mano derecha
con el pulgar hacia arriba.
Pocas veces este gesto, que he visto en multitud de ocasiones, me ha alegrado tanto la vida.
Nuestro amigo ha tenido la milagrosa fortuna, tras perder la rueda delantera por el agua y un neumático en no demasiado buenas condiciones, de deslizar sobre la carretera y pasar, sin más, por el justo hueco que queda entre la bionda y el firme, entre dos cuchillas asesinas.
Tras ser trasladado al hospital, se le aprecian contusiones, moratones y un fuerte golpe en la zona de la cadera. No tiene ningún hueso roto.
Hoy ha vuelto a nacer.
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _